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Vigilar y castigar


Enviado por   •  29 de Mayo de 2012  •  Monografía  •  1.126 Palabras (5 Páginas)  •  1.618 Visitas

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criticaVIGILAR Y CASTIGAR

Es verdad que desde el principio, al momento que el ser humano comenzó a cometer delitos o mejor dicho hacer cosas inmorales que dañaban a otro ser humano se inicio a imponer castigos, a tratar de corregir esas conductas antisociales. El libro comienza hablando de Damiens, un hombre que fue condenado el 2 de marzo de 1757 en Paris, por el delito de parricidio el cual era ir en contra del rey la máxima autoridad, nos describe el precio que tuvo que pagar por lo que había hecho, su castigo que fue tan cruel, porque nos narra paso a paso lo que hicieron con él, primero lo llevaron de la puerta principal de la iglesia de Paris totalmente desnudo con un hacha de cera encendida en la mano hasta la plaza de Gréve, eso fue poco ya que su verdadero castigo era matarlo pero descuartizándolo, amarrándolo de cuatro caballos que más adelante fueron seis para cada extremidad de su cuerpo, después de tantos intentos y viendo los verdugos que no se lograba con el castigo, con hachazos fueron cortando los nervios, las coyunturas para que se desprendiera cada brazo y pierna, Damiens solo emanaba que Dios tuviera piedad de él, y con la poca fuerza que tenia contemplaba su cuerpo todo dañado, pedía que se le acercaron los sacerdotes para que le dieran aliento con un beso en la frente, uno era quien se acercaba hacerlo. Al final de tanto dolor murió, quedando partes regadas, su cuerpo fue quemado quedando solo cenizas de él.

Aquí es donde nos damos cuenta que en esa época existan las penas corporativas que eran demasiado despiadadas para el que delinquía, aunque fuera minino el delito se pagaba con lo peor que era la tortura hasta llegar con la muerte.

Después de tres cuartos de siglo se dio un reglamento por Leon Faucher “ para la Casa de jóvenes delincuentes de París”, que nos indica como es que pagaban aquellos infractores de la ley en los centros penitenciarios, se enfocan en horarios para cada cosa, desde que despertaban hasta que se iban a dormir, en vez de castigos crueles, eran trabajos forzosos que debían realizar como paga de su condena, a la vez que les enseñaban tener disciplina porque le menciona una hora en la cual oraban y estudiaban, pero aun así se nota que la pena corporal está presente porque no tenían algo que realmente los hiciera readaptarse a la sociedad por completo, sino más bien trabajaban sin descanso alguno y por lógica lo que lo sufre es el cuerpo.

He aquí pues, un suplicio y un empleo del tiempo. No sancionan los mismos delitos, no castigan el mismo género de delincuentes. Pero definen bien, cada uno, un estilo penal determinado. Menos de un siglo nos separa. Es la época en que fue distribuida, en Europa y Estados Unidos, toda la economía del castigo. Época de grandes “escándalos” para la justicia tradicional, época de los innumerables proyectos de reforma; nueva teoría de la ley y del delito, nueva justificación moral y política del derecho de castigar; abolición de viejas ordenanzas, atenuación de las costumbres.

Entre tantas modificaciones, señala: la desaparición de los suplicios. Existe hoy cierta inclinación a desdeñarla; quizá, en su época, dio lugar a demasiadas declamaciones; quizá se atribuyó demasiado fácilmente y con demasiado énfasis a

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