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Los laicos


Enviado por   •  26 de Abril de 2016  •  Documentos de Investigación  •  2.715 Palabras (11 Páginas)  •  361 Visitas

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Introducción

        El concilio Vaticano II, los documentos eclesiales, las conferencias episcopales, y las reflexiones de un sin numero de teólogos, invitan a la Iglesia a tomar conciencia  de su misión en este mundo.

        La labor de los laicos es un tema que la Iglesia debe estar al tanto. Se sabe que los laicos tienen una misión muy cercana a la esencia de la Iglesia. Sin embargo hoy en día los laicos han cobrado una relevante importancia en la tarea evangelizadora.

        El mundo moderno inmerso en un sin fin de dificultades donde los caminos cada día se alejan más de la presencia divina, refleja una necesaria revaloración de las tareas de todos los fieles en cuestión evangelizadora por la santificación del mundo, mundo en donde los laicos desempeñan sus labores día con día.

        Por eso la Iglesia necesita dar testimonio de Cristo, centro y guía de la vida humana, en todos los ámbitos: familiares, sociales, políticos, económicos, culturales, eclesiales, etc. En cualquier lugar debe estar presente siempre la intención de santificar la vida misma, y los laicos son los indicados para poder realizar esta importante tarea en medio del mundo.

        Después de haber participado directamente en el Centro Vocacional descubrí esta misma necesidad, no sólo por la escases de vocaciones sacerdotales y religiosas, sino porque los laicos tienen un alcance mayor en los estratos donde se desarrollan los hombres.

        A lo largo de este trabajo trataremos de especificar las características principales que tiene la figura laical, en sí misma y para con la Iglesia. Esto en cuatro secciones que guía hacia una labor y participación local.

  1. Iglesia, misión y naturaleza: huella en la esencia los fieles cristianos

Queda en claro que la misión de la Iglesia es anunciar y establecer el Reino de Cristo y de Dios, en medio de todas las gentes, y constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. Ella, en tanto, mientras va creciendo poco a poco anhela el Reino consumado, espera con todas sus fuerzas, y desea ardientemente unirse con su Rey en la gloria (LG 5). Para llevar a cabo esta misión es necesaria la participación de todos los miembros del cuerpo de Cristo. “Pues a la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros y todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo y todos miembros los unos de los otros” (Rom. 12, 4-5).

Tomar conciencia de esta incansable labor del cuerpo místico desde nuestro ser de bautizados que configurados con Cristo sacerdote, profeta y pastor, sentirse corresponsable en la edificación de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia[1], es compromiso de todos los fieles cristianos.

La naturaleza de la Iglesia es el conjunto de mysterium communionis, y que supone una realidad compleja, invisible y visible (cf. LG 8). “La Iglesia va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios anunciando la cruz y la muerte del Señor, hasta que El venga (cf. 1 Cor., 11, 26).” (LG 8). La Iglesia no es un conjunto de personas que piensan igual, con la misma ideología, es una congregación para entregarse a ella, siendo participes de su misión y naturaleza. Es una comunidad fraterna signo que se percibe en la vivencia de la alegría de ser discípulos y misioneros. Estamos llamados a ser Iglesia de brazos abiertos, que sabe acoger y valorar a cada uno de sus miembros.” [2]

Quienes conforman la comunidad de la Iglesia son los cristianos, los discípulos de Cristo. Con la palabra “cristianos” se designa el fundamento común de todos los miembros de la Iglesia. Todos son fieles cristianos[3]. Llamados a cumplir la misión.

La misión salvífica de Cristo, dada a todos los fieles cristianos por su bautismo, esta en estrecha relación a su “triple potestad y función de sacerdote, profeta y rey, y ha visto la estructura de la Iglesia cono una realidad consagrada en la que Cristo, por su Espíritu, le otorga su triple munus en orden a hacer actual en el mundo la misión salvífica del Señor.”[4]  El bautismo no sólo otorga esta triple cualidad, sino que por él, se despliegan una variedad de vocaciones en la Iglesia, que tipológicamente se han reducido a una triple modalidad: Laicos, religiosos y sacerdotes [5].  

Dado que el laico es una figura eclesial que recientemente se ha reflexionado teológicamente, y en la actualidad es una figura participativa dentro de la Iglesia, se tratará de especificar precisamente el triple ministerio que debe desarrollar para cumplir con su misión y santificación.

  1. Fieles laicos

Era ordinario a ver a la Iglesia se veía  como una pirámide: papa, obispos, sacerdotes, que presiden, enseñan, santifican, gobiernan, con autoridad y poder; y que en la base de esta estructura esta el pueblo cristiano, pasivo y receptivo, como en un lugar  inferior y secundario[6]. A partir del Concilio se tuvo un gran cambio en esta perspectiva, ya desde la primera el Obispo de Brugge observaba:

“Se debe notar que la potestad jerárquica es apenas algo transitorio. Pertenece al tiempo de la peregrinación terrestre. En la otra vida, en el estado definitivo, ya no tendrá objeto, pues los elegidos habrán llegado ya a la perfecta unidad en Cristo. Lo que permanece es el pueblo de Dios, lo transitorio es el ministerio de la jerarquía”. [7]

El laico como parte del pueblo de Dios y como miembro de la Iglesia tiene en sí mismo una misión concreta a la que tiene que responder. Antes de describir esta misión en su triple ministerio, veamos quienes son los laicos en la Iglesia.

El Concilio Vaticano II dice en el no. 31 de Lumen Gentium que: “Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado y los que viven en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, según sus posibilidades, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”

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