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VIGILAR Y CASTIGAR


Enviado por   •  16 de Enero de 2013  •  2.920 Palabras (12 Páginas)  •  2.095 Visitas

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1. RESEÑA DEL LIBRO:

Foucault. M. (1975).”Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión”. México. Siglo veintiuno editores Argentina s. a.

2. CAMPO ESPECÍFICO TRATADO EN EL LIBRO:

el campo específico que trata el libro creo que es el de la prisión pero sobre todo hace referencia a la vigilancia y el castigo que ejercer el poder de las autoridades ( jefes, policía, padres, profesores...) sobre la sociedad.

3. RELACIÓN DEL TEMA TRATADO EN EL LIBRO CON EL ENTORNO DEL ALUMNO/A. EL ALUMNO/A RELACIONARÁ LO TRATADO EN EL LIBRO CON SU ENTORNO.

Yo creo que el libro que he leído tiene relación en cuanto a mi entorno a la manera de educar “adiestrar” que tiene la sociedad hacia los demás. Lo podemos ver por ejemplo en los padres cuando educan a sus hijos y les dicen que que si no aprueba y sacan buenas notas les castigaran o si llegan más tarde de a hora establecida también. Estos son ejemplo comunes en los que nos demuestra que la sociedad vigila las acciones y conductas de los demás y si ven que son malas se les castiga. Otro ejemplo claro sería el de un ladrón o un asesino si cometen un atraco o un asesinato serán castigado con la cárcel.

4. APORTACIÓN DEL AUTOR/ES. EXPLICITAREMOS LO QUE NOS MUESTRA, NOS ENSEÑA EL LIBRO CON RELACIÓN AL TEMA SELECCIOANDO.

Nos muestra la prisión como forma de castigo en el que se basa la sociedad actual. Foucault sugiere que en todos planos de la sociedad moderna existe un tipo de prisión continua, desde las cárceles de máxima seguridad, trabajadores sociales, policía, maestros, hasta nuestro trabajo diario y vida cotidiana. Todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en busca de una “normalización” generalizada.

5. CRÍTICA DE LA OBRA:

A) RESUMEN:

RESUMEN DEL LIBRO VIGILAR Y CASTIGAR

Es un ensayo sobre la evolución de los métodos de castigo y vigilancia desde la sociedad medieval a la contemporánea: los suplicios, la humillación pública, la cárcel, los manicomios...

En este libro el autor nos intenta explicar que cambios se dan con respecto a la forma física de sentenciar a los individuos en cuanto al castigo que se les da.

El libro “vigilar y castigar” está divido en cuatro partes, y cada una de ellas a su vez está subdivida en capítulos:

 SUPLICIO:

• el cuerpo del los condenados.

• La resonancia de los suplicios.

 CATIGO:

• el castigo generalizado.

• La benignidad de las penas.

 DISCIPLINA:

• los cuerpos dóciles.

• Los medios del buen encauzamiento.

• El panoptismo.

 PRISIÓN:

• unas instituciones completas y auteras.

• Ilegalismo y delincuencia.

• Los carcelarios.

El libro comienza hablando de Damiens un joven que fue condenado el 2 de marzo de 1757 a “ pública retractación ante la Iglesia de París”. Había cometido parricidio ( considerado contra el rey, a quien se equiparaba al padre). Fue brutalmente torturado (atenazado, quemado). La mano con la que había cometido el crimen ( la mano derecha) fue quemada con fuego de azufre. La tortura fue una operación muy larga. Sobre las partes atenazadas se le vertió plomo derretido, aceite hirviendo, pez de resina ardiendo, cera y azufre fundidos juntamente. Pero no bastando con esto, su cuerpo fue estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y el tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento. Le cortaron los nervios y le rompieron con hachazos las coyunturas. Los restos fueron quemados en la hoguera. Esto se le conoce como suplicio.

Decían que Damiens siempre había sido un gran maldiciente, pero en esta ocasión no dejó escapar blasfemia alguna; tan sólo los extremados dolores hacían proferir horribles gritos y a menudo pedía a Dios que se apiadara de él. Le Breton, el escribano, se acercaba repetidas veces al reo para preguntarle si no tenía algo que decir. Decía que no. a pesar todos los sufrimientos levantaba de cuando en cuando la cabeza y se miraba valientemente, hasta morir.

En el libro se expone una breve parte del reglamento redactado por León Faucher “para la Casa de Jóvenes delincuentes de París” que reglamentan todos los detalles de la vida de allí: desde a qué hora se deben levantar los internos, pasando por cuándo ingresan al trabajo, qué es lo que hacen allí, a qué hora comen, cuántas horas tienen asignadas a la enseñanza, cuándo deben ir a donde y de qué forma, cuándo se deben lavar las manos, y hasta la hora en la que deben acostarse, quedando entonces vigentes los vigilantes haciendo la ronda por los corredores.

No sancionaban los mismos delitos, ni castigan igual a todos los delincuentes. Con menos de un siglo de separación, cada uno define un estilo penal determinado. Época en que fue redistribuida en Europa y en los Estados Unidos, toda la economía del castigo. Nueva teoría de la ley y del delito, nueva justificación moral o política del derecho de castigar. Redacción de códigos “modernos”. Una nueva era para la justicia penal.

Se produjeron diversas modificaciones de las cuales una de las más importantes fue la desaparición de los suplicios. En su época se atribuyó con demasiada facilidad y con demasiado énfasis a una humanización que autorizaba o no a utilizarla. A partir de esto se produjeron castigos menos físicos, cierta discreción en el arte de hacer sufrir, un juego de dolores más sutiles, mas silenciosos.

En unas cuantas décadas ha desaparecido el cuerpo suplicado, descuartizado, marcado simbólicamente en el rostro o en el hombro, expuesto vivo o muerto, ofrecido en espectáculo.

A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX desapareció el espectáculo punitivo. El castigo cesó poco a poco de ser teatro y tendió, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal. En esta transformación han intervenido dos procesos que no han tenido ni la misma cronología ni las mismas razones de ser: la desaparición del espectáculo punitivo y la desaparición de los suplicios.

A partir del S. XVIII lo primordial era que el condenado confesase y sufriese la imposición del poder sobre su cuerpo. Esto debía ser ante los ojos del pueblo, una vez que el condenado confesase y hubiera sufrido, su cuerpo se pondría en el mismo lugar del crimen, o en la misa posición que sus victimas … Se reproduciría el crimen como una función teatral. Se reproducía con los mismos gestos y se usaron los mismos instrumentos. Debido a esto se entra en la era de la sobriedad punitiva.

El papel de pueblo en este caso es ambiguo. Son espectadores y tienen derecho a reivindicar,

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