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Apuntes De Prosesal Civil Del Codigo Civil


Enviado por   •  29 de Abril de 2012  •  4.093 Palabras (17 Páginas)  •  635 Visitas

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LAS POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS Y NUESTRAS LENGUAS VERNÁCULAS:

¿QUÉ HACEMOS CON NUESTRO QUICHUA?

Hebe Luz ÁVILA

"Las relaciones históricas y lingüísticas entre el español y los idiomas aborígenes de América responden a las más diversas modalidades que pueden presentarse en el contacto de lenguas o, con terminología más vieja, pero más exacta, en los conflictos de lenguas y de cultura".

Rafael Lapesa : Historia de la lengua española

En la sátira de “La Isla de los Pingüinos” de Anatole France, escrita en 1925, los pingüinos viejos advertían a los más jóvenes que historiar y escribir lo más lejano no causará ningún problema a los gobernantes y a las instituciones de la sociedad. El peligro se da si se analizan los hechos recientes porque seguro que tocaremos intereses presentes.

Trasladando esta reflexión a nuestra tarea de pensadores más que de solo historiadores, entiendo que cualquier tema que investiguemos debe servir como plataforma para entender mejor el presente y proyectar un mejor futuro.

Por eso elijo tratar una situación que viene desde muy antiguo y permanece hasta nuestros días sin solución que satisfaga. Además, porque es un problema análogo en distintas regiones del país el de las lenguas vernáculas y qué políticas seguir al respecto.

Sostiene Silvio Zavala, en Poder y lenguaje desde el siglo XVI , que la relación entre el poder público y la lengua implica la relación entre lingüística, historia e historia de la lengua, por lo que la percepción de la misma, el estudio de su evolución y su enseñanza no pueden desligarse de la historia de las conquistas, la lucha entre los pueblos y las guerras.

En toda la historia de la humanidad, el dominio de la lengua ha servido siempre como indicador de supremacía y descrédito del “otro”. De esta manera, los griegos llamaban bárbaros a los que no hablaban griego y hacían (según ellos) "bar-bar" en vez de hablar inteligiblemente. Por extensión, para los romanos el barbarus designaba al extranjero, al inculto, al ignorante. Y luego, en la Edad Media, el latín era la lengua del poder y el saber, y la única lengua aceptada para comunicarse con Dios.

Pero vengámonos más cerca. Cuando Colón arriba a las nuevas tierras, el 12 de octubre, lo primero que ve es “gente desnuda”. El trato con los indios es amistoso, y en varias oportunidades, el almirante comenta que se comunican por señas. Los indígenas hablan y los españoles entienden por el gesto: “entendíamos que nos preguntaban si éramos venidos del cielo”. (14/10)

Esta forma de diálogo es confusa e insegura, como reconoce el propio Colón el 19/10: “aunque no doy mucha fe de sus dezires, así por no los entender yo bien”.

El descubridor intenta comunicarse luego con posibles reyes lejanos que habitaban estas tierras, según la idea que de ellas se ha formado leyendo a Marco Polo y, para lograrlo, envía “traductores”:

“Acordó el almirante enviar dos hombres españoles, el uno que se llamaba Rodrigo de Xerez, que vivía en Ayamonte y el otro era Luis de Torres, que había sido judío y sabía diz que hebraico y caldeo y aún algo de arábigo...” (2/11)

Ingenuamente, piensa que sabiendo un poco de varias lenguas se puede entender cualquiera.

El descubridor no se preocupa seriamente por comprender al morador original de estas tierras. Tanto es así, que cree que todos hablan una misma lengua, cuando sabemos que el fraccionamiento lingüístico es lo que más sorprendió a los autores que se refieren a América.

Uno de los problemas más difíciles que presentaba este mundo nuevo era la diversidad. Los españoles debieron afrontar multiplicidad de terrenos y de climas, pluralidad de pueblos, con desiguales niveles culturales, complejidades sociales y políticas (desde los imperios al nomadismo), variedad de religiones y a la par, una increíble diversidad lingüística.

Al respecto, podemos citar a Norman Mc Quown, quien afirma: “Esta región con toda probabilidad no tiene igual, en ninguna parte del mundo, en su multiplicidad y diversidad lingüísticas. Están registrados unos dos mil idiomas y dialectos, divididos ahora en 17 grandes familias y 38 pequeñas, además de varios centenares de lenguas independientes no clasificadas...”

Viniendo más cerca aún, encontramos la situación lingüística en el Perú. "Hay tanta multitud de lenguas entre ellos, que casi a cada legua y en cada parte hay nuevas lenguas" dice Cieza de León. Cobo señala que en el distrito de Lima había una aldea que tenía 7 ayllu, cada uno con su lengua distinta y otros historiadores señalan que algunas veces en una sola aldea se hablaban tres o cuatro lenguas diferentes, en tal forma que los habitantes no se comprendían entre sí

A pesar de este duro escollo, con el tiempo los hispanos lograron verdaderos progresos en el dominio de las lenguas indias, al punto de compilar un sinnúmero de diccionarios y hacer otras tantas gramáticas.

La evangelización

La principal razón por la que los españoles - y especialmente los frailes- aprendieron las lenguas vernáculas, fue la difusión de la doctrina cristiana entre los indios, que solo podía lograrse hablándoles al corazón en su propia lengua.

En Europa, el protestantismo había roto la unidad de la cristiandad y muchos españoles deseaban realizar una fulgurante conquista espiritual en América para fundar una Nueva Jerusalén.

Estaban seguros de poder ganar las almas de los nativos, a los que consideraban página en blanco, fáciles de moldear.

El problema lingüístico se tornó desesperante para los misioneros en algunos momentos, especialmente al principio. Así, Diego Durán, dominico e historiador, señala tres etapas en la evolución de la comunicación entre misioneros e indios.1) predicación muda, por medio de gestos y señas. 2) predicación y catequesis pictográfica sobre la base de los glifos, la escritura azteca, crearon una nueva “escritura pictoideográfica”. Con ella se produjeron catecismos, como el de fray Pedro de Gante. Otras veces se utilizaban lienzos o cuadros que los misioneros mostraban y explicaban por mímica, y 3) predicación y catequesis en las distintas lenguas vernáculas.

Señalemos que el conocimiento de las lenguas indígenas equivale a un arma de guerra para los misioneros en todas las épocas y lugares. Es que sus actividades, según el espíritu ignaciano, se ideaban como campañas militares organizadas contra el demonio y sus instrumentos en este mundo, por lo que valoradas en este contexto, las lenguas indígenas devenían necesariamente en armas de guerra. Así, su primer deber consistía

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