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PERSONALIDADES PATOLÓGICAS LEVES (PATRONES BÁSICOS DE RETRAIMIENTO)


Enviado por   •  16 de Febrero de 2016  •  Trabajo  •  3.725 Palabras (15 Páginas)  •  263 Visitas

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PERSONALIDADES PATOLÓGICAS LEVES

(PATRONES BÁSICOS DE RETRAIMIENTO)

PRESENTADO POR:

ISETH ACOSTA HERNÁNDEZ

LEIDY ALDANA CARRASCO

ANGIE BERRIO MARTÍNEZ

GISELLE HERAZO MORENO

DOCENTE:

HILDA PRIAS VANEGAS

UNIVERSIDAD DE SUCRE

FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD

PROGRAMA DE ENFERMERÍA

ASIGNATURA: SALUD MENTAL

SINCELEJO- SUCRE

2015

PERSONALIDADES PATOLÓGICAS LEVES

(PATRONES BÁSICOS DE RETRAIMIENTO)

INTRODUCCIÓN

El predominio histórico de la psiquiatría hospitalaria, que se ocupa casi siempre de casos graves, imprime al estudio de la psicopatología un enfoque limitado y demasiado específico. Por esta razón, tanto los profesionales como el público creen que solo hay que considerar objeto de la psicopatología a las personas gravemente enfermas. Esto refleja el hecho de que tradicionalmente los psiquiatras se han ocupado de pacientes hospitalizados, y lo que es más significativo, supone dejar de reconocer que los trastornos leves denotan la presencia de procesos patológicos semejantes a los que pueden observarse en casos avanzados y olvidar que estos patrones menos graves son precursores de trastornos más graves.  

Los textos que abordan el tema no deberían seguir considerando superficialmente los trastornos leves. Y en efecto, estos desajustes no solo forman parte integrante del estudio psicopatológico por derecho propio, sino que son fundamentales para comprender los procesos básicos que subyacen en los trastornos más graves y que los fomentan. Por estas razones se hablará en profundidad de los síndromes clínicos leves o menos graves.

CONCEPTO DE PATRÓN DE PERSONALIDAD

En los primeros años de vida los niños ponen de manifiesto una amplia gama de comportamientos espontáneos. Existe un comportamiento aparentemente caótico que tiene una función exploratoria; los niños “prueban” durante este periodo diversas posibilidades de hacer frente a su entorno. A medida que pasa el tiempo, el niño aprende cuáles son las técnicas que “funcionan”, es decir, cuáles son entre los diversos comportamientos adoptados, los que le permiten lograr sus deseos y evitar los inconvenientes.

 A lo largo de estos años tiene lugar un proceso de modelación en el que la gama de comportamientos inicialmente diversos se reduce, se selecciona y cristaliza finalmente en preferencias específicas respecto a lo que debe perseguirse y conseguirse. Así, el niño va formándose un patrón específico de características que arraiga en él profundamente, que no puede ser erradicado fácilmente y que impregna todas y cada una de las facetas de su actividad.  

Por tanto, cuando hablamos de un patrón de personalidad nos estamos refiriendo a esas formas de actividades intrínsecas y penetrantes que resultan de la matriz que ha determinado el historial del desarrollo del individuo y que en un determinado momento han caracterizado sus percepciones y su manera de hacer frente al entorno. Se opta por el término patrón por dos razones: en primer lugar para hacer hincapié en el hecho de que estos comportamientos y actitudes derivan de la constante y penetrante interacción de las disposiciones biológicas y de las experiencias aprendidas; y en segundo lugar, para reflejar el hecho de que estas características de la personalidad no son un simple baturrillo de tendencias de conducta desconectadas, sino una tupida red de necesidades, actitudes y comportamientos.

DISTINCIÓN ENTRE PATRONES DE PERSONALIDAD NORMALES Y PATOLÓGICOS.

La normalidad y la patología son conceptos relativos; son cotas arbitrariamente establecidas dentro de un continuum o gradatoria. Cuando un individuo manifiesta habilidad para abordar su entorno con flexibilidad y capacidad de adaptación y cuando sus comportamientos y percepciones características fomentan el aumento de las gratificaciones personales, entonces cabe afirmar que posee un patrón de personalidad normal y sana. En cambio, cuando reaccionan ante las responsabilidades y relaciones de la vida diaria de forma poco flexible o defectuosa, o cuando los comportamientos o percepciones característicos del individuo fomentan el aumento del malestar personal o reducen su posibilidad de aprender y desarrollarse, cabe hablar de un patrón de personalidad patológico.

Cabe resaltar que existen tres signos patognomónicos importantes:

  1. El individuo muestra una escasa flexibilidad para adaptarse. Es decir, que las estrategias alternativas que emplea en su relación con los demás a fin de lograr sus objetivos y hacer frente a los conflictos y sobretensiones no solo son escasas, sino que las desplega de una manera rígida y las aplica a unas situaciones para las que no está bien preparado. Además, el individuo no solo es incapaz de adaptarse a los acontecimientos, sino que pretende modificar las condiciones de su entorno de tal modo que este no le exija desplegar comportamientos que vayan más allá de su escaso repertorio.

  1. El individuo tiene tendencia a crear círculos viciosos. Las experiencias patogénicas conducen a percepciones, necesidades y comportamientos que perpetúan e intensifican las dificultades del individuo.   Las constricciones protectoras, las distorsiones perceptivas y cognoscitivas, la generalización del comportamiento y la compulsión repetitiva son procesos mediante los cuales el individuo restringe su capacidad de adquirir nuevas experiencias, crea sobretensiones donde objetivamente no las hay y provoca en los demás unas reacciones que reactivan anteriores problemas.

  1. El individuo posee una escasa estabilidad, es decir, fragilidad o falta de resistencia en situaciones causantes de stress. Estos individuos son extraordinariamente propensos a desarrollar anomalías en los patrones establecidos. Frente a la realidad de los fracasos mediatos, temerosos de que no vuelvan a emerger viejos conflictos no resueltos y diferencias que les impidan hacer acopio de nuevas maniobras de adaptación, se sienten inclinados a abandonarse a mecanismos de negativa y distorsión más patológicos, a unos controles menos adecuados y a una percepción de la realidad menos objetiva.

PATRONES BÁSICOS DEL RETRAIMIENTO

Es importante tener presente que los patrones a describir caracterizan a unas personas que mantiene un moderado equilibrio en la actividad cotidiana y vital. Los rasgos “patológicos” que poseen escapan a menudo a la observación y, si llegan a advertirse, es difícil distinguirlos de los que se consideran “normales”.

El individuo retraído es típicamente introvertido, se muestra ajeno y circunspecto; tiene dificultad en establecer estrechos lazos de amistad, prefiere no ligarse a los demás, parece desinteresarse y tiende a evitar las actividades sociales. En general, encuentra pocas compensaciones en las relaciones personales.

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