Docente Como Persona
Enviado por noirali • 22 de Julio de 2014 • 2.994 Palabras (12 Páginas) • 259 Visitas
El Docente como persona
El docente –como toda persona inmersa en una sociedad determinada y en un determinado tiempo- debe ir asimilando los cambios, ampliando sus conocimientos de acuerdo con descubrimientos y avances, actualizando sus procedimientos de aplicación y manteniendo una actitud de guía –especialmente en valores y capacidades de discernimiento- frente al alumno.
Un docente es una persona que enseña una determinada ciencia o arte, debe poseer habilidades pedagógicas para ser agentes efectivos del proceso de aprendizaje.
La autoestima: es importante porque es nuestra manera de percibirnos y valorarnos como así también moldea nuestras vidas. Una persona que no tiene confianza en sí misma, ni en sus propias posibilidades, puede que sea por experiencias que así se lo han hecho sentir o por mensajes de confirmación o desconfirmación que son trasmitidos por personas importantes en la vida de ésta, que la alientan o la denigran.
Son muchos los docentes, concretamente en lo referente de la educación superior que se han descuidado anclándose en una autoestima baja afectándolos seriamente en su ejercicio profesional, crecimiento y desde luego a los alumnos con quienes intercambia conocimientos, actúa como facilitador.
En necesario que el docente, en el caso venezolano se identifique más con el logro de una alta autoestima, que haga valer sus derechos, reclamando por ejemplo mejor retribución de sus servicios, que se le dé un sueldo acorde a sus conocimientos a su calidad profesional, además de reconocerle sus méritos, desempeños.
Clasificación:
* Tener una autoestima alta equivale a sentirse confiadamente apto para la vida, o, usando los términos de la definición inicial, sentirse capaz y valioso; o sentirse acertado como persona.]
* Tener una baja autoestima es sentirse inútil para la vida; sentirse equivocado como persona
* Tener un término medio de autoestima es oscilar entre los dos estados anteriores, es decir, sentirse
Conceptos de empatía
Esta palabra deriva del término griego empátheia, recibe también el nombre de inteligencia interpersonal (término acuñado por Howard Gardner) y se refiere a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
Antes de continuar será necesario separar dos conceptos que a veces se confunden, empatía y simpatía. Mientras el primero hace referencia a una capacidad, el segundo se refiere a un proceso absolutamente emocional que posibilita que percibamos los estados de ánimo del otro, pero no exige que los comprendamos.
Es la capacidad que tiene el ser humano para conectarse a otra persona y responder adecuadamente a las necesidades del otro, a compartir sus sentimientos, e ideas de tal manera que logra que el otro se sienta muy bien con él.
La empatía es fundamental en la comunicación humana. La palabra comunicación deriva de COMÚN, lo que tenemos en común. Por lo tanto, empatía es la capacidad de ver cada vez más aspectos positivos del otro, tener más aspectos en común. Eso depende de uno mismo.
Empatía es la capacidad de poder experimentar la realidad subjetiva de otro individuo sin perder de perspectiva tu propio marco de la realidad, con la finalidad de poder guiar al otro a que pueda experimentar sus sentimientos de una forma completa e inmediata.
Es la capacidad de escuchar al otro, sin emitir juicios ni consejos, tal vez baste un abrazo, un apretón de manos, porque generalmente ese otro solo necesite en ese momento una oreja que comparta ese momento y lo apoye.
Concepto de congruencia
La congruencia es la armonía y el balance que existe entre nuestros pensamientos, acciones y emociones; donde nuestras acciones son un reflejo de nuestros pensamientos y emociones, con un elemento importante adicional de conciencia.
Esta armonía comienza con una definición clara y consciente de quienes somos, incluyendo en esa definición nuestras fortalezas y los aspectos que no tenemos todavía bajo control. Es nuestra definición de independencia y autonomía. En mi caso comenzó con uno de los eventos más excitantes que puedo recordar de mi infancia, el momento en que me dirigí a mi comunidad al hacer el Bar-Mitzva, la entrada del niño al mundo adulto en la tradición judía. Un “hombre”, así lo sentí, sin tener las palabras para expresarlo, era alguien que era independiente, sabía lo que quería, tenía el control de su vida y, sin duda, vivía sin los padres. Alguien que podía definir su propio camino, cuyo trabajo implicara creatividad y productividad, y donde la responsabilidad y la autosuficiencia eran elementos esenciales. Aun cuando así sigo pensando, hoy no lo limito al género masculino. El símbolo de todo esto era mi Bar-Mitzva. Eran promesas de avanzar hacia un futuro lleno de decisiones propias de mis metas, donde solo tendría que darme una respuesta a mí mismo: independencia. Asumí, naturalmente que mi desarrollo hacia el estado de adulto ocurriría naturalmente y más o menos de modo automático. No sabía lo complejo del proceso que comenzaba en ese momento.
Nadie genera una autonomía de pensamiento y congruencia automáticamente. Es producto de un desarrollo, representa alcanzar una meta personal, es el producto de un crecimiento exitoso. El proceso progresa desde la infancia a la edad adulta, de la dependencia a la independencia y subsecuentemente a la interdependencia, del respaldo externo al propio respaldo, de la no responsabilidad a la responsabilidad. Este es el proceso de individualización y congruencia. En ese proceso de crecimiento el obtener la madurez física es lo menos complicado. La madurez intelectual, psicológica y espiritual, donde podemos demostrar una congruencia, es otra cosa, especialmente cuando ese proceso se interrumpe o se frustra por un medio ambiente que en vez de respaldar nuestro crecimiento lo obstruye. Ejemplos no faltan de ambientes familiares que se nos presentan con ideas negativas, violencia, incertidumbre y miedo
Concepto de aceptación
Origen en el término latino acceptatio, el concepto de aceptación hace referencia a la acción y efecto de aceptar. Este verbo, a su vez, está relacionado con aprobar, dar por bueno o recibir algo de forma voluntaria y sin oposición.
Aceptación puede ser utilizado como sinónimo de acepción, aunque en la actualidad
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