¿DE QUIÉN ES LA RESPONSABILIDAD, DE LA ESCUELA O LA FAMILIA?
Enviado por anselmogreen • 30 de Junio de 2013 • 1.472 Palabras (6 Páginas) • 357 Visitas
¿DE QUIÉN ES LA RESPONSABILIDAD, DE LA ESCUELA O LA FAMILIA?
El presente artículo no pretende responder a una pregunta tan polémica, ni argumentar ampliamente sobre la cuestión ya planteada en diferentes momentos y por distintos teóricos. La intención es despertar la reflexión sobre la importancia de mantener un estrecho vínculo entre ambas instituciones, en las cuales transcurre, fundamentalmente, la vida del niño, y que están interesadas en su desarrollo integral.
Para ello, debemos partir de que en las condiciones actuales del desarrollo social, con una globalización plena en los diversos ámbitos de la vida, inciden sobre la educación de la personalidad de las nuevas generaciones, todo un conjunto de aspectos culturales, económicos, políticos, científicos y nacidos en la sociedad, pues ahora ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión, y el mundo es el mediador (FREIRE, 2004:86) ya que esta tarea no corresponde exclusivamente a la escuela o a la familia, como pudiera haberse pensado hace algún tiempo, sin que estas dos instituciones desempeñan un papel fundamental en el logro de tan importante fin.
Deseamos y necesitamos que en todos y cada uno de nuestros niños y jóvenes se formen las mejores cualidades: que se desarrollen intelectual, moral, cívica, estética, vocacional y físicamente. Este objetivo es común y coincide plenamente con los intereses de la sociedad, la escuela y la familia.
¿Qué padre no desea que sus hijos crezcan sanos, fuertes, que aprendan bien y se preparen para que, llegado el momento, puedan incorporarse con éxito y de forma activa a la vida social? Esta es una aspiración legítima y posible de alcanzar. Por esto, todos los padres, independientemente de su nivel cultural y ocupación, son los primeros educadores de sus hijos, aunque no es menos cierto que tan decisiva y fundamental tarea la asumen, en muchos casos, sin poseer los conocimientos para hacerlo.
La afirmación de que son los padres los primeros educadores, y por lo tanto, es la familia la primera escuela, parte de que la educación que se recibe en el hogar es de gran valor en el proceso de formación, consolidación de sentimientos, de principios morales y de la orientación social de la personalidad, pues la familia es y seguirá siendo un factor insustituible en la formación de los sentimientos más elevados del hombre. En el seno familiar permanece casi siempre el individuo durante toda la vida, allí busca su bienestar emocional y su felicidad más íntima, pues como menciona GODOY (2010), lo cierto es que el mejor lugar para enseñar las competencias para vivir en sociedad no es la escuela, pues un número importante de habilidades esenciales se aprenden en la familia.
La acción educativa de la familia es decisiva en la formación completa de cada uno de sus hijos, su responsabilidad es indelegable, pues en ella se genera el desarrollo del hombre como agente primordial de las relaciones sociales y eslabón principal del desarrollo del mundo, por lo que la estabilidad del núcleo familiar, la actitud de los adultos, la forma en que participan en la vida de la comunidad y se incorporan a las actividades sociales, productivas y políticas, permitirá la conformación de actitudes y sentimientos de los que en ella se educan.
Por otra parte, la escuela, como institución, tiene que orientar cada vez más su trabajo a vincularse con la familia en el sentido de mantener una buena comunicación en torno a los progresos y tropiezos que el alumno presenta en la vida escolar, para garantizar que ésta asuma su responsabilidad educativa en una dirección cada vez más acertada y positiva.
Para lograrlo, es necesario tener un acercamiento respetuoso al ambiente familiar de los alumnos, a través de la revisión del expediente, ficha psicopedagógica o consultas directas con los padres, aprovechando la ocasión para brindarles elementos pedagógicos sobre cómo y por qué es de una forma distinta el pequeño de seis años que se inicia en la escuela, al niño de nueve años que ya es un escolar o a la niña o niño de once años que, en el umbral de la adolescencia, quieren ser “grandes” y aún no lo son. Estas medidas permitirán que los padres obtengan durante la vida escolar de sus hijos, información importante y precisa para la formación en el seno familiar, que estimulen su reflexión y los inciten a revisar por sí mismos, cuestiones de educación.
El relacionarse con los padres, también posibilita que éstos conozcan qué hace su hijo en la escuela, cómo aprende, como transcurre la trayectoria del proceso
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