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CARR, Wilfred (1990): «Hacia Una Ciencia Crítica De La Educación». En CARR, Wilfred (1990): «Hacia Una Ciencia Crítica De La Educación», Laertes, Barcelona.


Enviado por   •  23 de Junio de 2014  •  628 Palabras (3 Páginas)  •  724 Visitas

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Según la tradición empiricista británica, la educación no es una ciencia. La ciencia es una actividad teórica exenta de valores que persigue el saber empírico sin intereses. En cambio, la educación es una actividad práctica con carga de valores que busca promocionar los valores humanos e ideales sociales.

CARR busca describir y defender una forma de ciencia de la educación diferente de la que propone esta tradición empiricista, en donde el practicante educativo es un mero reproductor.

A partir de esto, el autor distingue entre dos puntos de vista sobre la educación: el clásico y el utilitarista

El punto de vista utilitarista piensa a las instituciones educativas como medios para equipar a los individuos de conocimientos, actitudes y habilidades necesarias para encajar dentro de una determinada forma de vida social. Se trata de una educación que responde a capacitar a los individuos para su inserción en el mercado y nada más.

El punto de vista clásico, nombre aplicado por el filósofo ANDERSON e inspirado en la forma de docencia griega, considera que el ser humano es un animal dotado de razón que puede usar esta facultad para la autorreflexión crítica y el de sus formas de vida social. En consecuencia, las instituciones educativas deben proveer a los individuos las oportunidades y recursos para que posean una conciencia crítica que les permita desarrollar formas de vida social más auténticas y racionales.

El filósofo PETERS se propone rescatar este punto de vista clásico y añade que la educación debe perseguir la autonomía racional de los individuos en persecución de que puedan librarse de cualquier tipo de coercimiento cultural que impida el libre desarrollo del pensamiento racional. Para ello, es necesario que los individuos se reconozcan a sí mismos dentro de la sociedad.

PETERS otorga a la educación un papel transformador y, a partir de eso, la entiende como una forma distinta de ciencia: una ciencia educativa.

Paralelamente, el filósofo HABERMAS contempla tres tipos de intereses constitutivos de saber: el técnico, el práctico y el emancipatorio. A partir de estos tres intereses, se originan tres tipos de ciencia: las empírico-analíticas (naturales), histórico-hermenéuticas (sociales) y la ciencia social crítica, respectivamente.

Las ciencias empírico-analíticas surgen del interés técnico y buscan conocer, controlar y predecir el mundo natural. No obstante, el ser humano en tanto ser habitante de un mundo social, también posee un interés de tipo práctico que persigue entender la vida y las relaciones sociales: las ciencias histórico-hermenéuticas. Por último, los individuos persiguen objetivos y acciones a partir de sus reflexiones racionales. Para que eso sea posible, es necesario librarse y promover la liberación de cualquier tipo de impedimento contra la razón autónoma humana. De ese interés emancipatorio surge la ciencia

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