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Introducción al Mundo Zigzagueante de la Descentralización


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  Trabajo  •  10.735 Palabras (43 Páginas)  •  256 Visitas

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Introducción al Mundo Zigzagueante de la Descentralización

La descentralización como tal, da oportunidades de solventar problemas que estén relacionados o que mantengan una estrecha vinculación con sus funciones dentro de un marco de acción, es decir, se convierte en una fórmula mediante la cual una instancia de gobierno superior le confiere una atribución a otra que jerárquicamente se encuentra por debajo de la primera, para que ésta asuma una determinada competencia o la prestación de un servicio. De esta forma la descentralización no es una condición, sino un proceso. Este hecho complejo hace que cualquier comparación de niveles de descentralización entre países sea peligrosa dados tanto la multiplicidad, complejidad y subjetividad de los elementos que pueden ser considerados en la definición de un indicador explicativo del fenómeno objeto de estudio, o mejor aún, el área, región o localidad a la cual se pretende desarrollar, ya que cuando se piensa en descentralización a nivel de gobierno, se piensa en desarrollo de una región o de una localidad, así pues, la mejor manera de estudiar el fenómeno de la descentralización es trascender los análisis estáticos y dinamizar el análisis, de modo que se puedan observar tendencias en las instituciones, la concentración del poder, el comportamiento del sector público, etc.

Este dinamismo del que tanto se habla y se comenta es lo que le da impulso al proceso de descentralización, este impulso se ve reflejado en las acciones que se llevan a cabo dentro de las instituciones encargadas de darle sentido al proceso dentro de una región o localidad, entiéndase región como espacio geográficamente definido dentro de un país, y cuya relación con las localidades que interactúan dentro de este espacio físico es determinante para dicha región, en pocas palabras, se podría hacer mención de uno de tantos conceptos que de ella se han derivado, y el cual indica que la descentralización contribuye a un mejor desempeño gubernamental al reducir la sobrecarga administrativa, aumentar la sensibilidad de la burocracia hacia las condiciones locales y permitir la coordinación de las actividades gubernamentales en un marco territorial.

Dentro de este amplio espectro de posibilidades de acción que puede brindar la descentralización, ésta constituye como tal una tendencia mundial desde hace ya bastante tiempo, especialmente después del derrumbe de la Unión Soviética y de los países socialistas de Europa Oriental a mediados de la década pasada. En tal sentido, la trayectoria que sigue Venezuela repite, en una medida importante, la ruta de otras naciones latinoamericanas y europeas, que desde finales del siglo XIX y comienzos del actual, comenzaron a fortalecer los poderes locales y a acercar el gobierno a los ciudadanos. Los grandes estados centralizados y autoritarios, concentradores de un Poder omnipotente, han perdido vigencia. Ahora la propensión se dirige a fortalecer instancias de gobierno local, con centros decisorios capaces de adoptar medidas importantes para la vida de las comunidades.

En este constante ir y venir se van planteando alternativas que dan cuenta de las múltiples acciones a seguir por dicho proceso, pero lo más importante no es quedarse en un nivel abstracto, sino más bien llevarlo a la realidad, y es por ello que tenemos que pensar que la descentralización no es unidireccional ni libre de obstáculos, sino que es contradictoria y sometida a la resistencia de las burocracias y los intereses existentes. Es por ello que la descentralización, como efecto gratificante, se ha presentado como una reivindicación progresista, la realidad de la idea es más conflictiva y poco tiene que ver con mayor o menor democracia, libertad o progresividad, como se ha venido pensando hasta ahora sino más bien como factor de alerta sobre el posible clientelismo o la insolidaridad que otros sistemas más centralizados han logrado permanecer en las sociedades latinoamericanas por muchas décadas.

Si nos adentramos un poco más dentro del mundo de la descentralización podemos afirmar que la misma parece ser una característica de los esfuerzos de gran número de países en sus procesos de reforma estatal. Son casos excepcionales los que no han iniciado cambios en cuanto al papel y naturaleza estatales; de hecho, se podría afirmar que en mayor o menor medida las nuevas condiciones económicas, políticas y sociales impulsan hacia un reacomodo inminente de las estructuras nacionales e internacionales. Esta ha llevado a la búsqueda de esquemas más abiertos, competitivos y participativos; sin embargo, todavía no se pueden observar sino como iniciativas o propuestas que dan más una idea de transición que de reacomodo definitivo.

En este escenario las políticas descentralizadoras constituyen esfuerzos encaminados, al menos, a dos grandes objetivos: I) imprimir mayor agilidad y eficiencia al aparato estatal; y II) legitimar la acción del Estado ante la sociedad. A este afán de reacomodo, las políticas descentralizadoras que han querido aplicar en distintos naciones latinoamericanas, han surgido como respuestas a una demanda por parte de las regiones y grupos de la sociedad o como una iniciativa propia del Estado central ante los rendimientos decrecientes del modelo centralizador, buscando mayores niveles de eficiencia y oportunidad de la acción estatal.

La evolución que pueden tener las políticas descentralizadoras, adoptadas por el Estado, como mecanismos de defensa contra el agobiante sistema centralista, es variada y depende del escenario en el que se esté dando. Unos de los escenarios posibles y quizá el de mayor relevancia sea el de las constantes demandas, tanto por parte de las instancias locales de gobierno como de agentes y agencias de la sociedad civil que manifiestan su deseo de mayores espacios de decisión y participación. En estos casos, si el proyecto descentralizador adoptado por el gobierno central no va al ritmo de las exigencias sociales y regionales, se generará un esquema de ingobernabilidad en el corto o mediano plazo; este caso se presenta cuando la toma de decisiones es de arriba-abajo, y no como plantea Boisier, de abajo-arriba, de esta forma las condiciones para adoptar una estrategia de este tipo tienen que ver con el grado de madurez del sistema democrático, de la cultura de participación, y la confianza en una red institucional (gubernamental y no gubernamental) plenamente consolidada.

Como es bien sabido, la pérdida del poder por parte de un gobierno con una muy marcada trayectoria centralista, se le dificulta un poco el hecho de tomar decisiones a la hora de otorgarle poderes a niveles inferiores de la cadena de mando, es por ello que esta estrategia descentralizadora, tiene la pretensión de ser un proceso controlado plenamente,

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