Resolucion De Conflictos

Los insólitos y ridículos conflictos que sacan de casillas a bogotanos

Casos insólitos llegan todos los días, pero los recurrentes son problemas con los arrendatarios.

Foto: Archivo particular

Pago de arriendo con favores sexuales y pelea por una cabra, algunos de los casos insólitos.

Un hombre de unos 60 años llegó a la unidad de mediación y conciliación de Engativá. Decía que su arrendataria, también presente, le adeudaba dos meses del canon. “Diga la verdad. Explíquele a la doctora que yo sí le he pagado”, le repetía la mujer.

Luego de horas de charla, se llegó al trasfondo del asusto: ella le pagaba al dueño de la casa con favores sexuales, y este, al ver que quería irse de la casa, comenzó a cobrarle los arriendos. Al final, el huésped se pudo ir de la casa y todo lo hablado quedó en la oficina. Las cuentas estaban saldadas, pero no se sabe si el triángulo de amor, pues el hombre era casado.

Este es solo uno de los 2.314 casos que ha recibido esta unidad de enero a junio de 2013. Como esta oficina existe una para cada localidad. Un legado del alcalde Antanas Mockus para resolver los conflictos de una forma concertada. Eso sí, todos sentados en una mesa redonda para que no haya sensación de poder de ninguna de las partes.

Casos insólitos llegan todos los días, pero los recurrentes, más del 70 por ciento, son los problemas con los arrendatarios. Los segundos en la lista son los de convivencia por tenencia de mascotas o por compartir espacios comunes. Claro que nunca se había visto uno por culpa de una cabra. “En una zona rural de Engativá, dos familias compartían un terreno. Eran compadres, hacían asados hasta que el animal comenzó a comerse las hortalizas”, dijo María Clara Rodríguez, directora de esa oficina en la localidad.

El asunto fue que, pese a las advertencias de uno para que amarraran a la bestia y del otro sobre la importancia de la mascota, el primero de ellos terminó por asesinar a la cabra. “Fue terrible porque había un dolor inmenso de traición. Al final no fue la plata la que resolvió el conflicto, sino unas disculpas públicas por el asesinato y por el rompimiento de una amistad”, contó Rodríguez.

El tercer caso que se ha vuelto común es el de los adultos que terminan en disgusto con sus propios hijos por abuso o por sobreprotección. “Muchos de ellos viven de su pensión y como no les alcanza, arriendan habitaciones de sus casas. El conflicto se da porque los familiares pretenden vivir en el lugar sin pagar. Hasta comienzan a exigir la herencia en vida”, contó Rodríguez.

El caso contrario es el de la sobreprotección con los abuelos. Por este caso, una mujer se enfrentó con el compinche de su padre argumentando que “solo lo invitaba a jugar tejo y tomar cerveza en una terraza y que eso atentaba contra su vida porque padecía de diabetes”.

Los amigos,

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