El Canon Bíblico
Enviado por JuanPGranja • 9 de Julio de 2013 • 2.207 Palabras (9 Páginas) • 1.852 Visitas
EL CANON
A. Introducción
La palabra griega canon (kanon), probablemente es de origen hebreo (cáneh); significa un instrumento de medición. Pasó mas tarde a significar regla, norma de doctrina o conducta. En el segundo siglo los cristianos emplearon el vocablo “canónico” para designar los escritos apostólicos, a fin de distinguirlos de otra literatura. Con el transcurso del tiempo, este término fue utilizado para referirse a la lista cerrada oficialmente de los libros considerados como Escritura Sagrada.
El canon era necesario para poder distinguir entre la simple literatura religiosa y los libros realmente inspirados, a fin de poder confiar en ellos como norma de fe y conducta.
Sobretodo debemos tomar en cuenta que la salvación misma de los seres humanos depende de que posean la doctrina correcta. Conocer acerca de la formación del canon y saber cuáles libros son inspirados nos permite confiar en la autoridad de las Sagradas Escrituras.
Debemos conocer que existen dos cánones: el hebreo y el cristiano: en nuestra Biblia que se basa en el canon cristiano tenemos 39 libros en el Antiguo Pacto y 27 en el Nuevo Pacto.
B. El canon del Antiguo Testamento
1. La triple agrupación de libros en el canon hebreo. Los judíos denominaron Tanak a su canon, a diferencia de nuestra Biblia, el canon hebreo cuenta con veinticuatro libros que se dividen así: La Ley, los Profetas y los Escritos, según la siguiente lista.
1. La ley:
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
2. Profetas:
Josué
Jueces
Samuel
Reyes
Isaías
Jeremías
Ezequiel
El libro de los doce (Oseas a Malaquías)
3. Escritos:
Salmos
Proverbios
Job
Cantares
Rut
Lamentaciones
Eclesiastés
Ester
Daniel
Esdras-Nehemías
Crónicas
2. La inspiración de los libros del canon hebreo.
¿Cómo sabemos que estos libros fueron inspirados?
a) El testimonio de los profetas mismos indica que estaban conscientes de que Dios hablaba a través de ellos.
b) El testimonio del Espíritu, esto no significa que el testimonio interior pueda ser usado para determinar la canonicidad de algún texto, pero sí significa que el creyente posee una convicción de que las Escrituras son la palabra de Dios.
c) El testimonio de Jesucristo, quien aceptó todo el cuerpo del Antiguo Testamento como la palabra autoritativa de Dios y afirmó su inspiración.
3. La formación del canon hebreo.
Existen dos puntos de vista al respecto de la formación del canon hebreo: el conservador y el liberal. El primero sostiene que los escritos inspirados llevaban el sello de la autoridad canónica desde el momento de su inspiración divina, y era independiente del reconocimiento humano o de su reunión formal como una colección de libros sagrados.
Los críticos liberales rechazan la doctrina de la inspiración sobrenatural de los libros de la Biblia, dudan de la autenticidad y las fechas tempranas de los libros del Antiguo Testamento y también de la autoría de los libros tal y como los conocemos y determinan la fecha de la canonización de la “Ley” en 444 a.C.; los “Profetas” doscientos años después, y los “escritos”, alrededor de 165-100 a.C.
Sin embargo podemos ver que muchos escritos fueron añadidos a las Escrituras tan pronto como fueron escritos, debido a que fueron reconocidos como inspirados y también podemos notar que sus autores se dieron cuenta que sus obras serían transmitidas a las generaciones futuras.
Los destinatarios del mensaje recibían provecho espiritual al leer los escritos, lo que confirmaba su creencia en el origen espiritual de dichos libros; en todo caso debemos afirmar que lo que determina la canonicidad de un libro es el hecho de que fue inspirado por Dios.
4. Los criterios que aplicaron para determinar si un libro era una auténtica escritura sagrada. Según la tradición judía, la obra tenía que ser escrita por un profeta o alguien que tuviera el don de profecía. La prueba determinante era el testimonio del Espíritu Santo con respecto a la autoridad de su propia palabra, este testimonio hacía que la comunidad sintiera, en lo más profundo de su ser, que ese libro era la mismísima palabra de Dios y, de ahí en adelante ese libro era de uso continuo en la comunidad, además satisfacía las necesidades espirituales del pueblo.
5. El período en que el canon hebreo fue formado. A este tiempo se lo llama “período profético”, que empezó en la época de Moisés y terminó en la de Malaquías, Flavio Josefo, historiador judío del II Siglo creyó que se terminaron de escribir hasta el reinado de Artajerjes.
Para los críticos liberales el canon se cerró hasta la reunión de Jamnia, en el 90 d.C. Pero en esta reunión los rabinos judíos se enfocaron solamente en la confirmación formal del canon, y no en la formación del mismo. Además, el testimonio de Josefo indica que el canon hebreo ya se había aprobado hacía mucho tiempo, por el uso de los libros inspirados.
En resumen, se cree que el canon básicamente quedara fijado cerca del 400 a.C.
C. Los libros apócrifos
Los catorce libros apócrifos (ocultos) o deuterocanónicos (segundo canon) que están incluidos en las Biblias de la Iglesia Católica Romana y Ortodoxa Griega, reciben el nombre de apócrifos no porque presenten verdades ocultas sino porque no están aprobados para lectura pública. Fueron escritos principalmente en el siglo II a.C.
Algunos son de pura ficción, y otros tienen valor histórico, pero, ¿por qué no están incluidos en la Biblia protestante?
1. No existe evidencia de que los judíos de Palestina los consideraron libros sagrados. Aunque fueron incluidos en la Septuaginta por voluntad del rey Alejandro Filadelfo, que deseaba incluir todos los libros de los judíos; estos libros no están en los tárgumes arameos ni en la Peshita siria en su forma más antigua, además los rabinos de Jamnia los rechazaron.
La inclusión de los libros apócrifos es un fenómeno cristiano y no judío. Jerónimo, gran erudito del siglo IV declaró que estos libros no debían considerarse como igualmente autoritativos que los libros canónicos, sin embargo el concilio de Trento en 1546 d.C. declaró canónicos doce libros apócrifos, mientras que los reformadores del mismo siglo los rechazaron.
2. Ninguno de los escritores sostiene la inspiración de sus obras
3. Nunca son citados en el Nuevo Testamento. Aunque los apóstoles usaron la Septuaginta, nunca citaron los libros apócrifos.
4. Si bien algunos de los libros
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