Platon Y La Alegoria De La Caberna
Enviado por gabita7 • 4 de Junio de 2014 • 6.221 Palabras (25 Páginas) • 380 Visitas
FUNDAMENTOS DE LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL
Lic. Martha Como
I- Platón y la Academia
Platón nació en Atenas aproximadamente en el año 427 a.C. en una familia noble y con ilustres ascendientes. Cuando tenía veinte años, tuvo lugar un acontecimiento que marcaría su vida y su filosofía: el encuentro con Sócrates quien, en ese momento tenía sesenta y tres años. Tal vez tanto como las enseñanzas recibidas de su maestro, influyó en Platón la injusticia que había cometido la Polis hacia uno de sus mejores ciudadanos.
Quizás sea este hecho lo que lo haya llevado a enfatizar tanto el problema de la educación de los ciudadanos, cuanto la necesidad de organizar la Polis de modo tal, que no pueda darse en ella la injusticia, lo que sólo podría lograrse en una Ciudad gobernada por filósofos. Esta prioridad dada a los temas éticos y políticos, se ve reflejada en su obra, en la que se destacan por su amplitud, La República, El político, y Las Leyes, tres escritos dedicados justamente a tales temas. Además, su intento por llevar a la práctica la polis ideal que vislumbra en La República, lo conducen a viajar a Sicilia y a involucrarse con políticos como Dionisio, quien tal vez por desconfianza de la prédica de Platón, termina aprisionándolo y vendiéndolo como esclavo. Afortunadamente, un amigo lo reconoce, paga el rescate y Pktón vuelve a Atenas en el año 387 a.C. 2
Allí funda una escuela de filosofía, la Academia, la primera en estar organizada como una universidad, con bibliotecas, alojamiento para los estudiantes, salas de conferencia, etc., a la que concurren alumnos de todos los rincones de Atenas, y que sobrevivirá durante muchos siglos a la muerte de Platón, más allá de las modificaciones que fueron introduciéndose a lo largo del tiempo.
Las obras de Platón nos han llegado en manuscritos algunos de los cuales se remontan a la Edad Media, y salvo la Apología, y las Cartas, todas las demás están escritas en forma de diálogos. Como ya dijimos, en la mayoría de estos diálogos el protagonista es un personaje llamado Sócrates, lo que conlleva el problema de distinguir entre las enseñanzas del maestro y el pensamiento de Platón. Pero es muy probable que ese estilo dialogal se encuentre inspirado en las conversaciones de Sócrates. Es preciso remarcar la importancia que tienen los mitos en la obra de Platón. Muchas veces recurre a imágenes para expresar sus ideas, lo que fue criticado no sólo por su discípulo, Aristóteles, sino también por muchos críticos contemporáneos. Pero es preciso comprender que en Platón coexisten el matemático racionalista, el misticismo religioso y el filósofo artista capaz de mostrar en una imagen lo que llevaría muchas palabras explicar.
La filosofía de Platón
Platón, tanto como Sócrates, tiene como principales contrincantes a los sofistas, ya que aún los mejores entre ellos, habían llegado a un relativismo subjetivista según el cual "el hombre es la medida de todas las cosas", y, por lo tanto, no hay medida, sino este individualismo extremo que conduce inexorablemente al escepticismo, intelectual ; moral.
Frente a ese relativismo, Sócrates opone la unidad de la esencia, cuyo conocimiento por vía de un trabajo del entendimiento, construye los conceptos, que poseen validez objetiva, es decir, una validez que no depende de la opinión de ningún individuo. Pero Sócrates no nos dice qué son las esencias, es decir, cuál es su determinación ontológica, o, lo que es lo mismo, cuál es el modo de ser, de estas esencias. Será Platón quien retome este problema no resuelto por su maestro, y quien le otorgue a las esencias el más elevado y jerárquico modo de ser. En efecto, Platón nos presentará una ontología jerárquica, que, en un primer lugar, distingue el modo de ser de los entes del mundo que nos rodea, entes que son perceptibles por nuestros sentidos, y el modo de ser de las esencias que constituyen un estrato jerárquicamente superior con relación a 3
los entes sensibles. Una de las alegorías más conocidas de la obra de Platón es la "alegoría de la caverna", que es un mito, pero que expresa con claridad la intuición platónica de que más allá del mundo cambiante y relativo del devenir, hay otra realidad absoluta y eterna que no es visible por los ojos de la cara, sino sólo inteligible por el intelecto o nous.
Expondremos brevemente esta alegoría que nos conducirá al núcleo central del pensamiento platónico.
La alegoría de la Caverna y la teoría de los dos mundos
Esta alegoría se encuentra en el libro VII de La República, un texto de la madurez de Platón, en el que se expone la teoría de las Ideas, que es propia del pensamiento platónico y no es una teoría socrática más allá de que Sócrates es el personaje literario en boca de quien pone Platón su teoría. Haremos una breve síntesis de la misma.
Están dialogando Sócrates y Glaucón, y el primero le pide al otro que imagine el interior de una caverna, que se encuentra en penumbras con una sola puerta de entrada por la que se filtra la luz exterior. En esa caverna, mirando a la pared y de espaldas a la luz, se encuentran hombres encadenados desde que nacieron, que sólo perciben las sombras que se proyectan sobre la pared a partir de hombres y cosas reales que transitan por fuera de la caverna. Estos pobres prisioneros, sólo han visto del mundo real que esta fuera, esas sombras proyectadas sobre la pared, y. por lo tanto, toman a esas sombras por la verdadera realidad.
¿Qué quiere decirnos Platón con esta imagen? En primer lugar, los prisioneros simbolizan a los hombres comunes que habitamos el planeta, en tanto que la caverna, que es la prisión a la que están encadenados, simboliza el cuerpo en el cual se encuentra prisionera el alma. Y las sombras proyectadas sobre la pared, son nuestras percepciones sensibles, que toman por la verdadera realidad, ésta que nos rodea en la Tierra. Pero la verdadera realidad está en otra parte. Y éste es el núcleo del pensamiento platónico: la consideración de que los entes que podemos ver y tocar con nuestros sentidos no son sino sombras o copias imperfectas de una realidad absolutamente real, y jerárquicamente superior a los entes sensibles. Esa realidad absoluta, está en otra parte a la que Platón denomina topos tiranos, es decir el "lugar celeste", lugar celeste que la posteridad ha denominado "el cielo platónico". 4
Luego, para Platón, habría dos mundos: el mundo terrenal en el que habitamos y al que percibimos con los sentidos, cuyos entes son imperfectos, cambiantes, sometidos al devenir, que nacen y mueren, y que poseen una cuasi realidad, porque en ellos coexisten el ser y el no ser, y por lo tanto, cambian y devienen, y otro mundo celestial en el que
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