Lealtades Invisibles

Lealtades invisibles

El concepto de lealtad se define en términos morales, filosóficos, políticos y psicológicos. Para ser un miembro leal de un grupo, uno tiene que interiorizar el espíritu de sus expectativas para cumplir con los mandatos interiorizados. De aquí se basan varios subtemas como lo es la parentalización, esto implica la distorsión subjetiva de una relación, como si en ella la propia pareja, o incluso los hijos, cumplieran el papel de padre, esto puede efectuarse mediante una conducta de dependencia. El progenitor puede tratar al hijo como si fuese su igual desde el punto de vista generacional, en vez de alguien perteneciente a otra generación.

La mayor satisfacción del hombre tiene lugar al forjar una relación, y su mayor dolor está vinculado a su falta de relación o a la amenaza de perder una relación importante. La elección de un cónyuge suele basarse en la fantasía encubierta de unirse a alguien que satisfará nuestros deseos como lo harían un padre o una madre. A veces en muchas familias, los hermanos puede ser una fuente mucho más digna de confianza y seguridad para el hijo más pequeño que el progenitor dependiente. También una observación mas detenida permite descubrir que la supuesta salud de un hijo dentro de la familia en comparación con sus hermanos, es solo un mito; con frecuencia se descubre que sufre tanto o más aun que el hijo designado paciente. En tanto que todo intento exitoso por mantener al hijo atado a la familia por medio de una lealtad cargada de culpas demora la maduración de aquel y conduce a su infantilización, en un nivel más significativo también parentaliza a ese hijo.

Las pautas de parentalización en las familias ilustran cómo funcionan las obligaciones para modelar las relaciones entre los miembros. Por lo general, los intentos de parentalización no se vuelven patógenos hasta que comienzan a afectar en forma seria el desarrollo del hijo. Si uno acepta la premisa de que es indispensable estudiar la interrelación entre un individuo y su sistema familiar, entonces las fronteras de la familia deben extenderse de manera tal de incluir los vínculos existentes entre una familia nuclear y las de origen, incluyendo los parientes políticos. Lo que nos interesa son las manifestaciones de lealtad basadas en la reciprocidad. La lealtad y sus múltiples formas de expresión constituyen una fuerza, saludable o no, que crea los vínculos de conexión entre generaciones pasadas y futuras. Incluso cuando se nieguen esos vínculos, o se les reste importancia de manera abierta, el ser humano sigue estando comprometido de modo inalterable y profundo con la compensación por los beneficios recibidos; e igualmente permanece vinculado con sus parientes sanguíneos.

Para todos los adultos, la lucha consiste en equilibrar las antiguas relaciones con las nuevas: integrar en forma continuada las relaciones con las personas que antes fueron de importancia para uno, con la involucración y el compromiso asumido hacia las relaciones actuales, ya sea pareja o hijos.

Otras familias nucleares parecen desapegadas, independientes o carentes de interés o involucración

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