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Desinhibicion Oral Y Corporal


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  2.225 Palabras (9 Páginas)  •  701 Visitas

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Introducción

La oratoria es el arte de hablar con elocuencia para informar, convencer, persuadir y/o deleitar a un auditorio.

Disciplina del género literario que se aplica en todos los procesos comunicativos hablados, tales como conferencias, charlas, sermones, exposiciones, narraciones, etc.

En todos los procesos de oralidad se aplica la oratoria y por lo general su fin es persuadir o convencer. Este fin es lo característico suyo, lo que la distingue de otras disciplinas: la didáctica enseña; la poética deleita; y la oratoria persuade. Persuadir es hacer que las personas tomen decisiones y actúen a voluntad.

Es por ello que los oradores deben ser desinhibidos tanto de forma oral como corporal, tomando en cuenta sus elementos. El orador debe ser capaz de convocar y convencer a su audiencia y tener un objetivo al cual abordar usando de manera correcta el espacio en donde se encuentra.

Desinhición oral y corporal.

La desinhibición significa actuar de acuerdo a los impulsos o sentimientos internos, sin las limitaciones impuestas por las exigencias reales o convencionales.

Es decir, expresarse sin miedos y con desenvolvimiento en frente de un público de manera tal que al momento de hablar nuestra voz y nuestro cuerpo se note en postura calmada o relajada y proyecto confianza en la información que se está dando a conocer.

Para ello se toma en cuenta 3 elementos:

• El Discurso.

Es un mensaje que se pronuncia de manera pública. Se trata de una acción comunicativa cuya finalidad es exponer o transmitir algún tipo de información y, por lo general, convencer a los oyentes.

El buen discurso es un medio de servicio para los semejantes, y es una tarea ardua.

Hay que reconocer que quien dice un discurso asume una gran responsabilidad. Al margen de otros aspectos, conviene tener presente que una perorata de 30 minutos ante 200 personas desperdicia sólo 30 minutos del tiempo del orador; en cambio, arruina 100 horas de sus oyentes –o sea, más de cuatro días–, lo cual debería generar más responsabilidad que la que usualmente se advierte.

Tres clases de discursos

Se considera que hay tres tipos diferentes de discursos, según su finalidad:

1. Discursos destinados a informar.

2. Discursos destinados a la acción.

3. Discursos destinados a entretener.

… y tres clases de oradores

Hay tres clases de oradores: aquellos a quienes se escucha; aquellos a quienes no se puede escuchar; y aquellos a quienes no se puede dejar escuchar.

Las tres partes básicas de un discurso

1. Introducción o Presentación

2. Desarrollo del tema

3. Conclusión (parte en que se “remacha” el objetivo y se lo deja perfectamente fijado).

Dramatizar lo que se comunica

Dramatizar algo es darle acción. Y eso puede hacerse de distintos modos. Se puede dramatizar mediante el uso de un diálogo, imaginario o real (con el público o un interlocutor). También haciendo una cita de alguna figura muy famosa, o efectuando una narración, o dando un ejemplo personal, mostrando un objeto, formulando una pregunta impresionante, o realizando una afirmación sorprendente…

La dramatización, como otros recursos, está dirigida a despertar la curiosidad del público.

• La voz.

Es dar nombre al sonido que se produce con la vibración de las cuerdas vocales mediante el aire que es expulsado por los pulmones y que sale por la laringe.

Características de la voz

• El tono: suave, duro, dulce, seco, autoritario, etc.

• La altura: grado entre agudo y grave. El primero suele asociarse con un estado de agitación o alteración, el segundo con climas de mesura y afecto.

• El ritmo: la velocidad con la que nos expresamos.

• El volumen: con él demostramos si permanecemos tranquilos y controlados o hemos perdido la serenidad.

• Evitar la monotonía. La inflexión inadecuada al comenzar o terminar una frase.

El modo de hablar

El modo de hablar incluye el tono, la enunciación, la pronunciación, el volumen y la corrección de las palabras que se usan. También influyen el aplomo con el que hablamos, el control que tenemos de nuestros ademanes, y el contacto ocular que mantenemos con los interlocutores o el público.

La preparación

“Todo discurso bien preparado está ya pronunciado en sus nueve décimas partes” (Dale Carnegie)

Si se quiere hablar bien hay que pagar el precio debido. Hay que trabajar, pensar y practicar.

Nadie ha encontrado nunca un sustituto satisfactorio para la inteligencia, ni para la preparación.

“Si tengo que dirigir un discurso de dos horas, empleo diez minutos en su preparación. Si se trata de un discurso de diez minutos, entonces me lleva dos horas…”. Así se expresaba nada menos que Winston Churchill.

Además del qué se dirá, es enorme la importancia del cómo habrá de decirse. Y aquí interviene lo más importante que puede esgrimirse en un diálogo o un discurso: el arte de interesar. En la preparación de una clase o discurso hay que dar mucho más tiempo a buscar medios de suscitar el interés que el que se dio al estudio del tema.

La buena preparación también aumenta la claridad de nuestro pensamiento y de nuestra expresión. Recordemos el viejo aforismo que dice: “Si la fuente nace turbia, no irán claros los arroyos”.

Las pausas

Considere el uso de la pausa como un arma de gran importancia en el arsenal que representa el dominio del ritmo. El espacio entre palabras, frases o pensamientos, no se debe “emborronar” con sonidos tan desagradables como “eee…”. Utilizar “eee…” o “mmm…”, es humano; pero utilizar la pausa, desnuda de todo sonido, es divino.

El elemento más difícil, de mayor utilidad y menos apreciado en el arte de la oratoria, es el silencio. La pausa correctamente medida, demuestra confianza y reflexión. A la inversa: los presentadores de cualquier medio que se despachan con demasiada velocidad, llegarán los últimos.

Las pausas son un excelente recurso para enfatizar. Permiten también mantener y controlar la atención.

Algunos consejos a tener en cuenta

• No distraiga al auditorio con algún detalle de atuendo, o al jugar con algún objeto.

• No diga absolutamente todo lo que se sabe, para permitir al público hacer preguntas y participar.

• En una conversación múltiple, ligar lo que se va a decir con lo último que se dijo.

• No olvide que la articulación o pronunciación es de capital importancia. Si advierte dificultades en esto,

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