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Transtorno de Identidad Disociativo


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2021  •  Documentos de Investigación  •  3.608 Palabras (15 Páginas)  •  142 Visitas

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Transtorno de Identidad Disociativo

oRIGEN Y CARACTERÍSTICAS

Ángel Esaú Michel Gálvez | Comunicación Profesional | Trabajo final


Introducción:

Los trastornos disociativos son un problema de salud mental frecuentemente oculto e ignorado. Entre todos ellos, el trastorno de identidad disociativo (TID) constituye la patología más grave y compleja. Su curso habitualmente es crónico, y se caracteriza principalmente por una alteración en la memoria autobiográfica y del sentido de identidad única.

Es un trastorno mental caracterizado principalmente por la alteración de la memoria autobiográfica y la identidad (con presencia de múltiples personalidades), así como por problemas en la percepción, de la conciencia y del control volitivo. Suele manifestarse, de forma transitoria o crónica, en personas predispuestas a la disociación que han sufrido un trauma grave durante la infancia. Se estima una prevalencia del TID del 1% en la población general; tasas que se incrementan en población psiquiátrica.

Los criterios diagnósticos incluyen la alternancia entre 2 o más personalidades que toman el control del comportamiento del individuo de manera recurrente y la incapacidad para recordar información autobiográfica relevante. El TID suele presentar comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos: trastorno de estrés postraumático, trastorno límite de personalidad, trastorno de abuso de sustancias, depresión y trastorno somatomorfo.

El diagnóstico diferencial debe incluir: intoxicaciones por consumo de drogas, esquizofrenia, trastornos afectivos, otros trastornos disociativos, trastorno límite de personalidad, trastornos facticios y simulación. El tratamiento fundamental es la psicoterapia; si bien el tratamiento farmacológico puede ser útil si existe comorbilidad.

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En primer lugar, nos pondremos a analizar: ¿Qué es un trastorno? ¿Cómo surge?

Hay una gran variedad de trastornos mentales, cada uno de ellos con manifestaciones distintas. En general, se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás.

Los trastornos mentales son afecciones que impactan su pensamiento, sentimientos, estado de ánimo y comportamiento. Pueden ser ocasionales o duraderas (crónicas). Pueden afectar su capacidad de relacionarse con los demás y funcionar cada día.

Existe una amplia gama de diferentes trastornos, pero en esta investigación particularizaremos en el Trastorno de Identidad Disociativo (TID) antes conocido como Trastorno de Personalidad Múltiple.

Trastorno de Identidad Disociativo

En el trastorno de identidad disociativo, antes conocido como trastorno de personalidad múltiple, la persona está bajo el control de dos identidades distintas de forma alternativa. Además, la persona no puede recordar información que normalmente recordaba fácilmente, como los acontecimientos cotidianos, información personal importante y/o acontecimientos traumáticos o estresantes.

Un acontecimiento altamente estresante ocurrido durante la infancia puede impedir en algunos niños la integración de sus experiencias en una identidad única.

Entendemos la disociación como un mecanismo de defensa inconsciente en el que un grupo de actividades mentales se separan de la principal corriente de consciencia y funcionan como una entidad separada. El trauma recurrente, severo y de parte de los cuidadores principales del niño es el detonador más frecuente de los trastornos disociativos graves.

Recordemos que un trauma es un choque o impresión físico o emocional muy intensos causados por algún hecho o acontecimiento negativo y abrumador que produce una huella duradera que no puede o tarda en superar.

La persona tiene dos o más identidades y presenta lagunas de memoria para los acontecimientos cotidianos, información personal importante y acontecimientos traumáticos o estresantes, así como muchos otros síntomas, como depresión y ansiedad.

A través de la realización de una meticulosa entrevista psiquiátrica y de cuestionarios especiales, a veces facilitados mediante hipnosis o sedantes, el médico obtiene la información necesaria para establecer el diagnóstico de este trastorno. La psicoterapia puede favorecer la integración de las identidades o, por lo menos, lograr la cooperación de las identidades existentes.

Historia de la disociación:

El concepto de disociación es uno de los más viejos y modernos a la vez. Al igual que el estudio del trauma psicológico, al cual está inseparablemente ligado, el concepto de disociación ha estado subordinado a lo largo de la historia reciente a los imprevistos político-ideológicos que condicionaron las amnesias episódicas que la caracterizaron, etapas en las cuales los avances alcanzados fueron olvidados casi totalmente durante largos períodos.

Actualmente, junto con el resurgir del concepto de trauma psicológico, y sustentado en el movimiento feminista occidental que a partir de mediados de la década de 1970 puso en primer plano el tema de la violencia doméstica y sexual contra mujeres y niños, resurgió el interés por el fenómeno de la disociación.Como lo comenté anteriormente, es un concepto viejo y nuevo, ya que existen antecedentes desde el antiguo Egipto, expresado como histera.

Como tal, el estudio formal de disociación comenzó a finales del siglo XVIII en Europa, con Eberhardt Gmelin, un médico alemán, describe minuciosamente un caso que denominó de “personalidad cambiada” en el que una joven mujer alemana comenzó a hablar perfectamente en francés; mientras su “personalidad francesa” podía recordar todas sus actividades, la “personalidad alemana” no reconocía siquiera la existencia de la francesa y sus actividades. Contemporáneamente, el Dr. Benjamin Rush, en Estados Unidos, hipotetizó que la causa de la disociación y la doble conciencia residía en la desconexión entre ambos hemisferios cerebrales.[1]

Después, en el siglo XIX comienzan a desarrollarse las hipótesis de índole psicológica. Robert Carter, en 1853, destaca que la etiología de la histeria incluye eventos externos y Paul Briquet, psiquiatra francés, en 1859 fue el primero que estableció alguna relación entre la histeria y el trauma infantil. Por esa época comienza a observarse la similitud de la sintomatología de la histeria y la “neurosis de guerra”. El médico británico Herbert Page, hacia fines del siglo XIX, llamó “shock nervioso” a la sintomatología postraumática, y atribuyó su etiología al terror experimentado, en lugar de al daño orgánico tal como era la creencia de su época. Un ejemplo de esta última tendencia la encontramos en Herman Oppenheimer, neurólogo alemán, quien además de acuñar el término “neurosis traumática” atribuía la sintomatología a sutiles cambios moleculares en el sistema nervioso. Con posterioridad a la guerra civil norteamericana Mitchell observó la similitud de síntomas entre los veteranos de la guerra y mujeres víctimas de abuso.[2]

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