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Facultad de Teología Capitulo II


Enviado por   •  25 de Julio de 2016  •  Ensayo  •  5.163 Palabras (21 Páginas)  •  241 Visitas

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UNIVERSIDAD ADVENTISTA DEL PLATA

Facultad de Teología

Capitulo II

Presentado en cumplimiento parcial de

la cátedra: Investigación Guiada II

Por

Emmanuel Hassanié

29 de Octubre de 2013

SANTUARIO: REVELACIÓN Y ORIGEN

Introducción

Desde la entrada del pecado Dios puso en funcionamiento el plan de rescate del hombre, y le dio un rito que iba a ser un anti tipo de lo que Jesús haría en la cruz. Sin embargo con el correr de los siglos y bajo la revelación progresiva que Dios brindaba sobre su plan;  Moisés, luego de ser librados de Egipto, recibió instrucciones de construir un tabernáculo según el modelo del santuario celestial, arrojando así más luz en cuanto a la obra de mediación de Cristo en el santuario. Dicho esto surgen algunos planteamientos como por ejemplo: cuando Dios le da a Adán y Eva y el rito de la expiación en Gén. 3, aparentemente no se menciona el aspecto del sumo sacerdocio, en algunos capítulos posteriores a Melquisedec se lo considera sacerdote de Dios siendo contemporáneo de Abraham viviendo varias generaciones antes de Moisés. Para ello es importante preguntarse lo siguiente: ¿Qué aspecto de lo revelado por Dios a Moisés, a cerca del santuario, existió con anterioridad?

Esta investigación parte de la hipótesis que ya desde antes de la revelación del modelo del santuario celestial a Moisés, Dios reveló a su  pueblo  algunos aspectos (además del sacrificio del animal) que estarían incluidos en el santuario.  

Es por esto que este capítulo se propone investigar qué aspectos desde Gén. 3 hasta Moisés se conocían, que fueron incluidos lógicamente en el santuario y sus servicios. Esto nos ayudara a tener un seguimiento de la historia de los servicios que Dios propuso para ilustrar a sus hijos el plan de salvación, que se plasma integralmente con Moisés recibiendo el modelo del santuario celestial.

Bosquejo: Capítulo II

1.        La ley de Dios

2.        La presencia de Dios

3.        Juicio

4.        El conocimiento de los ángeles y su participación.

5.        Los sacrificios

6.        Oficio del sacerdote

7.        Tipos de animales: limpio-impuro

8.        Ofrenda y diezmos

La ley de Dios

        Un primer aspecto importante que atraviesa a toda la teología del santuario y que estaba físicamente dentro del santuario, en el mismo lugar donde la presencia de Dios se manifestaba, son las dos tablas de la ley, que tenían registrados los diez mandamientos dado por Dios a Moisés en el Sinaí (Éxodo 20). Esta estaba dentro del arca del testimonio. 1Juan 3:4 dice: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”; y Rom 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Por lo tanto ley era un tema de suma importancia ya que los sacrificios expiatorios del santuario (levítico 16) representaban el perdón de pecados a causa de la transgresión de la ley y la muerte vicaria de Cristo por ellos. El pecado existe desde el principio de la historia de la humanidad (Génesis 3) por lo tanto la infracción de la ley se da desde el mismo comienzo, y por consecuencia la ley es conocida por el ser humano desde el mismo principio. Sin embargo muchos teólogos alegan que la ley fue dada exclusivamente al pueblo judía. Argumentando en contra de esto y probando que la ley estuvo en conocimiento en obediencia o no desde el principio, y basado en un segmento de un artículo del Tratado Bíblico Adventista (nota pie pag 525-527) se intentara exponer brevemente este argumento.[1]

        En primer lugar la biblia desde el génesis hasta el apocalipsis presenta a la ley como eterna. Aunque en el libro de Génesis en el relato de la creación no menciona en detalle los principios de la ley antes del Sinaí, si se subraya los deberes y responsabilidades del hombre para con Dios y su prójimo. Teniendo en cuenta que los primeros cuatro mandamiento son en relación con Dios, y los últimos seis para con el prójimo. Exponemos lo siguiente: en cuanto al 1° y 2° mandamiento Jacob los insto: Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado. (Gen 35:2-3). El 3° que prohíbe tomar el nombre de Dios en vano se refleja en el compromiso de Eliezer que inspiraba confianza en Abraham. El texto dice: “y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito” (Gen 24:3). En cuanto al 4° mandamiento que está en relación al descanso sabático claramente Génesis 2:2,3 dice: “2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gen 2:2-3); El 5° mandamiento ordena honrar a los padres, Gen 18:19 dice: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio”; con lo cual el Señor, para que haría “venir Jehová sobre Abraham lo que [había] hablado acerca de él”; El 6° se hace notorio que es infringido en Génesis 4:8-11; el 7° mandamiento expresa no cometer adulterio, Génesis 39:9 dice: “No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”; el 8° mandamiento que ordena no hurtar es aludido en Génesis 44:8: “He aquí, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos a traer desde la tierra de Canaán; ¿cómo, pues, habíamos de hurtar de casa de tu señor plata ni oro?”; el 9° mandamiento que prohíbe el engaño o la falsedad se refleja en Génesis 27.12: “Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición”. Finalmente el 10° y último mandamiento del decálogo el tratado Adventista dice en cuanto a no codiciar la esposa del prójimo o su propiedad:

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