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Victimización secundaria en víctimas de diferentes delitos 2. FACTORES EXPLICATIVOS DE LA VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA


Enviado por   •  29 de Abril de 2017  •  Resumen  •  11.591 Palabras (47 Páginas)  •  418 Visitas

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TEMA 3

VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA

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  1. CONCEPTO DE VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA
  1. Definición
  2. Victimización secundaria en víctimas de diferentes delitos 2. FACTORES EXPLICATIVOS DE LA VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA
  1. La cultura y el proceso de socialización
  2. Aspectos cognitivos y afectivos implicados
  1. PRINCIPALES CREENCIAS CULTURALES DISTORSIONADAS RESPECTO AL MALTRATO DOMÉSTICO Y SU REFUTACIÓN
  2. PREVENCIÓN DE LA VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA
  1. En víctimas de maltrato de pareja
  2. En víctimas de agresiones sexuales
  3. En víctimas de abuso sexual en la infancia
  4. En víctimas de terrorismo

  1. REFERENCIAS

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  1. CONCEPTO DE VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA

  1. Definición

Según Tamarit (2006) la victimización secundaria “constituye un conjunto de coste personales que tiene para la víctima de un hecho delictivo su intervención en el proceso penal en el que éste es objeto de enjuiciamiento”. A partir de esta definición se incluirían los problemas derivados de interrogatorios (policiales, judiciales…), la exploración médico- forense o el contacto con el ofensor en el juicio oral, así como los efectos   del tratamiento informativo del suceso por parte de los medios de comunicación.

Según Kühne, la victimización secundaria se refiere a “todas las nuevas agresiones psíquicas que la víctima recibe indefectiblemente tanto durante el periodo de investigación policial como a lo largo  del procedimiento judicial (interrogatorio, reconstrucción de los hechos, lentitud y demora de los procesos, asistencia a los juicios, etc. (cit. Baca, 2006).

  1. Victimización secundaria en víctimas de diferentes delitos

  1. Maltrato de pareja

La victimización secundaria se refiere  a las distintas formas mediante las cuales una persona, que está siendo maltratada en el contexto familiar, vuelve a ser victimizada cuando recurre a instituciones o profesionales en busca de ayuda (Corsi, 1994). Por otra parte, la victimización secundaria también puede ser ejercida por personas civiles allegadas o no a la víctima, ya que es muy difícil que de la sociedad en general desaparezcan los estereotipos, las ideas y los valores sociales que existen en relación con la violencia doméstica.

A nivel social, existen una serie de mitos y estereotipos -más o menos arraigados en la cultura y en cada persona- que es preciso desacreditar para evitar la victimización secundaria de las mujeres maltratadas. Estas distorsiones representan una realidad sesgada y poco objetiva del fenómeno del maltrato doméstico. Además, impiden que se erradique la lacra social que supone este grave problema social. Asimismo, estas creencias erróneas - asentadas en la mente del ser humano desde hace siglos- son muy difíciles de eliminar. De hecho, no sólo el ciudadano de "a pie" puede estar   influenciado


por estos estereotipos y mitos, sino también algunos profesionales que por su trabajo deben atender a víctimas de maltrato doméstico. Existen textos como el titulado “Mujer y refranero” que dan cuenta de múltiples creencias que todavía hoy siguen viciando las relaciones entre hombres y mujeres.

Por otra parte, las instituciones que con mayor frecuencia reciben víctimas de malos tratos domésticos son las comisarías de policía, los tribunales, los hospitales y los gabinetes psicológicos o los consultores privados (Almarcha, 2000). En ocasiones, los profesionales y las instituciones, influidos por los mitos y estereotipos culturales en torno a la violencia familiar, pueden dar respuestas inadecuadas a quienes piden ayuda. Por ejemplo, en los casos de denuncia, la dinámica judicial desempeña un papel importante en las consecuencias emocionales que presentan las víctimas. En concreto, la demora de los juicios, la exposición pública de lo ocurrido, así como en ocasiones la culpabilización de  la  víctima, contribuyen a la victimización secundaria de las mujeres maltratadas. Otros ejemplos son tener que aguantar burlas, reproches, descalificaciones o incluso comentarios que las responsabilizan del maltrato sufrido, por parte de algunos "profesionales"; en otras ocasiones se  minimiza el problema o se intenta disuadir a la víctima de la denuncia, sin haber considerado en profundidad las razones que la llevan a tomar tal decisión. Un ejemplo fue el de una mujer que acudió a una comisaría de policía a denunciar y además de disuadirle de que lo hiciera cuando llegó su pareja agresora les metieron juntos y a solas en una habitación para que “arreglaran sus problemas”. También las leyes vigentes hasta hace unos pocos años en España podían ser claramente objeto de victimización secundaria (por ejemplo, las cuotas multa que debía pagar el agresor redundaban en perjuicio de la economía familiar y del arrepentimiento de la víctima por haber denunciado, o el arresto domiciliario que en ocasiones se realizaba en el propio hogar y con la víctima presente).

Por otra parte, en ocasiones la absolución del maltratador lleva a la mujer a sentirse desprotegida ante la justicia. Otras veces su vida  –o, cuando menos, su integridad física y/o psicológica- se ve seriamente amenazada. Igualmente, algunos medios de comunicación -en su  desmedido afán de lograr mayores niveles de audiencia- sacan a la luz los casos de maltrato más graves o incluso entrevistan a las víctimas, sin reparar en las consecuencias negativas para ellas (retroceso en la recuperación psicológica, riesgo para la vida de la víctima al ser reconocida por el maltratador y sentirse ofendido públicamente, desesperado en extremo, etc.). En definitiva, las intervenciones erróneas de diferentes profesionales e instituciones tienden a agravar el dolor moral en la víctima, además de poner con frecuencia en peligro su integridad física y psicológica.


  1. Agresiones sexuales

La dinámica judicial desempeña un papel importante en relación con las consecuencias emocionales sufridas por las víctimas. El maltrato institucional, en el caso de que lo haya, o un trato inadecuado, pueden contribuir a agravar el daño psicológico de la víctima o a cronificar las secuelas psicopatológicas (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2006). En cambio una actuación judicial eficiente resulta fundamental en el reestablecimiento del equilibrio emocional de las víctimas. En estos casos es fundamental que las víctimas no aspiren a la venganza sino a una condena justa del culpable (Carrasco y Maza, 2005).

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