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DICURSO PRONUNCIADO EN EL TEATRO CAMILO TORRES EL DIA 4 DE DICIEMBRE DE 2015


Enviado por   •  21 de Diciembre de 2015  •  Apuntes  •  3.363 Palabras (14 Páginas)  •  133 Visitas

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Dra. Clemencia Uribe: Decana De Nuestra Facultad De Derecho Y Ciencias Políticas

Dr. Luis Mario Marín, Vicedecano de nuestra facultad

Dr. Juan Carlos Vélez, director del instituto de estudios políticos Dr. Agustín Vélez Upegui, coordinador de regionalización

Dra. Olga lucia Lopera, jefe del departamento de investigación

Compañeros graduandos de pregrado y posgrado:

“La tarea de la universidad entre nosotros, no es la de formar profesionales… porque eso lo pueden hacer otras instituciones, técnicas y tecnológicas; la tarea de la universidad es formar buenos ciudadanos, es decir, formar personas para la convivencia; y formar personas para la convivencia, es educar en la democracia.”

Carlos Gaviria Díaz

El motivo que nos tiene reunidos bajo este templo de la democracia nacional es el amor por la educación emanada de esta alma mater, mole histórica de conocimiento que ha estado y estará siempre al servicio de los ciudadanos más pobres de nuestra sociedad.

Este claustro sembró su corazón benevolente y se adhirió desde su nacimiento al alma de las generaciones antioqueñas y a nosotros nos abrió las puertas como una madre que profiere lo mejor para sus hijos y hoy, compañeros graduandos, lo mínimo que podemos hacer -ya que no tenemos con que pagarle- es exaltarla y rendirle un sentido homenaje.

Sé que para emprender esa travesía solo es menester comprometernos en este instante con cumplir sus lineamientos y concejos, llevar consigo a todas partes su bandera en alto, ondeando sobre la búsqueda de las soluciones a las problemáticas socio políticas y económicas como politólogos y abogados, cumpliendo a cabalidad su slogan: con espíritu crítico y compromiso social. Ella solo nos pedirá a cambio que no mancillemos su nombre y su imagen y nos demandará que no nos embarquemos en propósitos sin causa, o en acciones  que  vayan  en  contravía  de  los  valores  éticos  y  morales   que


desdibujen y enloden la brújula que orienta hacia el infinito los objetivos de su visión su misión.

Porque la imponencia del hombre creador de energía, un hombre y una mujer con los brazos alargados hacia el horizonte buscando el cosmos, de donde vierte el agua y la luz del conocimiento, reposando erguidos en la cúspide de una flor de concreto sobre la plazoleta central, la cual representa a la Universidad vista como estructura científica y humanística en continuo movimiento; homenaje al hombre de ayer, de hoy y del mañana, el que soñó con las estrellas y camina hoy seguro hacia ellas. Nos induce a creer en la agresividad del coraje antioqueño y en el compromiso de nuestra alma mater con la sabiduría de sus hijos. Y es desde la altura descomunal de este símbolo, espíritu de la creación humana, pensado y erigido por el Maestro Arenas, desde donde debemos divisar para buscar las soluciones a las problemáticas sociales que como profesionales nos impone esta universidad de todos, ese fue el propósito sublime trazado por nuestro libertador cuando puso la primera piedra el 12 de diciembre de 1827 firmando el decreto para que en el colegio antioqueño de Medellín se impartiera por primera vez el estudio de la jurisdisprudencia.

Porque el hombre es una construcción sociocultural y en su infinita carrera, quizás a hacia su propio sinsentido, se embarca en empresas prodigiosas, sublimes muchas veces como esta, no tanto en otras, como tantas; pero siempre con el objeto de superar el leviatán que en términos de Hobbes nace de él y hace de él un monstruo y un lobo para el hombre. Ahora, en términos platónicos; se convierte en la mayéutica socrática en dirección a ideas y preguntas que son fermento de su pensamiento y porvenir; camino a adquirir la mayoría de edad en los ámbitos del imperativo categórico de Kant lo cual convierte al hombre en un verdadero ser humano. Ese “atrévete a pensar” de Kant, es lo que lo redime, lo despierta en aras de construir un mundo diferente, lejos del egoísmo, la soberbia, la injusticia y la violencia, en la ruta de buscar un mundo más humano, más filantrópico, más digno de ser vivido y en razón de reconstruir en conjunto la sociedad y el nuevo ciudadano del futuro que será punto álgido de discusión de las próximas generaciones.


En eso creyeron (nuestros maestros eméritos), Héctor Abad Gómez, Luis Fernando Vélez Vélez, Jesús María Valle, Leonardo Betancur Taborda, Luis Felipe Vélez Herrera y José Luis Loisa (abogado y personero de mi pueblo que fue asesinado en la época de los anteriores, porque dijo que no es bueno que las bestias asesinen a los hombres) y otros tantos que han caído por defender los principios que nuestra alma mater defiende, por enseñar lo que esta institución de próceres enseña. Estos hombres universales, al unísono de Carlos Gaviria Díaz, creyeron en el hombre de carne y hueso, en el ser humano nacido del derecho y de la libertad. Ellos creyeron en la dignidad, la justicia y en el derecho como patrimonio inalienable del hombre. Lucharon por la educación y los derechos humanos del minero y de los campesinos y los indios como yo, los mismos derechos de la mayoría de ustedes hijos de campesinos y de obreros.

Ellos fueron aliados de la causa de todos los hombres, de los más desprotegidos y necesitados, sin tregua y sin escrúpulo. Enjugaron el sudor de los trabajadores, de los hombres y mujeres que se echan a la espalda cada día este país. Emprendieron una lucha sin miedo y sin cuartel en contra del atropello de los débiles. Después de impartir sus clases magistrales, descendían de sus cátedras con los labios todavía candentes del debate Socrático y hoy siguen debatiendo bajo la sombra de sus tumbas por un mundo mejor, más democrático, más incluyente, más pluralista, más del lado del habitante de la periferia que se enfrenta al hambre y a la enfermedad sin medicinas y a la miseria trágica del día a día. Nos dejaron un legado de compromiso a nosotros y a nuestra facultad de derecho y ciencias políticas y como tal a la universidad de Antioquia, porque estuvieron y están convencidos que el hombre nació para ayudar al hombre y alrededor de él forjaron una idea común de servicio y sacrificio en pro de la defensa de los derechos humanos y los derechos fundamentales. Ellos si entendieron los vocablos simples de “libertad o muerte” sacrificando sus vidas sin nada a cambio. Eso los hace nobles y dignos de ser hoy nuestro faro y nuestros mártires y en nuestro corazón pervivirán como un sello indeleble, ellos son y

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