Teología Pastoral
Enviado por elguerrero24 • 29 de Enero de 2014 • 1.498 Palabras (6 Páginas) • 257 Visitas
1. A demás de las características de este cambio epocal cree usted que debe destacarse otro ¿Cuáles son las implicaciones que tienen estos grandes cambios para la Iglesia?
La creciente secularización que se ha venido produciendo en la sociedad durante los últimos años, justifica sobradamente la preocupación de la Iglesia por abrir cauces de intercomunicación y acercamiento, a ello responde la puesta en marcha de una Nueva evangelización que habrá de tener características bastante diferentes a la de otros tiempos. Lo novedoso del caso no es que se esté hablando con insistencia de evangelización, pues ésta ha sido desde siempre misión irrenunciable de una Iglesia misionera por esencia, que es tanto como decir anunciadora de un mensaje sagrado y misterio que alberga en su seno la paradoja y el escándalo.
Por ser ello así, en el trascurso de la historia se ha visto obligada a medirse con la cultura de su tiempo; a veces ello ha sido fácil, en otras no tanto y en el momento actual ello resulta especialmente complicado; a pesar de todo la Iglesia nunca ha tenido ningún complejo en entablar dialogo con la cultura laica . En el fondo se trata de un problema de confrontación dimensional, un drama que siempre ha estado latente a lo largo de la historia, lo que hace que la fe religiosa se encuentre en permanente estado agónico de lucha, que le obliga a constantes adaptaciones y cambios, aunque eso sí, manteniéndose fiel a sus esencias. El posicionamiento religioso nunca es definitivo, nunca se puede hablar de triunfalismos, nunca se puede descansar tranquilos inmersos en formalismos prestablecidos e inmovilistas, porque la religiosidad ha de ser vivida en y desde la temporalidad con todas las limitaciones y tensiones que implica querer vivir a nivel de la tierra las realidades que están por encima.
2. ¿De qué manera la Iglesia puede animar la esperanza en el llamado mundo posmoderno?
Nuestro mundo parece estar desengañado y de vuelta de todo, el hombre moderno es desconfiado, ha elegido instalarse en la relatividad y se muestra refractario a todo lo que suene a verdades absolutas e intemporales. No tiene oídos, ni tiempo para poder escuchar, lo que él califica, de teorías o metarrelatos, sean del signo que sean, lo que pide y exige no son tanto razones sino testimonios, son sobre todo actitudes, vivencias y esto hay que tenerlo muy presente a la hora de poner en práctica la Nueva Evangelización.
Hemos de partir del hecho de que todos echan de menos a Dios en algún momento de su vida, incluso el hombre posmoderno, porque es Dios y no otro quien representar el punto más alto de las posibilidades humanas, Él es quien permite al hombre adentrarse en el reino de la luminosidad. Cerrar el corazón a la llamada sobrenatural es cerrarse a la fundamentalidad de la vocación humana. La visión de un mundo desacralizado puede que sea uno de los espectáculo más dolorosos no sólo para el hombre religioso, también para quien no lo es. Ortega y Gasset, decía que ningún hombre pueda renunciar sin dolor al mundo de lo religioso. A mí, al menos, continua diciendo, me produce un enorme pesar sentirme excluido de la participación de este mundo.
Entonces ¿ Cuál es la cuestión? seguro que nuestro testimonio cristiano hoy para que sea fidedigno ha de ser auténtico e ir acompañado del servicio y entrega a los hermanos . No se trata ya tanto de hablar y hablar… cuanto de hacer presente a Dios en el corazón de los hombres de hoy. Se trata de mostrarles que Cristo sigue aún presente entre nosotros; pero para ello los primeros que tenemos que tener esa experiencia hemos de ser nosotros, los cristianos del siglo XXI y una vez que tengamos esta experiencia difundirla a nuestro alrededor, aún a sabiendas que en los tiempos que corren, hacer presente a Cristo en la calle, en el trabajo, en la sociedad, en las familias no es cosa fácil, antes tenemos que liberarnos de nuestros complejos, miedos y vergüenzas, incluso tendremos que prescindir de lo que con frecuencia hemos bautizado con el complaciente nombre de prudencia.
3. ¿Cuáles son algunas de las señales que una institución (Eclesial, Social) se ha convertido en un obstáculo para la vivencia de la fe o para la promoción de la vida?
El gran reto está en saber armonizar lo inmutable con lo mutable, la paradoja de vivir en los tiempos cambiantes una esperanza de vida intemporal. Por eso lo importante no es ya que se hable de evangelización, sino de una Nueva Evangelización
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