Módulo: Práctica Profesional Autónoma Integradora
Enviado por Mirian Salinas • 22 de Marzo de 2017 • Práctica o problema • 2.980 Palabras (12 Páginas) • 277 Visitas
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Facultad de Ciencias de la Educación.
Departamento de Diversidad e Inclusividad Educativa.
Proyecto de prevención
I Semestre – V año, 2016
Módulo: Práctica Profesional Autónoma Integradora.
Estudiante: Dexi Espina Espina
Mirian Salinas Gómez
Docente de Apoyo: Alejandra Garrido González
Coordinador de práctica: Pamela Jofré Bustos
18 de Abril de 2016
- Identificación
-Nombre contexto: Colegio María Mazzarello
-Ubicación: Oriente 6 Norte #1735 Talca, VII Región del Maule
-Nombre del proyecto:” Alas para Leer”.
-Destinatarios: niñas de 5 año que cursan el nivel de kínder.
-Fecha de ejecución: Mayo-junio.
- Problemática:
Las alumnas del colegio María Mazzarello de kínder presentan dificultades en la conciencia fonológica, la que se define como una habilidad metalingüística que permite manipular e identificar explícitamente las unidades fonológicas de la palabra. Se sabe que esta habilidad juega un rol fundamental en el aprendizaje de la lectura por esta razón se hace necesario estimular tal capacidad metalingüística.
- Fundamentación teórica:
Una de las funciones principales del lenguaje es la comunicación .El ser humano desde que nace tiene la necesidad de comunicarse con el resto de las personas con el fin de trasmitir información, expresar emociones, dar a conocer los pensamientos y establecer la interacción social.
Owens, R (2003) define el lenguaje como un código socialmente compartido, o un sistema convencional, que sirve para representar conceptos mediante la utilización de símbolos arbitrarios y de combinaciones de éstos, que están regidas por reglas (p.5).
Según Sapir (1956) citado en Bermeosolo (2012) señala que el lenguaje es un “método” exclusivamente humano, no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos, por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada. Estos símbolos son ante todo auditivos y son producidos por los órganos del habla (p.19).
Asimismo, se puede distinguir entre lenguaje expresivo y lenguaje receptivo.
Para Bravo (2002), el lenguaje expresivo es la habilidad para exteriorizar verbalmente el pensamiento en una adecuada “sintaxis oral”. Su alteración afecta la habilidad para encontrar las palabras adecuadas, lo cual obliga al sujeto a emplear frecuentemente generalizadores (“cuestión”, “asunto”, “cosa”…) En otros casos puede expresarse en dificultad para verbalizar oraciones largas, utilizando una sintaxis simple o aprovechando inadecuadamente el contenido semántico de los términos (p.91)
Según Bravo (2002) afirma que el lenguaje receptivo es la asimilación del símbolo verbal (significado) como requisito previo para formular el lenguaje interior. Una alteración del lenguaje receptivo puede afectar la comprensión de palabras, de frases o de oraciones, o la asimilación a un contexto o totalidad lo cual perturba la retención comprensiva de una materia (p.92).
El lenguaje corresponde a un sistema complejo conformado por tres componentes referidos a la forma, al contenido y al uso (Bloom y Lahey citado en Owens, 2003).La forma incluye la sintaxis, la morfología y la fonología, el contenido abarca la semántica y el uso está comprendido en la pragmática.
El lenguaje es una herramienta eficaz para favorecer las relaciones sociales y el aprendizaje. Los niños que presentan patrones desordenados del lenguaje y de la comunicación manifiestan una alteración en la interacción social y problemas en la adquisición de aprendizajes. Así mismo, Marchant y Tarky (1999), señalan que el dominio del lenguaje oral en una etapa temprana es la base para desarrollar gradualmente habilidades de comunicación y de aprendizaje que a su vez constituirán el fundamento de muchas destrezas.
Para acercarnos al estudio específico del lenguaje, es fundamental hacer una distinción entre fonología y fonética. La fonología se ocupa del estudio de los sonidos de la expresión lingüística desde una perspectiva funcional y abstracta (Acosta y Moreno citados en Villegas, 2004).La fonética aborda el estudio de los sonidos como entidades físicas desde el punto de vista de sus producción, constitución acústica y percepción (Quilis citado en Villegas, 2004).
El nivel Fonológico estudia las reglas que rigen la estructura, la distribución y la secuencia de los sonidos del habla, y la combinación de las sílabas ( Owens, 2003).Los fonemas son una abstracción mental del sonido (Alarcos citado en Villegas, 2004),son las unidades lingüísticas más pequeñas, por ejemplo; las vocales y las consonantes que forman sílabas, morfemas y palabras.
A cada uno de los niveles del lenguaje (fonológico, morfosintáctico, semántico y pragmático), le corresponde una habilidad metalingüística específica, entendiendo estas como parte de la metacognición, la cual tiene como objeto el lenguaje, tanto la actividad, el procesamiento, y el sistema lingüístico (Mayor, Suengas y González,1995).Se pueden distinguir habilidades metasemánticas, metasintácticas, metapragmáticas y metafonológicas (Clemente y Domínguez, 1999).Estas habilidades son las que permiten tomar conciencia de las distintas estructuras que componen el lenguaje y son esenciales en la adquisición de la lecto-escritura.
Una de las habilidades más importantes para ésta adquisición es la metafonológica o también llamada conciencia fonológica. Jiménez y Ortiz (2000), definen la conciencia fonológica como la toma de conciencia de cualquier unidad fonológica del lenguaje hablado. Por otro lado Owens (2003), la define como aquella consideración de la fonología en un ámbito consciente, lo que incluye el silabeo, la identificación, manipulación, fragmentación y mezcla de sonidos. Y en el mismo sentido, Clemente y Domínguez (1999) sostienen que la conciencia fonológica es una habilidad metalingüística que permite identificar y manipular tanto las sílabas como los fonemas que constituyen una palabra. Según las unidades fonológicas previamente mencionadas se distinguen dos tipos: la conciencia de la sílaba y la conciencia del fonema. Carrillo y Marín (1996) afirman que la conciencia silábica es el conocimiento explícito de que las palabras están constituidas por sílabas. Por su parte, la conciencia del fonema implica la habilidad para manipular los fonemas que componen un término.
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