Lectura Obligatoria
Enviado por lidiafunes • 19 de Abril de 2015 • 1.801 Palabras (8 Páginas) • 324 Visitas
Es importante fomentar el hábito y el interés por la lectura en las personas desde pequeños. Ya que es uno de los grandes problemas en la mayoria de las personas.
Hay cierto daño en los adolecentes hacia la lectura. La lectura es una actividad compleja, que requiere esfuerzo y que se necesita ejercitar mucho para que nos guste.
La mayoría cree necesarias las lecturas obligatorias porque de otra manera muchas personas no tendrían ningún contacto con la literatura o no tendrían suficientes referentes para definir sus gustos. “Al adolescente basta con obligarle a algo para que se ponga en contra; así que la lectura, que es algo que cuesta, si es obligatoria no les convida mucho a leer; pero de manera natural la mayoría tampoco leería y a veces es gracias a que les obligas que algunos se enganchan a los libros”.
Pongamos el caso de un niño que está empezando a leer, y se entusiasma porque los libros que le han tocado le gustaron (son regalos de papá y mamá, cuentos para su edad), y así continua hasta llegar a primero básico, donde el profesor le dice que debe leer El Diario De Ana Frank. El libro en sí es bueno, pero no para un alumno de primero básico, que lo más seguro es que lo va a encontrar ajeno a su realidad.
La lectura de ciertos textos requiere una experiencia previa que, en la mayoría de los casos, los alumnos no tienen. Explicando bien, pongo el caso. Utilizando El Diario de Ana Frank, el sentido del libro, más que saber lo que pensaba ella, era ver el contexto y la realidad que vivía, en medio de la persecución de los judíos, una familia que se escondía del exterminio nazi.
Esto diría yo que más que literatura es un documento histórico, y que debería servir de apoyo a la materia de historia, pero en mi caso, mientras leíamos Ana Frank, en clase de historia teníamos que analizar las causas de la Revolución Francesa. Existe aquí un desacuerdo entre el contexto del libro y los contenidos del curso o grado en general.
Al no haber tenido las herramientas para comprender y disfrutar la lectura, se convierte en algo aburrido que va generando que el alumno se haga ideas muchas veces equivocadas de libros con título similar al anterior.
La segunda razón es más psicológica. Un joven leía un libro aparte de estudiar y hacer sus tareas, por su propia cuenta, un libro que a él lo emociona, por ejemplo Harry Potter. Un día, como lectura obligatoria debe comenzar a leer Rimas y Leyendas de G. Adolfo Becker, y como ya lee Harry Potter, debe decidir entre dejar de leerlo o leer ambos, pero dos lecturas pueden ser agotadoras, por lo que decide dejar Rimas y Leyendas como parte de sus deberes escolares.
Luego se da cuenta de que el libro de Becker no era lo que esperaba, pero debe leerlo. Como está junto con sus tareas, él comienza a ver el libro como una obligación más. Ya no lee Harry Potter porque después de leer el otro libro está cansado y le cuesta internarse en él para entenderlo, y no quiere perder el hilo de la idea.
Después no quiere leer, y deja de ser un hábito placentero, por convertirse en un deber más del colegio, y de ahí en adelante, cada vez que lea, será porque de tal libro viene una prueba y si no lo lee va a reprobar.
En tercer lugar, la educación actual ha cometido el error de ligar la lectura al sistema retribución-castigo. Cada vez que se lee un libro es con fin de evaluación, el objetivo se vuelve sacar buena nota en la prueba, y no disfrutar el libro. Perfectamente se podría proponer como actividad el compartir con los compañeros ideas y conclusiones extraídas de la lectura, así generar debates y llegar a un consenso, y de esta manera fomentar el gusto por la buena lectura, sin presiones.
En los dos primeros argumentos, estuvo presente la disociación entre los lectores y el grupo de personas o docentes quizás, que seleccionaron los libros sin consultar a los alumnos si estarían de acuerdo con el material elegido. Pensando en lo mejor para los estudiantes, nominaron libros para que ayuden al desarrollo de los jóvenes y aporten de alguna manera al resto de los contenidos que se pasan en la escuela.
El asunto es que esas lecturas deben ir a la par con el resto de las asignaturas, en cuanto a contenidos y tiempos. Y lo otro que sucede también es que si bien se ocupan de buscar algo que aporte al desarrollo, deben tener presente que los estudiantes no son máquinas, sino niños, y tienen una mentalidad enfocada en aprender y en divertirse al mismo tiempo. Y si el Ministerio no es capaz de pensar como un niño, entonces nunca sabrá llegar a ellos, y menos aún, fomentar su gusto por la lectura.
Pienso que el problema de base está en el planteamiento de lectura desde el principio. Es decir, el error es imponer hacia los alumnos una lectura que está en el programa sólo porque está en el programa y obligarlos a analizar la lectura según lo comanda un libro de texto cualquiera. Así, y con el mal ejemplo de generaciones anteriores a las que tampoco les agrada la lectura, es muy difícil lograr inculcar hábito por la lectura a los jóvenes estudiantes, y fácil alejarlos de los libros, dejando que prefieran ver la televisión en vez de tomar por último un cuento y hojearlo. Queda claro entonces que si seguimos con esto, en un futuro no muy próximo todo lo que quedará por leer serán manuales y enciclopedias, y será nula la búsqueda de la literatura.
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