Columna Opinión

Matrimonio de conveniencia

Es inevitable, un caramelo demasiado atractivo y goloso. Algunos dirigentes de distintos clubes de fútbol han visto en el deporte más popular del mundo, una manera de hacer política. Y es que algo tan poderoso, considerado fenómeno de fenómenos, no deja de ser un instrumento idóneo para producir ideología.

Pero no es algo nuevo. El deporte rey tiene alrededor de 100 años de historia y, a lo largo de todo este tiempo, le ha tocado batallar con los regímenes dictatoriales del siglo XX. Benito Mussolini, Adolf Hitler, Franco fueron claros ejemplos de esta mezcla un tanto heterogénea.

Actualmente, la situación no ha cambiado mucho. Es cierto que en la mayoría de casos ya no está presente la figura de un dictador, pero si la de un gobernador o persona con un cargo institucional importante. Estos hacen de este deporte una droga social, que provoca que la gente sea más pasiva y/o reacia a la política. De esta manera, consiguen hacernos olvidar, por momentos, de los problemas sociales que verdaderamente importan. En nuestro país parece ser que esta moda está en auge. Los presidentes de clubes se creen presidentes de un estado, y al contrario.

Tal será la supremacía del balompié, que a veces hace sombra incluso a aquellos que quieren aprovecharse de él. Por ejemplo, en Cataluña han saltado las alarmas porque el próximo día 28 de noviembre se celebran elecciones autonómicas coincidiendo con el partido Barça-Madrid. Por temor a que la gente no acuda a votar, algunos políticos ya se han pronunciado, y han dicho que sería mejor cambiar la fecha del encuentro. Parece absurdo, ¿Verdad? Pues bien, ya hay rumores que indican que no se jugaría el mismo día.

Si hasta ahora los políticos se han aprovechado del deporte para obtener beneficios, ¿Por qué no puede ser al revés? Veremos al final que sucede. Lo único que me queda claro es que fútbol y política parecen un matrimonio de conveniencia.

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