Derecho Internacional Publico
Enviado por deny94 • 3 de Diciembre de 2013 • 2.225 Palabras (9 Páginas) • 255 Visitas
¿Por qué celebramos la Navidad?
En muchas comunidades cristianas, los festejos navideños casi desaparecieron durante el siglo XVI, y un siglo después, en algunos países sajones, los ciudadanos celebraban esta fecha con el riesgo de ser castigados.
La confusión acerca del origen de la Navidad parte de la dificultad para precisar cuándo comenzó a celebrarse esta fiesta tal como hoy la conocemos. Un festival parecido a la Navidad, la Sacaea, se llevaba a cabo cientos de años antes del nacimiento de Jesucristo. Hacia el año 2000 a.C., en lo que hoy es lrak, cinco días de procesiones, representaciones teatrales, intercambio de regalos y toda clase de festejos señalaban el final del invierno y daban la bienvenida al Año Nuevo.
Es muy probable que las creencias provenientes de Oriente se hayan extendido a Europa central influenciando las tradiciones propias de estas regiones, muchas de las cuales indicaban los cambios de estación y el tiempo de cosechar. Por ejemplo, durante los crudos inviernos, los campesinos encendían fogatas con la esperanza de revivir el calor del Sol y calentar un poco la tierra. Decoraban sus casas con siemprevivas, pinos y acebos, para demostrar a las adormecidas plantas que no todo estaba muerto. Cuando el Sol volvía a brillar, se alegraban tanto, que prometían solemnemente repetir cada año esta costumbre. A lo largo del mar Báltico y en Escandinavia, el festival de invierno llamado Yule se celebraba en honor de los dioses Odín y Thor. Ardían grandes fogatas alrededor de las cuales cantaban los trovadores y se relataban leyendas famosas; los participantes bebían ávidamente el hidromiel que contenían los cuernos.
En el Imperio Romano, las Saturnales, que duraban una semana, se llevaban a cabo a mediados de diciembre, cuando el Sol se acercaba a su más bajo nivel. El solsticio de invierno, durante el cual los días empiezan a alargarse, era un día sagrado llamado Dies Natalis Invicti Solis (el nacimiento del Sol invicto). Durante las Saturnales los romanos engalanaban sus casas con laureles y follaje e intercambiaban regalos; el ejército gozaba de licencia; a los criminales se les conmutaban las condenas y los esclavos quedaban en libertad de hacer y decir lo que quisieran. Los persas también encendían fogatas en el solsticio de invierno. Su festival estaba dedicado a Mitra, el dios de la luz, guardián contra las fuerzas del mal. Los soldados y los viajeros difundieron el culto a Mitra en Europa, donde esta creencia rivalizó con la tradición cristiana.
No conocemos la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo, pero es seguro que vino al mundo entre finales del reinado de Herodes el Grande, rey de Judea, y la muerte de éste, acaecida en lo que hoy designamos el año 4 a.C. Siglos después de la muerte de Jesucristo, diferentes fechas, que van de abril a diciembre, se propusieron para celebrar su nacimiento. El 6 de enero, día en que algunas comunidades creen que Jesucristo fue bautizado, se celebraba como el día de Navidad, y todavía hay grupos cristianos ortodoxos que conmemoran esa fecha.
A mediados del siglo IV, en el Imperio Romano de Occidente se adoptó el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesucristo; esta fecha confirmaba la que hacía dos siglos habían señalado los cristianos romanos como su más solemne celebración.
A finales del siglo IV, los líderes cristianos de Roma determinaron que debía ser observada la Fiesta de Epifanía, un periodo de 12 días desde el 25 de diciembre al 6 de enero.
Con el tiempo, los cristianos de casi todas partes aceptaron el 25 de diciembre como el día de Navidad; esta fecha casi coincide con las celebraciones del solsticio de invierno, el Yule y las Saturnales. También existe un festival judío, la consagración del templo o Hanuka, que se lleva a cabo a mediados de diciembre.
¿Por qué ponemos árbol de Navidad?
La leyenda dice que hace muchos años, durante una helada noche de invierno, un niño llamó a la puerta de una choza en busca de refugio. Un leñador y su esposa lo recibieron y le dieron de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel con vestiduras de oro: era el Niño Dios. Para recompensar la bondad de sus bienhechores, tomó una varita de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así sucedió: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata. De todos los símbolos que existen, ninguno expresa la magia de Navidad en forma tan bella como lo hace el pino iluminado con luces, esferas, nieve natural o artificial, y coronado con una estrella.
Procedente de Alemania, el árbol de Navidad llegó al continente americano durante el siglo XIX. En México se hacen adornos navideños de paja, barro, cartón, papel y migajón; el arbolito luce en sus verdes ramas las huellas del ingenio popular, además de manojos de heno y "pelo de ángel", que simulan las heladas noches típicas de la época navideña. Muy pronto, la familiar figura del árbol de Navidad, en diversos tamaños, ha invadido sitios públicos, establecimientos comerciales y hogares.
EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD
Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.
Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.
Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.
-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.
Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.
Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban
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