JESUS VS ESTADO ISLAMICO
Enviado por Cynthia Polar Quiroz • 11 de Mayo de 2016 • Ensayo • 1.915 Palabras (8 Páginas) • 316 Visitas
“Pidan y se les dará, busquen y encontrarán,
llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra: y al que llama se le abre.”
Mateo 7. 7-8
¿Cuál es la relevancia que tiene hoy en día el fundamentalismo religioso? ¿Bajo qué conceptos se considera el Islam un ejemplo contemporáneo de fundamentalismo religioso? En este contexto, ¿se podría considerar la prédica de Jesús una crítica a este ejemplo de fundamentalismo religioso? Estas son algunas de las principales preguntas que se intentarán desarrollar en el presente trabajo académico.
Para poder entender por qué es considerado el Estado Islámico un ejemplo de fundamentalismo religioso debemos remontarnos a los orígenes de dicho estado. Como nos dice Samir Khall, en la entrevista que le realizaron Giorgio Paolucci y Camille Eid, del libro titulado Cien preguntas sobre el Islam, en un contexto histórico-geográfico, el islam se desarrolló entre los años 610 y 632 principalmente en La Meca y Medina, ciudades pertenecientes a la península Arábiga. El encargado de desarrollar esta religión fue Mahoma, quien luego de una suerte de retiro espiritual tuvo la convicción de dar a conocer el Dios único. Lo que buscaba Mahoma era constituir una religión monoteísta con una base de creencias sólidas, muy parecidas a las del cristianismo. La única diferencia es que no concibe la connotación de “hijo de Dios” que se le da a Jesús puesto que, para él, un ser tan divino y omnipresente como Dios, que ha creado todo cuanto existe, no puede tener un hijo de carne y hueso al que ha mandado para “salvarnos”.
Si bien Mahoma escribe el Corán, libro en el que se basa el Islam, la interpretación al pie de la letra de dicho libro es la principal razón por la que se considera fundamentalismo religioso al Estado Islámico. Un claro ejemplo es el que se nos da en el libro Cien preguntas sobre el islam, donde Samir Khall nos explica la distinción entre jihᾱd akbar (el gran jihᾱd) y el jihᾱd asghar (el pequeño jihᾱd). Uno de ellos se refiere directamente a la lucha contra el egoísmo y los males de la sociedad, en otras palabras una lucha ético – espiritual. Mientras que el otro es una “guerra santa” contra los infieles a Dios. Como se puede notar, en el actuar de los islámicos, la interpretación de lo escrito en el Corán es directa y casi literal. La ideología que se les ha implantado tan fervientemente es que tienen que obedecer al pie de la letra todo cuanto este escrito en el libro sagrado.
Es debido a esto que se considera a Mahoma un profeta de la religión islámica y en consecuencia a esto surgen los Califatos, donde el Califa vendría a ser un sucesor de Mahoma, sin llegar a ser un profeta, y es quien toma el mando para ser él quien ordene y corrobore que se realice lo que dice el Corán.
Expuesto lo anterior, podemos decir que el Estado Islámico es un estado que sigue ideologías al pie de la letra con un sustento teóricamente claro que viene desde hace siglos y que ha mantenido “estable” a dicha organización de personas. Es ésta la razón por la que sigue vigente y, si bien la religión católica aún se mantiene como la religión con más fieles, el crecimiento de la población creyente del Islam se ha incrementado de manera indescriptible en los últimos años.
Por otro lado, si nos detenemos a hacer un breve análisis sobre la prédica de Jesús, nos podemos percatar de dos tiempos que difiere entre sí: uno antes de la prédica de Jesús y el otro es la prédica de Jesús per sé.
En el estadío de tiempo comprendido antes de la prédica de Jesús, se podría hallar cierta similitud con el Estado Islámico desde la premisa que establecía el seguimiento incuestionable de lo dicho en la Biblia mediante los profetas y “hombres Dios” a través del tiempo; es decir, las doctrinas que estaban escritas en este libro sagrado para la religión católica eran mandatos supremos. Una muestra de ellos es que Jesús era considerado un revolucionario en el sentido que no le importaba brindar ayuda a un “hermano” así fuese lunes, viernes o sábado, día que estaba designado al descanso y consagrado únicamente a Dios. Otro ejemplo es la estricta rigurosidad que se tenía al momento de poner en práctica los diez mandamientos dados por Moisés, que estaban escritos en el antiguo testamento de la Biblia. Cuando se descubría que se había faltado a alguno de estos mandatos, se consideraba pecador a dicha persona y merecía un fuerte castigo.
Sin embargo, lo que buscaba Jesús era una dualidad en las dinámicas de los creyentes. Como se explica en el capítulo 6 de libro titulado La ética de Jesús, él busca un dinamismo “centrípeto” y “centrífugo”, es decir, que no sólo se base en buscar el bien de uno mismo sino también el bien de los demás. Esta práctica se ve claramente reflejada en el accionar de Jesús, en la búsqueda del bien para el prójimo.
Si bien Jesús durante su vida pública, no fue bien visto por las cabezas del judaísmo, puesto que era considerado un blasfemo al autodenominarse “el hijo de Dios”, en las Sagradas Escrituras sí existen claras referencias veterotestamentarias de un “Mesías” o “Enviado”, que lograría la salvación del pueblo judío, cuya historia había estado marcada reiteradamente por la subyugación a Estados más poderosos, generalmente paganos, que ponían siempre en peligro la existencia del pueblo de Dios. Sin embargo, era muy difícil creer que fuera Jesús, un carpintero pobre de Nazareth nacido de una muchacha campesina y un padre igualmente carpintero, quien pudiera alzarse como el liberador del pueblo de David. La concepción de liberación estaba entendida por los hijos de Israel como una revolución militar que permitiera volverlos un estado autónomo, lejos de toda la opresión sufrida a manos de los diversos pueblos mesopotámicos y finalmente romano. Bajo estos términos, Jesús fácilmente fue descartado como posible “enviado”, por parte de muchas de las más altas autoridades religiosas y políticas de la época debido a su condición humilde.
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