Economia Y Educacion
Enviado por witchmystic • 28 de Abril de 2013 • 2.001 Palabras (9 Páginas) • 286 Visitas
ECONOMIA Y EDUCACION
Si la educación hace que los hombres sean más productivos, dice Page, si podemos ver en la educación un medio para adaptar la mano de obra a las nuevas exigencias de la tecnología, resulta fácil concebir que la educación contribuye al desarrollo económico mediante la valorización del aporte del factor trabajo. Esta proposición, sin embargo, guarda implícitas dos hipótesis: la hipótesis de que el potencial productivo de los hombres pueda crecer y la hipótesis de que esta potencialidad pueda ponerse efectivamente al servicio del desarrollo económico. Aun suponiendo que ambas hipótesis puedan confirmarse (en el sentido de que la educación juega un papel positivo en el desarrollo económico), la relación educación-economía no queda clara: una posible acción causal de la educación sobre el desarrollo y simultáneamente una incidencia del nivel de desarrollo sobre la importancia de los efectivos destinados en materia de educación. Ciertos análisis estadísticos rinden cuenta sobre estas interrelaciones sin pretender sostener, a partir de ahí, una relación causal.
John Simmons considera que los países subdesarrollados han invertido en educación con el convencimiento de que tales acciones permitirán satisfacer la demanda económica de fuerza de trabajo calificada, así como incorporar diversos grupos a la cultura y favorecer la movilidad social: si la escuela puede igualar las aptitudes intelectuales de la población, dice Simmons, esto provocará una igualación de las oportunidades económicas y la reducción de la desigualdad en los ingresos.
Jean Fourastié ha escrito que "un país subdesarrollado es un país subeducado". Así de concisa, la proposición es verdadera y falsa, afirma Page: verdadera en la medida en que se puede constatar que, de modo general, conforme un país es más desarrollado, la cantidad de educación (sea cual sea la manera de medirla) con la que se benefician sus habitantes es mayor; la fórmula es falsa si se debe concluir de ella -como han tendido a hacerlo durante más de una decena de años ciertas organizaciones internacionales y, siguiendo a éstas, numerosos países en vías de desarrollo- que todo esfuerzo adicional en educación juega, ipso facto, en favor del desarrollo.
La educación es capaz de adquirir un papel motor en la economía si su contenido, ampliamente entendido, es concebido en tal sentido. Ahora bien, este contenido depende de las finalidades que persigue el sistema de enseñanza. Cuando estas finalidades son favorables al desarrollo, lo que resulta es un acrecentamiento de las capacidades productivas, lo que se crea es un potencial económico de la educación, cuya contribución efectiva al desarrollo depende del modo como la economía pueda acogerlo y emplearlo.
El hombre se encuentra en el centro de la actividad económica: es, a la vez, agente y meta. La educación puede contribuir al desarrollo económico por todo aquello que le aporta al hombre en su doble calidad de individuo y de miembro del cuerpo social.
Los sistemas de enseñanza, sean cuales sean sus características, reflejan, de modo más o menos fiel, las tendencias y las reglas de vida características del medio sociocultural en donde están enclavados. La educación es el agente de transmisión de una cultura.
La educación puede ser un factor de desarrollo en la medida en que se considere a sí misma como un agente de cambio y que le dé un lugar a las preocupaciones económicas de la sociedad.
• suministrar la mano de obra calificada y los técnicos sin los cuales el capital físico sería desperdiciado;
• crear un "clima de expansión": dar a la población la posibilidad de pensar más allá de sus necesidades y dificultades inmediatas;
• en los países subdesarrollados, enseñar a los agricultores técnicas agrícolas simples y elementales que les permitan obtener pequeños excedentes para formar la posible base de una acumulación física.
La primera finalidad de la educación es, por lo menos en una perspectiva de evolución histórica, la finalidad de conservación de la cultura. Es la concepción rigurosa de una educación que transmite la cultura. La meta de la educación es crear y desarrollar en el niño y el adolescente los conocimientos y las aptitudes del hombre culto tal y como se reconoce en el medio sociocultural existente. Este objetivo se logra mediante tres funciones inseparables:
• consagrar la cultura del pasado afirmando su prestigio;
• transmitir esta cultura realizando un "adoctrinamiento" cuyo producto es conforme a la imagen del hombre culto que conciben los grupos dominantes en la sociedad, y
• permitir que la cultura se perpetúe ofreciendo la posibilidad a todo maestro de prolongarse a través de las diferentes disciplinas.
El sistema de enseñanza, en tanto que persigue esta finalidad conservadora y cultural, no es un agente de cambio favorable al desarrollo; pero tampoco es, necesariamente, un freno para este último: es suficiente que la cultura recibida no impida a los hombres -una vez llegada la edad de la vida profesional- asimilar otras influencias distintas de aquellas ofrecidas por la escuela y la universidad.
Una segunda finalidad, la finalidad social, asigna a la educación una acción de socialización. Se trata de hacer de la educación un instrumento de integración del cuerpo social, desde el punto de vista de los valores morales, así como de los conocimientos y de las categorías del pensamiento.
La tercera finalidad, la finalidad económica, es cronológicamente la última en aparecer. Esta finalidad reconoce una relación directa entre educación y desarrollo económico y asigna a la educación un valor motor (o cuando menos permisivo) en la vida económica. La finalidad económica contempla como objetivo del sistema de enseñanza preparar al individuo en un oficio para la vida profesional, adaptar la formación de los hombres a las necesidades de la economía, o sea, dar al factor trabajo la posibilidad futura de ser más productivo.
A primera vista, parece que es necesario que el sistema de enseñanza sea concebido, organizado y administrado en función de la finalidad económica para que la educación pueda ser considerada como un factor del desarrollo económico. Pero en la realidad, la finalidad social puede jugar un papel en el mismo sentido, aunque de modo indirecto, ya que concurre a reforzar la existencia de un vauloir-vivre común, favoreciendo la movilidad socioprofesional y la
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