Casos Para Realizar Adecuaciones Curriculares
Enviado por kian83 • 28 de Mayo de 2013 • 1.452 Palabras (6 Páginas) • 801 Visitas
Pedro cursa tercer grado de primaria y en su grupo hay 20 alumnos. Es un niño delgado, que tiene una excelente relación con sus compañeros e intenta comunicarse con ellos de distinta manera, ya que presenta discapacidad auditiva, usa auxiliares auditivos en ambos oídos aunque por lo general no cumplen su función ya que se le agota continuamente la pila y los padres tienen dificultades económicas para estarlos reponiendo; su lenguaje suena un poco robotizado.
Cuquita, la maestra, considera que Pedro presenta problemas en el aprendizaje pero aún no ha consolidado la lectoescritura (silábico no convencional) y las adecuaciones que ha realizado son básicamente de acceso.
Como estrategia para propiciar su aprendizaje, la maestra Cuquita le brinda apoyos visuales para acceder a los contenidos abordados e intentar establecer estrategias de comunicación comprensible como le ha dicho la maestra de apoyo, aunque no es constante.
Para facilitar su atención, Pedro se ubica preferentemente frente a Cuquita,
en un ángulo donde, además de verla a ella, puede ver a sus compañeros. Aparte de las adecuaciones mencionadas, la maestra ha puesto en práctica algunas estrategias que permiten involucrar a Pedro en las actividades.
A Pedro le gusta asistir a la escuela, le cae bien su maestra y le gusta jugar con sus compañeros. Lo que más se le facilita es pintar y recortar y muestra interés por participar en todas las actividades. Le encanta tocar con la banda de guerra de la primaria, él es responsable de uno de los tambores. Inicialmente, se pensó que sería imposible que Pedro participara en la banda pero el maestro de música encontró las estrategias necesarias para lograrlo.
CASO 2: Iveth
Cuando la mamá de Iveth solicitó la inscripción de su hija a la primaria, la directora la aceptó sencillamente para ayudarla, ya que la escuela de educación especial a la que asistía estaba muy alejada de su comunidad. Manuel, el maestro de 3ero nunca había tenido en sus 15 años de servicio la experiencia de atender niños con discapacidad y recuerda que los primeros meses fueron difíciles, porque la niña no permanecía en el aula, constantemente se mojaba con agua, cortaba las flores del jardín y, como una característica del síndrome de Down, presentaba severas dificultades para articular y una secreción nasal abundante, razones por las que algunos compañeros se burlaban y rechazaban.
Después de un periodo de observación y de la evaluación psicopedagógica que, conjuntamente, realizaron Evita y el personal de educación especial se determinó que las principales necesidades de la niña estaban relacionadas con aumentar su nivel de atención, con brindarle elementos que le permitieran comunicarse de una mejor manera y avanzar en su autocuidado personal. Aunque había otras necesidades, consideraron que éstas eran las prioritarias y a partir de éstas fue que se desarrolló el plan de trabajo. Al contar con información precisa, las angustias del maestro disminuyeron, pues ya tenía claro qué y cómo iba a trabajar con la niña.
Al poner en marcha el plan de trabajo, aunque el maestro trataba de que las actividades fueran interesantes y acordes a su nivel de comprensión, Iveth seguía saliéndose del salón. Al ver esto, Manuel y la psicóloga del servicio de educación especial, diseñaron un programa específico para ir disminuyendo las salidas. Éste consistía en dejar que Iveth saliera cuando quisiera y al momento de entrar al salón, el Maestro tenía que registrar las actividades que la niña hacía. Para lograr esto, todo el personal de la primaria participó, ya que nadie le podía permitir la entrada a otro salón o a la dirección. El maestro anotaba todo lo que la niña hacía al entrar al salón: trabajar lo mismo que los compañeros, revisar el material, etcétera.
Esto se hizo durante una semana y sirvió para tener más información sobre los intereses de la niña. Para la siguiente semana, Manuel no debía dejarla salir del salón por ningún motivo. Sus compañeros tenían la “comisión” de insistirle en terminar sus trabajos, pero sin hacérselos. La psicóloga sugirió que en las primeras semanas, al terminar cada trabajo o actividad se recompensara a Iveth con distintos estímulos como abrazos, aplausos, estrellitas, sellos, etcétera.
Manuel, pensó que podría ser una buena idea que cuando la niña juntara cinco estrellas, podría realizar alguna de las actividades que más le gustaban. Poco a poco se fueron eliminando las recompensas y se logró que la niña permaneciera la mayor parte del tiempo dentro del
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