Cero Acné
Enviado por mateo_alfa • 6 de Junio de 2014 • 9.420 Palabras (38 Páginas) • 173 Visitas
Para Michael, Sarah, Kayla, Carlos, Harold, Scott, Logan, Carmen, Amelia, Dan y Lourdes: gracias a ustedes permanecimos juntos el tiempo suficiente para que esto sucediera. Debo esto a todos ustedes.
Limitación de responsabilidad: No soy un doctor y no intento tratar o curar ninguna enfermedad. Este libro electrónico es un producto informativo en el que comparto mi experiencia con el acné y lo que descubrí funcionó para mí y muchos otros.
Introducción: mi historia
“He estado usando flequillo largo desde mi cumpleaños de dieciséis,” Sarah dijo un día. “Me desperté, vi
mi cara, me di cuenta de que todas las cámaras estarían enfocándome esa noche y decidí hacer algo para
cubrirlos.”
Estábamos todos sentados en sillas verdes de plástico dispuestas en un pequeño círculo en
el medio del cuarto. Sarah se movió en la suya, mirando hacia abajo. “Y he estado usando esos
anteojos de sol grandes que la gente usa ahora en los veranos. Ya saben – cualquier cosa para cubrir más.”
Hizo una pausa y forzó una risita sarcástica, su tono era aún seco: “Parece que estoy adelantada
a la moda.”
Tú y yo sabemos qué es lo que ella estaba tratando de cubrir. Y ambos sabemos que
probablemente ella no pudiera esconderlos todos.
Mi nombre es Jason Wilkins y se lo que es el acné. Se lo que es llevar esa clase de estigma
en toda tu cara. Se cuán duro es olvidarse de ello cuando todos parecen quedarse viendo tu
rostro, hipnotizados, o evitan mirarte a los ojos. Conozco la frustración de tratar método
tras método, buscando que desaparezca y con muy poco cambio. He estado ahí – más de
una vez. Se lo que es levantarte un día y ver que las marcas en tu rostro comienzan a irse, el
alivio mental que sientes una vez que se fueron y la sobrecogedora desesperanza cuando
descubres, un año después, que ha vuelto.
La segunda vez que sucedió esto, realmente creí que mi acné era crónico. Simplemente creí
que seguiría apareciendo y desapareciendo por el resto de mi vida. No hace falta decir que
me deprimí mucho. Tenía 29 años, soltero y condenado a trabajos independientes que
podía hacer en casa. Realmente sentía que mi acné me evitaba disfrutar completamente de
la vida.
Mi terapeuta recomendó que me uniera a un grupo de apoyo local. Pero no encontré apoyo
alguno en el grupo asignado. Yo era el único que sufría de lo que creía era acné crónico y
sentía que los otros nunca entenderían lo que pasaba día tras día. De hecho, una persona
tendía a minimizar mi sufrimiento e incluso me llamó “rey del drama” por sentir como
sentía. Me sentí realmente incomprendido – hoy en día está de moda fingir que la
apariencia no importa. Sufrir por como uno se ve es considerado vano o incluso
egocéntrico hasta el punto de narcisista. Y sin embargo, nuestros pares, los medios de
comunicación, nuestro mundo pone tanto énfasis en las primeras impresiones y en la
apariencia.
Así que lo abandoné y comencé mi propio grupo de apoyo. Uno creado para ayudar a
personas que sufrían de acné crónico y para trabajar juntos para sentirnos mejor. Ahí es
donde conocí a Sarah, una pequeña mujer de 25 años que había estado luchando contra el
acné por 10 años antes de darse por vencida y declarar que su condición cutánea era
“crónica” – la misma Sarah que cubrió su cara detrás de su cabello por 10 años.
Allí también conocí a otras 11 increíbles personas que tengo la suerte de llamar queridos
amigos (y uno de ellos – Sarah – que tengo la suerte de llamar mi esposa). Nos reuníamos
todos los miércoles a las 6 p.m. para hablar de nuestras frustraciones, tristeza, desesperanza
y enojo. Intercambiamos cientas de historias que parecían nunca acabar sobre drogas
milagrosas, antibióticos costosos, olorosas cremas cutáneas, dermatólogos pomposos,
espinillas y barrillos odiosos, efectos secundarios ridículos y consejos (a pesar de ser bien
intencionados) sin valor.
Eso, hasta que una soleada tarde de junio Michael nos dijo que estaba probando algo
completamente nuevo. Lo escuchamos pacientemente (aunque no sorprendidos) mientras
hablaba de manzanas y azúcar y defecaciones. Con 23 años, Michael era el miembro más
nuevo de nuestro adorado pequeño grupo y el único que seguía intentando encontrar una
solución en “nuevos” tratamientos para su acné. Él creía fuertemente que no debía darse
por vencido y que tenía que haber una solución en el mundo. Luego de perder su fe en la
medicina tradicional, había comenzado a investigar toda clase de métodos integrales y
alternativos que encontraba en cualquier parte. Este era, probablemente, su quinto o sexto
intento.
Eran las seis y cuarto del miércoles siguiente y estábamos bromeando, esperando a Michael.
Finalmente se apareció… e imaginen nuestra sorpresa cuando lo hizo: su piel era suave, sin
cicatrices ni granos a la vista. ¡Su acné había completamente desaparecido!
Estábamos asombrados. Todo lo que hicimos fue sentarnos allí, en silencio, fijamente
mirando su piel limpia y bella. Michael simplemente se rió. En un segundo, el silencio se
convirtió en preguntas frenéticas, alegría y abrazos. Recuerdo ver lágrimas de felicidad en
los ojos de Kayla y Carlos que saltaba en el aire.
Uno por uno, comenzamos a seguir las instrucciones de Michael. De ofrecernos consuelo y
compartir nuestros sentimientos de soledad en el mundo, nuestros encuentros semanales se
habían convertido en informes de progreso. No todos estábamos 100% cómodos con la
“receta mágica” de Michael, así que incluimos variaciones posibles de acuerdo a nuestros
gustos, disgustos y creencias.
Para algunos, tomó un tiempo. Para otros, el acné desapareció en sólo tres días. Lo
importante es, sin embargo: hoy, los 12 estamos libres de acné. Lo hemos estado por
más de cinco años. Y ni uno de nosotros lo ha vuelto ha sufrir.
Una vez que nuestro grupo de apoyo dejó de tener un propósito, abandonamos las
reuniones semanales. Sin embargo, aún nos vemos frecuentemente fuera de ese garaje casi
vacío que era el testigo principal de nuestra historia. Celebramos el día en el que el último
de nosotros terminó de curar su acné, cada 1ro de Octubre y hasta tenemos un nombre
para ese día: “Día sin acné” (no parece original, ¡pero
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