Proverbios 2:1-22
Enviado por • 19 de Febrero de 2014 • Síntesis • 2.777 Palabras (12 Páginas) • 344 Visitas
Proverbios 2:1-22
Amigo oyente, volvemos hoy al Libro de Proverbios y vamos a observar lo que dice el capítulo 2. Confiamos en que usted ya se habrá dado cuenta que los dichos que se encuentran aquí en Proverbios no se han reunido en este libro de una forma descuidada o por casualidad. Aquí se cuenta una historia, cuyos eventos están relacionados. Tenemos ante nosotros un desafío, un reto presentado a un joven para que llegue a ser una persona sabia. Se le recomienda que escuche, que incremente su conocimiento. Él tiene que comenzar a aprender de su padre y de su madre en el hogar y esa es la lección básica antes de que entre en la escuela. Y esa primera lección básica le será de utilidad aun cuando en el futuro adquiera conocimientos más avanzados. Esa lección fundamental es la siguiente; "El temor del Señor es el principio de la sabiduría" (como leímos en 1:7)
Ahora, la forma de saber acerca del Señor es `por medio de Su Palabra. Hay muchas personas que dicen que para entender la Palabra de Dios hay que tener un alto grado de inteligencia. Estimado oyente, permítanos decir que nada está más alejado de la verdad. Dios no dice que eso es lo esencial. Sin embargo, en este capítulo donde el joven comienza, se pondrá en claro que si él ha de conocer la voluntad y la palabra de Dios, tendrá que estudiar. No puede entretenerse ni andar con titubeos, ni andar recogiendo margaritas a lo largo del camino de la vida; tendrá que aplicar su corazón a la sabiduría. En consecuencia, tendrá que estudiar la Palabra de Dios.
Leamos ahora el versículo 1 de este capítulo 2 de Proverbios, que comienza a hablar sobre
La fuente de la sabiduría
"Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas en ti mis mandamientos"
Aquí dice: hijo mío. Evidentemente este es el consejo que se le da al joven. EL comenzó como un niño en el hogar. Luego creció lo bastante como para hacer frente a la vida y entonces recibe consejo de una persona sabia. Su vida en el hogar como un muchachito, luego su crecimiento, ahora haciéndole frente a la vida, y recibe este consejo de parte de una persona sabia en el andar de la vida. Aparentemente ésta podría haber sido la primera lección que él recibe en el colegio. Desgraciadamente él no aprendería esto en algunas escuelas contemporáneas.
La frase prosigue: Hijo mío, si recibes mis palabras. Las Palabras de Dios tienen que ser recibidas. Sus mandamientos han de ser guardados o acumulados con las cosas más valiosas de nuestra vida.
Cierto hombre tenía una caja de seguridad en un banco e iba allí regularmente cada semana. Iba para contar lo que allí había atesorado. Le agradaba ir al lugar donde se encontraban sus riquezas. Había acumulado algunas acciones y bonos, y le encantaba ir a mirarlos. Y hemos oído de una mujer que poseía valiosas joyas. Le agradaba sacarlas de su alhajero y admirarlas. Esa es la manera en que la Palabra de Dios debería ser guardada, atesorada. Recordemos esta recomendación de atesorar sus mandamientos.
Leamos ahora el versículo 2:
"Haciendo estar atento tú oído a la sabiduría; si inclinas tu corazón a la prudencia"
Aquí dice inclina tu oído. O sea, mantener el oído abierto. Algo tiene que entrar por la puerta del oído, pero su destino final es el corazón. Cuando la Palabra de Dios llega al corazón, produce entendimiento. Ahora, él no ha terminado con este mandamiento, y continúa insistiendo en el desafío. Leamos el versículo 3:
"Si invocas a la inteligencia y pides que la prudencia te asista"
Observemos lo que nos está diciendo aquí. Pedro lo expresó de la siguiente manera en su primera carta 2:2, diciendo: desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación. Se refiere el apóstol a la Palabra de Dios. ¿Ha visto usted, estimado oyente, alguna vez a un bebé cuando su mamá le está dando el biberón? El pequeño está acostado observando lo que su mamá le está trayendo y mueve todo lo que tiene, sacude sus manos, mueve sus pies, y su boca está deseando ansiosamente la leche de ese biberón. Y el hijo de Dios debería igualmente actuar de esa manera frente a la Palabra de Dios. En cuando a la situación espiritual de los cristianos en la actualidad, diremos que allí donde hay un movimiento de renovación, usted puede notar que hay un renovado interés en la Palabra de Dios. Aquí dice "Si invocas a la inteligencia", y ¿cuál es ese conocimiento o inteligencia? Recordemos que el temor del Señor es el principio de la sabiduría.
Y continúa diciendo el versículo 3 y pidas. Otra versión dice "si alzas tu voz". Y otra dice "pide con todas tus fuerzas inteligencia y buen juicio". Nos gustaría ver a jóvenes reclamando algo tan necesario. Leamos ahora el versículo 4:
"Si la buscas como si fuera plata y la examinas como a un tesoro"
Cuando los hombres están buscando minas de plata, no se fijan en los sacrificios que tienen que hacer, y muchos de ellos han encontrado la muerte tratando de descubrir el preciado metal. Muchos han tenido que hacer viajes largos, corriendo riesgos y realizando enormes esfuerzos, cruzando todo un país para comercializarla. De esta manera deberíamos nosotros procurar el conocimiento, el conocimiento de la Palabra de Dios. Deberíamos buscarlo con la misma ansia que si estuviéramos extrayendo ese mineral de la tierra, buscando algo de gran valor. Y dice el versículo 5 de Proverbios 2:
"Entonces entenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios"
Aquí se está hablando de algo que es más que simplemente una lectura devocional. Sabemos de personas que han estado leyendo la Biblia para sus momentos devocionales de meditación por años, y no han avanzado en su conocimiento del texto Bíblico. Uno no puede aprender la Palabra de Dios simplemente adoptando una actitud aparentemente piadosa y poniéndose a leer unos pocos versículos de la Biblia. La verdadera forma de aprenderla es atesorarla, leerla o escucharla con atención, aplicarla al corazón (al centro de nuestros pensamientos y emociones), ansiar reclamarla y recibirla como el alimento básico y buscarla como si fuera un metal precioso o un tesoro escondido. Cuando tenemos esa actitud hacia la Palabra divina, entonces aprenderemos mucho de ella. Y entenderemos cuál es el "temor reverente del Señor" y el "conocimiento de Dios" que se mencionan en este versículo 5.
Cierto joven estaba hablando en una ocasión acerca de un examen bastante difícil que tenía que rendir en el seminario, y
...