EL EXITO ESCOLAR
Enviado por mirmidon666 • 14 de Agosto de 2013 • 2.019 Palabras (9 Páginas) • 239 Visitas
EL ÉXITO ESCOLAR O LAS VIRTUDES DEL LENGUAJE
Hablar de éxito es abandonarse: ensayos, investigaciones, todos pueden aportar lo suyo, porque tal concepto se constituye en un centro de interés variado. Se lo describe como la panacea, resultado de la innovación y correa de transmisión de una cultura de masas; estimula, por lo menos así lo hizo conmigo, a investigar cuestiones como: su por qué, sus posibilidades, usando un arsenal metodológico con el que contamos y nos ayuda a sostener con una mínima garantía de validez, las conclusiones a las que llegamos.
El devenir de este concepto es atractivo para aquellos que contrarios a mí, suponen que este trae consigo, por sí solo y mágicamente, las respuestas que permiten vislumbrar un mañana incierto. Su glorificación subyace en las ilusiones que los sujetos le participan, estén en el espacio social en el que estén. La construcción social futura, con su ritmo pendular, entraña el desafío de alcanzar el éxito para saber que no fue en vano su paso por esta tierra.
Frente a estas y otras posibles definiciones, conceptualizaciones y caracterizaciones en torno al éxito, es importante preguntar: ¿Existe el éxito realmente como universo paliativo de la obtención del grado más alto de humanidad? ¿Qué o quién determina que esto es o no exitoso? ¿Basado en qué? ¿Qué oculta detrás de sí el término éxito? ¿Cómo construir una definición, si cabe, para incorporarla al corpus teórico de nuestra investigación? Interesante asunto que deberá dilucidarse sin prisa pero sin tardanza.
Comencemos diciendo que, éxito, es una palabra. Resulta provocadora e interesante tal afirmación como disparador de una reflexión amplia que constituya parte del proceso mismo de construcción de su definición. ¿Con lo anterior daríamos por terminada nuestra indagación? Por supuesto que no. Sigamos esta línea de pensamiento.
Primero como crítica a todas las perspectivas que ha suscitado tal término. Seductor como puede pensarse, ya que no puede soslayarse que provoca escozor en quienes ven al éxito como la cima más alto que puede alcanzar el ser humano en su vida.
Pero hacer tal aseveración es además de irresponsable, en gran medida un abuso del lenguaje porque desestima la heterogeneidad del ser humano como ser social, no únicamente como ser biológicamente dispuesto o determinado por algunas funciones fisiológicas. Como ser social el hombre construye a lo largo de su vida elementos epistemológicos y teóricos diversos que asimilan lo abrevado de distintas fuentes.
El camino que pretendemos trazar no se agota en la simple reflexión interpretativa de textos o en la construcción analítica a través de algún aparato de pensamiento mayor o menor avanzado, sino que sobre todo inquiere la “manipulación” del fenómeno a partir de la interpretación de las observaciones empíricas que deberán ser soportadas por el aparato teórico.
Así pues, no es suficiente creer que el éxito es esto o aquello o que no es lo uno o lo otro, se trata de ver a los hechos, al fenómeno, en su esencia, “la realidad no se presenta originariamente al hombre en forma de objeto de intuición, de análisis y comprensión teórica” (Kosík, 1962; 25) porque si la realidad se construye, debemos creer que al ser eternamente neonata, esta realidad es muda y ciega y sorda, a menos que seamos capaces de hacer la pregunta adecuada y sacarla de su ensimismamiento. Porque además, si existe una pregunta, existe más lejos o más cerca, una respuesta.
Viene a mi mente una escena de la película I, Robot, en la que el personaje Spooner cuestiona a un holograma acerca de cómo fue asesinado el “original” de ese holograma y este le responde: “esa es una pregunta que escapa a mi capacidad”, y hasta que da con la pregunta adecuada, se le oye decir: “esa, detective Spooner, es la pregunta correcta”. Es decir, a partir de la construcción de nuestra pregunta de investigación, es que podemos ser capaces de interpretar lo que el fenómeno nos ofrece como respuesta y en consecuencia explicitar nuestra posición epistemológica.
La parte instrumental de nuestra metodología de investigación, a estímulo de nuestra propia imaginación, de nuestra capacidad de duda, de constante cuestionamiento, no debe desviarnos de la construcción teórica de nuestro objeto de estudio.
Por eso, definir el éxito nos lleva a los lugares comunes, a los recursos operativos o utilitarios de tal concepto, lo que al final no resuelve nuestro problema sino que lo profundiza agregando su a-historicidad, manifestándose en un cierto automatismo del tipo: el éxito es, o para tener éxito debes de, lo que nos lleva al establecimiento de variables medibles, comparables, matemáticamente aceptables, pero históricamente incompatibles y discontinuas que le conceden un carácter estático. Lo cual nos lleva a la parte en la que decimos que, para abordar los más científica y críticamente posible a un objeto y a la construcción teórica que en él subyace, se hace necesaria la puesta a un lado de preconstrucciones, prejuicios, pretensiones, prenociones y clasificaciones producto de nociones surgidas del sentido común, que darán como resultado acepciones previsibles.
Este esfuerzo reflexivo entonces, debe evitar que la investigación quede asociada al lenguaje cotidiano y a sus nociones habituales y comunes. Partimos del supuesto que lo sociocultural es un proceso de interacciones permanentes, una red y también un flujo de vínculos diversos y múltiples, que incluyen los simbólicos, los emocionales, los económicos, los ecológicos y los espirituales, de los cuales ninguna persona está al margen y menos alguien que aborda el nivel de estudio de lo social concebido como cotidianidad: un espacio que media entre lo particular y lo global, un lugar de desarrollo de lo individual y lo colectivo, un ámbito de tensión entre lo singular y lo universal.
Una zona donde el hombre puede objetivar las relaciones entre la naturaleza y sí mismo, porque es “la vida del hombre entero,.. El hombre que participa, donde se ponen en obra todos sus sentidos, sus capacidades intelectuales, sus habilidades, sus sentimientos, sus pasiones, ideas”. (Heller, 1970).
Partir de decir éxito como una premisa, es caer en la ilusión de que detrás del nombre exista el de una propiedad. Por eso cualquier acto de investigación es a la vez empírico y teórico porque
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