AFINIDADES ELECTIVAS
Enviado por anghello08 • 9 de Septiembre de 2013 • Tesis • 2.553 Palabras (11 Páginas) • 290 Visitas
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AFINIDADES ELECTIVAS
La historia de la obra teatral "Oxígeno"
Ciència i literatura, del paper a l’escenari
por Carl Djerassi
Oxígeno More Sharing ServicesCompartir | Share on facebook Share on twitter Share on email Share on print Share on stumbleupon
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¿La «ciencia en ficción» y el teatro pueden servir para presentar de manera verosímil y comprensible los descubrimientos y una idiosincrasia tan tribal como la de los científicos? El ejemplo de la obra teatral Oxígeno demuestra contundentemente que sí.
La relación entre ciencia y literatura es un tema muy vasto, que solo puede tratarse superficialmente dentro de los límites de un artículo breve. Por eso he optado por abordarlo dentro de los límites restringidos de mi propia experiencia: como químico que, tras medio siglo de investigación –reflejada en más de mil artículos científicos–, decidió reinventarse a sí mismo dedicándose a la «verdadera» literatura, que para mi actual propósito significa novela y teatro. Las razones personales que me empujaron a transformarme de científico a novelista y dramaturgo necesitan poca explicación, ya que las he descrito en un libro de memorias (Djerassi, 2001). En su lugar, permítanme reducir aún más el enfoque de este artículo utilizando, en este Año de la Química, mi propia disciplina como la ciencia que se examinará a través de la lente de la literatura.
LA QUÍMICA EN LA LITERATURA
Sin ninguna prueba cuantitativa, me atrevo a generalizar y decir que la química es, probablemente, la disciplina científica menos representada en la ficción o en el teatro en comparación con la medicina o la física. Del mismo modo, y a pesar de que algunos grandes escritores como Primo Levi o Elias Canetti fuesen también químicos, me da la impresión de que hay muchos menos escritores de ficción con formación química que científicos especializados en medicina. ¿Por qué?
¿Se debe quizá a que los químicos utilizan muchas más estructuras químicas que palabras y por tanto les cuesta comunicarse, incluso dentro de su propia especialidad –y mucho más con el público en general–, sin recurrir a la pizarra, a diapositivas o a algún otro tipo de pictograma? ¿O es porque los químicos tratan casi exclusivamente con abstracciones a escala molecular, mientras que los médicos se pasan el día escuchando las historias de otros seres humanos? Después de todo, incluso las novelas u obras de teatro de carácter más científico tienen éxito, cuando lo tienen, porque trabajan el aspecto humano. Por último, permítanme añadir otro obstáculo que explica por qué son tan pocos los químicos que han escrito obras de teatro. Desde la época de Galileo, el discurso escrito más formal de los científicos es monologuista o indirecto, mientras que en el teatro domina el diálogo.
LA CIENCIA EN LA FICCIÓN
¿Que me animó a mí, un científico de una ciencia muy difícil, la química, a pasarme a la ficción para convertirme en un contrabandista intelectual? Un poco tarde en la vida, a mis sesenta y pico, me decidí a ayudar a salvar el abismo cada vez mayor entre ciencia y cultura popular de una manera poco ortodoxa, y a hacerlo a través de un género que yo llamo «ciencia en ficción», que no debe confundirse con la ciencia ficción. Para mí, una novela solo puede ser considerada como «ciencia en ficción» si toda la ciencia o el comportamiento propio de los científicos que describe es real o por lo menos plausible. Ninguna de estas restricciones se aplican a la ciencia ficción. De ninguna manera estoy sugiriendo que no sea legítimo dejar volar la fantasía científica en la ciencia ficción. Pero si uno realmente quiere usar la ficción para introducir de contrabando hechos científicos en la conciencia de un público científicamente analfabeto –y yo creo que ese contrabando es intelectual y socialmente beneficioso–, entonces es fundamental que los hechos se describan con precisión. De lo contrario, ¿cómo puede el lector no formado científicamente saber qué forma parte del entretenimiento y qué se le explica en aras del conocimiento objetivo?
Pero de todas las formas literarias, ¿por qué utilizar la ficción? La mayoría de personas no formadas científicamente tienen miedo a la ciencia. «No entiendo la ciencia», murmuran a menudo mientras corren una cortina mental, en seguida que se dan cuenta de que alguna explicación científica está a punto de caerles encima. Es a este sector del público –el lector acientífico e incluso el anticientífico– al que yo quiero dirigirme. En lugar de empezar con un preámbulo agresivo –«déjenme decirles que mi ciencia…»–, prefiero empezar con otro más inocente: «premitid que os cuente una historia…», y luego incorporar la ciencia real y los científicos de carne y hueso a la trama. Pero antes de describir qué investigan los científicos, prefiero centrarme en ilustrar cómo actúan los científicos. Y es aquí donde un científico reconvertido en autor puede desempeñar un papel especialmente importante, porque los científicos operan dentro de una cultura tribal cuyas normas, costumbres e idiosincrasia, en general, no se comunican a través de conferencias especializadas o libros, sino que se adquieren a través de esa especie de osmosis intelectual que se da en la relación entre maestro y discípulo. Para mí, como miembro de la tribu científica durante más de cinco décadas, es importante que el público no vea a los científicos sobre todo como unos pirados tipo Frankenstein o Strangelove. Y para que la ciencia-ficción se ocupe no solo de la ciencia real, sino, lo que es más importante, de los científicos reales, creo que un miembro del clan puede describir mejor la cultura tribal y el comportamiento de un científico. Como ejemplo de los muchos temas que me sentía animado a tratar mediante la ficción, les remito a la última novela, titulada NO (Djerassi, 2003) de mi tetralogía de ciencia en ficción. La he seleccionado porque muestra la amplia gama de temas relacionados con la ciencia que pueden acoger las páginas de una novela: la química del óxido nítrico, la función biológica que tiene en la erección del pene, la comercialización de esta sustancia a través de la implantación y el funcionamiento de la típica empresa de biotecnología (basado en el estudio de un caso real en Silicon Valley), la lucha de las mujeres en una cultura científica dominada todavía por hombres, la asianizacion cada vez mayor de la ciencia estadounidense, y, finalmente, la reaparición en NO de todos los personajes de las últimas tres novelas. Pero esta aparente chulería también requiere una importante advertencia.
El deseo de usar mis novelas para
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