Cero

EL PASO DECISIVO: LA INVENCIÓN DEL CERO

Este presente trabajo habla de un principio revolucionario donde sabemos nuestra Numeración escrita actualmente media de sus diez cifras de base (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 0) esta es una representación sencilla y permite practicar muy cómodamente todas las operaciones aritméticas a cambio de otras culturas nuestra numeración moderna proviene en realidad de la unión del principio de posiciones y del concepto denominado cero. Un ejemplo de otra cultura es la numeración china el cual expresaban su numeración situando el signo indicador de la decena entre la cifra de las unidades simples y la de la unidad del 2, a partir de ese momento las cifras de las unidades simples habrían adquirido un valor variable dependiendo de su posición en la escritura de los números.

Otra numeración mas fue la de los babilonios una de las más notables de la antigüedad, el valor de sus cifras estaba determinado por su posición de la escritura de los números, su base era sexagesimal es decir tenía 60 unidades solo utilizaban dos cifras un clavo vertical que representa al 1, y una espiga asociada al 10, para escribir un numero los babilonios repetían los signos hasta llegar a ella.

El sistema babilónico tenía muchos inconvenientes uno de ellos, y que es fundamental es la ausencia del cero durante muchos siglos los babilónicos lo ignoraron , pero cuando se aplica el principio de posición es necesario disponer de un signo grafico para representar la unidad que faltaba, ellos se dieron cuenta que ese algo quería decir nada o bien un signo grafico que sirve para marcar la ausencia de unidades y de cierto modo acababa de ser el cero es así como los babilonios en su primera fase intentaron superar la dificultad dejando un vacio donde faltaba una potencia de 60, pero el problema no fue resuelto puesto que a varios escribas se les olvida dejarlo, pero en el siglo 3 todo esto acabo y hicieron su símbolo para representar la ausencia de las unidades.

En otr

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o aspecto la civilización Maya llegó a hacerse una idea de un tiempo infinito e ilimitado. Lo más asombroso, es que los instrumentos de que disponían estos eran de lo más rudimentario. No conocían el vidrio ni, por lo tanto, ninguna forma de óptica, tampoco conocían los relojes de arena o cualquier instrumento capaz de registrar un periodo menor al día. Aun así sus descubrimientos como el cómputo del tiempo, su calendario y documentación de fenómenos celestes, superan a muchas investigaciones.

En el terreno de las matemáticas llegaron a unos resultados no menos importantes porque descubrieron el principio de posesión e inventaron el cero.

El cual se encuentra explícito en el Codex de Dresde (tratado de astronomía y de adivinación en el siglo IX). En dicho manoescrito revela la

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