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Pena De Muerte


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2014  •  5.650 Palabras (23 Páginas)  •  207 Visitas

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PENA DE MUERTE

INTRODUCCIÓN

Sin duda alguna, la pena de muerte es la sanción más grave y antigua de la historia. Seguramente por ello, es la que ha producido, y sigue haciéndolo en la actualidad, un mayor debate o discusión. Este carácter de conflictivo, es debido, también, a que dicha sanción, conlleva un modo de ver la sociedad y, en particular al individuo, en especial el sujeto delincuente. Así, en el debate, se ven implicadas muchas disciplinas, etiquetadas bajo el nombre de Ciencias sociales, que van des de la sociología a la criminología, pasando por la política, la filosofía y el derecho entre otras. También es evidente, que la religión, a pesar de no ser una de estas disciplinas, también se ve implicada, puesto que la religión también da una visión del mundo y de las personas.

Precisamente, por su historia y por sus implicaciones, nos hemos querido adentrar en el tema, aunque sea de una manera superficial, dadas las restricciones, tanto de espacio como de tiempo, a las que estamos sujetos. Con tal objetivo, dividiremos el trabajo en tres grandes bloques: el primero, la evolución histórica de dicha pena, en dónde también hemos incluido una breve cronología sobre la pena de muerte en España; el segundo, la situación actual en el mundo, cuántos países la practican todavía y cuántos no, junto algunos de los acuerdos suscritos para su abolición; y por último, el tercero, en el que intentaremos abordar los argumentos tanto a favor como en contra de ella. Por último, y a modo de conclusión, intentaremos hacer un balance de lo que hemos expuesto y comentar, además, algunas de las alternativas a la sanción capital y sus problemas.

ANÁLISIS

Para todos aquellos que no vivimos en países donde todavía se aplica la pena de muerte, puede resultarnos un poco raro el imaginarnos que todavía existe el mundo 23 países que tienen dentro de su sistema de justicia la pena capital. Pero y si analizamos mejor cuáles son los motivos de por qué existen algunos estados que todavía mantienen la pena de muerte y si están demostrados estos motivos o solamente se sustentan en intereses particulares o falsas creencias.

Uno de los motivos principales que mantienen la “legalidad” de la pena de muerte en muchos de estos países, es su uso como elemento disuasorio de cometer delitos. Muchos políticos argumentan aún que la pena de muerte es una medida necesaria para controlar la delincuencia y disuadir el incremento de los delitos. Sin embargo, datos de distintas partes del mundo han demostrado que la pena de muerte no frena por sí sola la ejecución de delitos. En varios estados que abolieron la pena de muerte, los indicios no muestran que los delitos violentos aumenten en ausencia de la pena de muerte. Por ejemplo, en Estados Unidos, la media de asesinatos en 2004 en estados en los que existe la pena de muerte era de 5,71 por 100.000 habitantes, mientras que, en estados libres de la pena capital, este porcentaje era tan sólo de 4,02 por 100.000 habitantes.

En 1995 cuando Sudáfrica abolía la pena de muerte, en la declaración del Tribunal Constitucional el mismo señalaba que: ''Nos engañaríamos a nosotros mismos si creyésemos que la ejecución de [...] un número comparativamente reducido de personas cada año [...] es la solución al índice inaceptablemente elevado de delincuencia [...] El mayor elemento disuasorio de la comisión de delitos es la probabilidad de que los delincuentes sean detenidos, condenados y castigados. Ésa es la carencia de nuestro sistema de justicia penal.

En un estudio hecho por la Universidad Northwestern de Chicago, se consultaron a 79 expertos en criminología de la Sociedad Estadounidense de Criminología, dentro de los cuales casi el 88,2% respondió “no” ante la pregunta de si “la pena de muerte es disuasoria”, marcándose un ligero aumento respecto a los resultados de un estudio similar hecho en 1996, donde esa respuesta se observó en un 83,6%. Asimismo, cuando fueron preguntados acerca de si la abolición de la pena capital en un estado estadounidense modificaría el número de muertes, el 87 por ciento de los interrogados “piensa” o “está convencido” de que no, manteniéndose la cifra de 1996 (86,5%) casi invariable.

Otros estudios como el realizado por las Naciones Unidas en 1988 y actualizado en el año 2002, llegaba a la siguiente conclusión: "[...] no es prudente aceptar la hipótesis de que la pena capital tiene un mayor poder disuasorio sobre los asesinatos que la amenaza y aplicación de la cadena perpetua, pena supuestamente inferior"

En este mismo estudio, al analizarse los datos sobre la relación entre los cambios en la aplicación de la pena de muerte y los índices de criminalidad, se dice: "El hecho de que las estadísticas continúen apuntando en la misma dirección es un argumento convincente de que los países no tienen por qué temer cambios súbitos y graves en los índices de criminalidad si reducen su recurso a la pena de muerte".

Sumado a esto, las cifras más recientes de criminalidad recopiladas en países donde no existe la pena capital no demuestran que la abolición haya producido efectos negativos. En Canadá, por ejemplo, el índice de homicidios por 100.000 habitantes descendió del nivel máximo del 3,09 alcanzado en 1975, año anterior a la abolición de la pena de muerte para el delito de asesinato, al 2,41 en 1980, y desde entonces ha descendido aún más. En 2003, 27 años después de la abolición de la pena capital, el índice de homicidios era del 1,73 por 100.000 habitantes, un 44 por ciento inferior al de 1975, y el más bajo en tres décadas.

Ahora, estos motivos para seguir defendiendo la pena de muerte nos dejan otra clase de dudas: ¿Acaso un delincuente va dejar de cometer un delito por temor a ser capturado y condenado a pena de muerte, porque el temor a ser condenado a 40 años o prisión perpetua no es castigo suficientemente “fuerte”?

Otros de los motivos que usualmente se atribuyen a la pena de muerte es la atrocidad con que son cometidos algunos delitos y por ende la sociedad debe mostrar su rechazo a estos actos ejecutando al perpetrador. Pero acá me surge la otra duda: ¿es con una ejecución como se condena un homicidio? El estado condena la violencia física también con violencia física queriendo dar un ejemplo y peor aun cuando es bien conocido que, los sistemas de justicia penal son vulnerables a la discriminación y al error. La experiencia demuestra que la pena de muerte se impone a algunas personas, mientras que quizás otras que han cometido delitos similares o incluso peores se libren de tal castigo. Los presos ejecutados no son única y necesariamente quienes han perpetrado los peores crímenes,

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