Deontologia Juridicas
Enviado por hilarion77 • 8 de Agosto de 2014 • 28.100 Palabras (113 Páginas) • 221 Visitas
DEONTOLOGÍA
JURÍDICA
1- PRELIMINARES ÉTICOS A LA DEONTOLOGÍA
A- ÉTICA
Según Aristóteles, del griego éthos costumbre, la ética es una rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es la moral. Si por moral hay que entender el conjunto de normas o costumbres (mores) que rigen la conducta de una persona para que pueda considerarse buena, la ética es la reflexión racional sobre qué se entiende por conducta buena y en qué se fundamentan los denominados juicios morales. Las morales, puesto que forman parte de la vida humana concreta y tienen su fundamento en las costumbres, son muchas y variadas (la cristiana, la musulmana, la moral de los indios hopi, etc.) y se aceptan tal como son, mientras que la ética, que se apoya en un análisis racional de la conducta moral, tiende a cierta universalidad de conceptos y principios y, aunque admita diversidad de sistemas éticos, o maneras concretas de reflexionar sobre la moral, exige su fundamentación y admite su crítica, igual como han de fundamentarse y pueden criticarse las opiniones. En resumen, la ética es a la moral lo que la teoría es a la práctica; la moral es un tipo de conducta, la ética es una reflexión filosófica, así por ejemplo A. Sánchez Vázquez escribe:
«De la misma manera que, estando estrechamente vinculados, no se identifican los problemas teóricos morales con los problemas prácticos, tampoco pueden confundirse la ética y la moral. La ética no crea la moral. Aunque es cierto que toda moral efectiva supone ciertos principios, normas o reglas de conducta, no es la ética la que, en una comunidad dada, establece esos principios y normas. La ética se encuentra con una experiencia histórico-social en el terreno de la moral, o sea, con una serie de morales efectivas ya dadas, y partiendo de ellas trata de establecer la esencia de la moral, su origen, las condiciones objetivas y subjetivas del acto moral, las fuentes de la valoración moral, la naturaleza y función de los juicios morales, los criterios de justificación de dichos juicios, y el principio de que rige el cambio y sucesión de diferentes sistemas morales.
La ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad. O sea, es ciencia de una forma específica de conducta humana.»
Tanto la moral como la ética, términos que en la práctica suelen identificarse, tienen una función práctica: se refieren, aunque no exclusivamente, a situaciones conflictivas de la vida de las personas. Desde el punto de vista de la moral, hay que tomar una decisión práctica; desde el punto de vista de la ética, ha de formarse la conciencia en el hábito de saber decidir moralmente. En ambos casos, se trata de una tarea de fundamentación moral.
Esta fundamentación puede entenderse de dos maneras: como metaética o como ética normativa. La primera busca entender cuál es la naturaleza de la ética en el plano del análisis de los conceptos, y trata de cuestiones como «¿qué se entiende por moral?», «¿qué es bueno?», etc., mientras que la segunda se ocupa de la justificación de las normas, criterios y valores morales y de la fundamentación de los juicios morales, y trata de enunciados como «es preferible sufrir la injusticia que cometerla», «obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal». Hay diversas clases de metaética, así como hay diversos tipos de éticas normativas, normalmente llamados sistemas éticos o morales, y, por supuesto, la metaética y la ética normativa no se excluyen mutuamente, sino que aquélla es la antesala de ésta.
Como que la ética se interpreta como la parte de la filosofía que estudia la conducta humana en cuanto la llamamos buena, la primera cuestión metaética es definir qué se entiende por acto moralmente bueno. Las teorías metaéticas que intentan responder a esta cuestión se dividen en teorías no cognitivas, si afirman que no es posible demostrar la bondad moral por medios racionales, y teorías cognitivas, si afirman que esto es posible. Las teorías no cognitivas se dividen, a su vez, en EMOTIVISMO y PRESCRIPTIVISMO, y las cognitivas en INTUICIONISMO y DESCRIPTIVISMO.
G. E. Moore es un buen ejemplo de lo que representa una teoría metaética. En Principia Ethica (1903), sostiene que el concepto de bueno, problema central de la ética, es indefinible, y que saber qué es bueno sólo es posible mediante una intuición. Pretender analizarlo, descomponiéndolo en propiedades o características, es confundirlo con un objeto de la naturaleza y cometer la falacia naturalista; Moore apunta:
«Por tanto, «bueno», si por ello queremos decir aquella cualidad que afirmamos que pertenece a una cosa cuando decimos que ésta es buena, es incapaz de definición en el sentido más importante del término. El sentido más importante de «definición» es el sentido en el que una definición enuncia cuáles son las partes que invariablemente componen un cierto todo; y en este sentido «bueno» carece de definición porque es simple y carece de partes. Es uno de esos innumerables objetos del pensamiento que son incapaces de definición, porque son los términos últimos, por referencia a los cuales debe definirse todo lo que sea capaz de definición. Que deba haber un número indefinido de tales términos es obvio tras una reflexión. Pues no podemos definir nada excepto por medio de un análisis que, llevado tan lejos como pueda llevarse, nos referirá a algo que es simplemente diferente de cualquier otra cosa, y que por esta diferencia última explica la peculiaridad del todo que estamos definiendo: ya que un todo contiene también partes que son comunes a otros todos. No hay, por consiguiente, ninguna dificultad intrínseca en la afirmación de que «bueno» denota una cualidad simple e indefinible. Hay otros muchos ejemplos de tales cualidades.»
Es la postura del INTUICIONISMO ético que, contra el naturalismo ético afirma que las verdades morales -por lo menos algunas- son conocidas por intuición y que por intuición sabemos que un acto humano es un acto moral.
El intuicionismo es rechazado por la teoría EMOTIVISTA. Para Alfred J. Ayer, el más radical de los emotivistas, sostener que algo es bueno, o afirmar un enunciado moral, carece de todo valor cognoscitivo y descriptivo, porque un enunciado de este género no puede ser ni verdadero ni falso, dado que se trata de pseudoenunciados y con ellos sólo se expresan los gustos morales personales y hasta el intento de dar una orden; en palabras de Ayer:
«Al
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