Bioetica
Enviado por • 7 de Agosto de 2014 • Práctica o problema • 4.444 Palabras (18 Páginas) • 183 Visitas
La palabra bioética se traduce literalmente como ética de la vida. La ética tiene que ver con la conducta de la persona humana que se asume como libre y responsable de su destino.
Esta palabra es usada sin embargo más específicamente en relación a lo que tiene que ver con los avances tecnológicos en el campo de la Biología y la Medicina. Avances que provocan nuevos interrogantes en el campo de la ética. Porque cuando el hombre llega a tener en sus manos el poder de cambiar a los seres vivos y manipularlos genéticamente, es bueno que se pregunte cuales son los límites de sus acciones, qué es lo bueno y lo malo, lo humano y lo inhumano.
En los últimos años, debido a los desastres ecológicos que ha provocado la actividad humana, el ser humano ha descubierto que tiene una gran responsabilidad frente a su planeta y a los otros seres vivos que habitan en él, ya que es el único ser con la capacidad no sólo de influir en el medio ambiente sino de transformarlo radicalmente.
1. -¿Qué relación hay entre la bioética y la ética cristiana?
Hay una fuerte y directa relación. Sin quitarle autonomía a la ciencia, la fe cristiana le ayuda a humanizarse y a no ver los problemas que trata con el fácil pragmatismo, pensando al hombre como un objeto de estudio o un cobayo de laboratorio. La ética Cristiana nos habla de la dignidad del hombre, hecho a imagen de Dios, sienta sus bases en la Biblia y sobre todo en el mensaje de Cristo.
Jesús no formuló ningún código ético, pero sí habló acerca de la verdadera dimensión del hombre, de su destino de grandeza y libertad, de su responsabilidad frente al proyecto del Padre Dios, proyecto que se realiza fundamentalmente en el amor. A la luz de este concepto, descubrimos que toda actividad humana debe tener por fin desarrollar y hacer crecer a la persona en dignidad y en libertad; es en este punto donde la Bioética y la ética Cristiana confluyen.
Pero este proyecto del Padre, no es algo acabado, explícito y completo, sino que debe ser descubierto constantemente tanto en la Biblia como en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. No se trata de buscar pasajes bíblicos aislados para fundamentar o condenar determinadas conductas. Se trata de captar el Espíritu del mensaje evangélico para aplicarlo en el hoy. San Ireneo de Lyon, preguntándose cual era la Gloria de Dios decía: 'La Gloria de Dios es el hombre viviente'. El hombre viviente era para el gran pensador cristiano, el ser humano viviendo en plenitud de dignidad, de libertad, de amor y de vida.
Juan Pablo II recordaba no hace mucho, la necesidad de una colaboración entre la ciencia, la cultura y la religión cristiana. 'Esta colaboración -decía a los participantes de un Simposio sobre la ciencia en el contexto de la cultura humana- es necesaria pero difícil. No obstante los prejuicios recíprocos viejos y nuevos, que han podido alejar las unas de las otras: los trabajos de ustedes confirman nuestra común voluntad de trabajar por el bien del hombre.'
(Fuente: Osservatore Romano 6-11-1991).
2. -¿Qué es la eutanasia? -¿Cuál es la posición de la Iglesia frente a esta tema?
La palabra Eutanasia viene del griego y significa: 'muerte dulce'.
En el mundo occidental, muchos han alzado la voz, pidiendo que se conceda a los enfermos terminales el derecho de terminar su vida, antes que la enfermedad les provoque graves sufrimientos y dolores que no desean sufrir. También se habla de aquellos que provocan la muerte de un ser querido por piedad.
La Eutanasia se practica interviniendo para provocar la muerte en forma directa, o simplemente omitiendo el tratamiento necesario para prolongarle la vida. En ambos casos existe la deliberada intención de causar la muerte del enfermo.El médico norteamericano Jack Kevorkian, apodado el 'doctor muerte', se hizo famoso y millonario al inventar y utilizar una máquina que mata sin dolor a los pacientes que así se lo soliciten; de esta forma según él, se logra una 'muerte digna'.
Para los cristianos la vida humana es un don sagrado y maravilloso, recibido de Dios. Por eso, la Eutanasia es considerada como un asesinato. 'El hombre está llamado a la vida y a una plenitud de vida, que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena... Lo sublime de esa vocación sobrenatural, manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana, incluso en su fase terminal.' (Juan Pablo II, 'Evangelium Vitae' n.2)
Todo cristiano tiene el deber de respetar, valorar y defender la vida humana. No existen 'vidas inútiles' que sean cargas para los otros. El sufrimiento y el dolor no justifican ni dan derecho a disponer de la vida de un ser humano. La muerte no es el término final y último de la vida del hombre, ni un fin absurdo de la misma.
La mentalidad que ve a la Eutanasia como un derecho absoluto, nace de una visión que prescinde de Dios y que cree erróneamente que el hombre es dueño absoluto de su vida, siendo responsable sólo ante sí mismo de sus acciones. Por más que se quiera ver a la Eutanasia como un bien, no deja de ser un acto absurdo e inhumano que ningún fin puede legitimar.
'El personal médico y de enfermería debe estar al servicio de la vida y asistirla hasta el final, no puede prestarse a ninguna práctica eutanásica, ni siquiera ante la solicitud del interesado, y aún menos de sus parientes. En efecto, las personas no poseen un derecho a la eutanasia, porque no existe el derecho de disponer arbitrariamente de la propia vida. Ningún agente de la salud, por consiguiente puede hacerse tutor de un derecho inexistente.' ('Carta de los agentes de la salud' n. 148, Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud). Esto no significa que tenga que prolongarse artificialmente la vida de una persona. Todos tenemos derecho a vivir y a morir dignamente. Pero esto no significa que se nos prolongue artificialmente la vida por medio de técnicas, medicamentos o aparatos que produzcan lo que se ha dado en llamar el encarnizamiento terapéutico.
Es lícito en un enfermo terminal, recurrir a calmantes (aun con el riesgo de acortarle la vida) que permitan que el enfermo viva los últimos momentos de su vida sin sufrimiento innecesario. Es legítimo y digno desear una muerte sin desfiguración, dolor y aislamiento y no se opone al Evangelio. Un paciente terminal nos da muchas veces una lección enfrentando la muerte con gran dignidad, somos nosotros los que deberíamos acompañar al enfermo los que a menudo nos comportamos indignamente.
(Fuentes: 'Evangelium Vitae' Juan Pablo II; Carta a los
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