Arquitectura Penitenciaria
Enviado por freedom1325 • 20 de Abril de 2014 • 1.575 Palabras (7 Páginas) • 347 Visitas
Arquitectura Penitenciara.
La arquitectura penitenciaria es la aplicación de nociones arquitectónicas de forma, espacio y función a la construcción de prisiones, surge de manera definitiva durante la segunda mitad del siglo XVIII como coadyuvante de la reforma penal que se lleva a cabo en ese momento en Europa. Dicha disciplina aparece también unida a la naciente concepción de Penitenciaría: un nuevo paradigma de reclusión en el que se busca el arrepentimiento del ofensor a través del silencio, el aislamiento y la penitencia. Así, la arquitectura aplicada a las prisiones intenta, a través de esta nueva tipología carcelaria, materializar las políticas públicas del período, enfocadas en humanizar las penas de privación de libertad y al mismo tiempo, expresar de manera concreta los ingenios y teorías de filósofos y filántropos, que desean aplicar nuevas técnicas de control y distribución dentro de los penales, con la intención de rehabilitar moral y socialmente a los internos.
Con el tiempo, estos nuevos diseños en arquitectura se unen a distintas nociones sobre administración, seguridad, régimen de trabajo e higiene y pasan a formar parte del cuerpo teórico-práctico conocido como Ciencia Penitenciaria. Este conjunto de ideas alcanza su mayor desarrollo en la primera mitad del siglo XIX, aunque sus principios llegan hasta el día de hoy.
Primeros esbozos en la arquitectura de prisiones
La reforma penal y penitenciaria que impulsan los autores anteriormente señalados tiene quizás su mayor impacto en las propuestas para la creación de nuevos establecimientos penales que ven la luz a finales del siglo XVIII y principios del XIX en Europa. Por esta época los diseños arquitectónicos aplicados a prisiones comienzan a exhibir varias características: en primer lugar, como se ha destacado anteriormente, corresponden a la concretización de propuestas en seguridad, inspección y distribución avanzadas por humanistas, filántropos y filósofos, entre ellos John Howard, de quien a partir de su obra, comienza un movimiento de producción de textos de arquitectura enfocados particularmente en la construcción de establecimientos de reclusión.
Definiendo modelos
En la primera mitad del siglo XVIII no existe un modelo de construcción para prisiones individual y específica, sino que más bien se utilizan edificios de planta rectangular u otros inmuebles que ya no cumplen su función original. Esta configuración intuitiva presenta, sin embargo, algunos ejemplos interesantes, como la prisión de Gante, en Flandes. Se trata de un edificio de planta octogonal, en el que se han dispuesto las celdas de los internos rodeando un patio central, desde el cual los guardias podían realizar sus labores de vigilancia.
No es hasta que se comienzan a producir textos en esta materia y a intercambiar ideas sobre las mejores propuestas de construcción, que la arquitectura aplicada a prisiones genera dos modelos plenamente característicos. En primer lugar se destaca el modelo radial, propuesto por el arquitecto inglés John Haviland para la penitenciaria de Eastern State de Filadelfia. En este caso, el diseño consiste en siete edificios, donde se encuentran las celdas, que convergen como radios o alas en una estructura circular central, desde el cual los guardias del recinto pueden realizan la vigilancia centralizada del mismo.
El segundo diseño característico del periodo es el propuesto por el filósofo inglés Jeremy Bentham, en su obra El Panóptico, del cual hablaremos más adelante, porque si bien nunca se construye un establecimiento con las mismas características que propone el autor, sus principios de inspección, control y vigilancia de los internos se extienden universalmente por casi todas las construcciones penitenciarias del periodo.
John Howard
En el campo de la filantropía y el humanismo destaca el trabajo del inglés John Howard quien a partir de 1773, y en su calidad de alguacil de la localidad de Bedfordshire, realiza una serie de visitas a cárceles de Europa para conocer las condiciones en las que se encuentran los prisioneros. En estos viajes el autor es testigo de las prácticas comunes de la época en materia carcelaria; por ejemplo, que los prisioneros debieran pagarle a los carceleros por su manutención y que, en el caso de no pagar, fueran retenidos por los guardianes incluso después de la fecha legal de su puesta en libertad, hasta que cancelaran su deuda. También observa las deficientes instalaciones carcelarias de su tiempo: oscuros calabozos subterráneos, húmedos y sucios, en los que se agrupan los prisioneros, sin hacer distinción de sexo, edad o situación procesal.
Howard comenta los inicios de su labor de la siguiente forma: “Lo que me impulsó a trabajar a favor de los presos fue ver que algunos, a quienes el veredicto del jurado había declarado inocentes; que algunos en quienes el gran jurado no había encontrado indicios de culpabilidad
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