Segundo periodo de la historia de la iglesia

Resume II

Segundo periodo general: la iglesia perseguida

Segundo periodo general: la iglesia perseguida (desde la muerte de Juan hasta el edicto de Constantino (100 - 313))

Causa de las persecuciones imperiales

El hecho más relevante en la historia de la iglesia en los siglos segundo y tercero fue la persecución de los emperadores romanos desplegaron contra el cristianismo. En el siglo cuarto se prolongó hasta 313 d.C., cuando el edicto de Constantino, el primer emperador cristiano, puso fin a todos los intentos de destruir la iglesia de Cristo.

El paganismo acogía las nuevas formas y objetos de adoración, mientras que el cristianismo las excluía. El cristianismo se oponía a toda adoración excepto a la de su propio Dios.

La adoración al emperador se tenía como una prueba de lealtad. Los cristianos se negaban a rendir esta adoración, aun cuando era muy sencillo arrojar un poco de incienso sobre el altar.

El gobierno reconocía al judaísmo como una religión permitida. Esta aparente relación preservó a los cristianos por algún tiempo de la persecución. Sin embargo, dejes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., el cristianismo quedo solo sin leyes que protegiesen a sus seguidores del odio de sus enemigos.

A los cristianos se les consideraban como “igualitaristas”, anarquistas y transformadores del orden social. Es decir, enemigos del estado.

Los intereses económicos generaban o estimulaban el espíritu de persecución.

Épocas de persecución

Durante los siglos segundos y terceros, y sobre todo en los primeros años del siglo cuarto, hasta el año 313 d.C., la religión cristiana estaba prohibida y sus partidarios sufrían proscripción. Las persecuciones en el primer siglo, por Nerón (68) y Dominiciano (90 – 95), fueron sencillamente explosiones de frenesí y odio, sin ningún motivo excepto la ira de un tirano.

Bajo los emperadores Nerva, Trajano, Adriano y Antonio Pio, no se podría arrestar a ningún cristiano sin una querella definida y comprobada.

Simeón, sucesor de Santiago como cabeza y obispo de Jerusalén, fue un hermano menor de nuestro Señor. Lo crucificaron en 107 d.C., durante el reinado de Trajano.

Ignacio, obispo de Antioquia en Siria, lo arrojaron a las fieras en el anfiteatro romano en 108 o 110 d.C.

El mejor de los emperadores romanos fue Marco Aurelio, quien reino de 161 a 180 d.C. este buen hombre y recto gobernante, fue un encarnizado perseguidor de los cristianos. Muchos miles de creyentes en Cristo eran decapitados o devorados por las fieras.

Policarpo, obispo de Esmirna en Asia Menor, murió en 155 d.C. lo quemaron vivo en la hoguera por no maldecir el nombre de Jesucristo.

Justino Mártir fue un filósofo y uno de los principales defensores de la fe. Su martirio ocurrió en Roma en 166 d.C.

Séptimo Severo empezó en 202 d.C. una terrible persecución que duro hasta su muerte en 211 d.C., tan cruel era, que muchos escritores cristianos lo consideraban el anticristo.

Con el reinado de Decio (249 – 251), se volvió a desatar una terrible persecución. Por fortuna, su reinado fue muy corto y con su fallecimiento ceso por un tiempo el aniquilamiento de cristianos.

La última y más sistemática y terrible de todas las persecuciones fue durante el reinado de Diocleciano y sus sucesores, de 303 a 310 d.C., en algunos lugares a los cristianos en sus templos y los incendiaban.

Veinticinco años después el cristianismo se convirtió en la religió oficial del emperador. Constantino el hijo de Constancio, expidió su memorable Edicto de Tolerancia en 313 d.C. Por esta ley se aprobó el cristianismo, su adoración se legalizo y toda persecución ceso para no volverse a renovar mientras duro el Imperio Romano.

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