Suicidio Asistido

Suicidio asistido

Hoy hablaré sobre el suicidio asistido, un polémico tema que comenzaré con la siguiente cita: Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado. Frase icónica de Napoleón Bonaparte.

El suicidio es un problema social que inquieta a los mandos de la sociedad. Tanto es así que el orden gubernamental construye estadísticas y planes de control poblacional con el fin de diseñar estrategias para capturar, agenciar y regular el problema, en el caso del suicidio asistido solo puede implementarse si se cumplen con las condiciones de portar una enfermedad terminal, tener completa lucidez mental y el irónico requisito de no tener motivos egoístas. Las preguntas principales son ¿Tenemos derecho a terminar con nuestra vida? Y ¿Existe una manera de morir dignamente? Morir dignamente no es usar tu autonomía para quitarse la vida, sino asumir libre y conscientemente esta fase de la vida, la fase en la que sientes que seguir viviendo ya no vale la pena por el sufrimiento que cargas. Se puede morir en condiciones dignas de un ser humano, es decir, acompañado de personas que te quieren con afecto sincero, y en buenas condiciones sanitarias y materiales. Morir con dignidad no significa morir sin dolor gracias a una intervención médica o suicidio asistido. Existe una vida digna, existe una muerte digna, pero no existe un suicidio digno, porque la dignidad es lo absoluto del ser y se es digno simplemente por el hecho de estar vivo. La vida humana tiene un grandísimo valor y siempre vale la pena vivir por algo.  Anticipando la afirmación de que objetivamente el suicidio siempre es un mal, podemos añadir que por tanto también está mal inducir, animar o ayudar a alguien a cometer un suicidio. Va contra la dignidad humana porque es no reconocer la vida ni el ser de la persona, es apoyarle en decir: no vale la pena que sigas presente entre nosotros, tú existencia no nos aporta nada, incluso nos pesa. Un enfermo terminal tiene derecho a una muerte digna cuando se le respeta y atiende al límite de los recursos disponibles para mantenerlo vivo. Se respeta su dignidad cuando no se le obliga a renunciar a sus derechos, cuando puede tomar sus propias decisiones conforme al derecho natural. En esta forma, un suicida no puede alegar la dignidad de un supuesto derecho a provocar su propia muerte (y aún más a recibir asistencia en su suicidio) al atentar contra el derecho fundamental de todo ser humano: la vida misma. Desde la vista legal actualmente el suicidio asistido solo es permitido en Suiza, considerándose como asesinato por el resto del globo, religiosamente hablando o por lo menos en el cristianismo el suicidio siempre será considerado como asesinato y un acto en contra de dios y que va en contra de sus  mandatos, citando textualmente la biblia Reina Valera, específicamente en 1 Corintios 16-17: ¿No sabeis que sois el templo de Dios y que el espíritu de Dios mora en vosotros?, si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual vosotros sois, santo es. Por último, citando de nuevo a Napoleón con la cita que dice: Se requiere más valor para sufrir que para morir. No importa cuales son los motivos por los cuales se quiera acabar con la vida propia, ¿Es el sufrimiento? Hay mucha gente que sufre mismas o peores condiciones, el suicidio es un acto de cobardía, por no afrontar las aflicciones de la vida y un acto de egoísmo con nuestros seres queridos y con el resto de la sociedad, ¿Quiénes somos para determinar que no merecemos sufrir al igual que el resto de las personas? Una de las posibles soluciones de la cual ya se esta discutiendo son los cuidados paliativos que pueden llegar a mejorar emocionalmente a una persona para que tenga un posible cambio de opinión y que en verdad pueda llegar a tener una muerte digna no alterando el orden natural de las cosas y teniendo el conocimiento de que el regalo mas preciado que se nos concedió… es la vida.

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