Educacion para el Desarrollo Integral

EDUCACION PARA EL DESARROLLO INTEGRAL

Cuando hablamos de desarrollo viene a nuestra mente una serie de elementos que contribuyen para que la persona adquiera un grado de madurez y lleve una vida equilibrada en todos los aspectos de su dimensión humana. Este sería el ideal del hombre  si se desarrollara dentro de una sociedad entre comillas perfecta, pero esto no pasa de ser un ideal, una utopía; pues debemos ser realistas, con los pies muy bien puestos en la tierra y empezar a reconocer la realidad del contexto histórico y geográfico donde estemos situados.

Para nadie es un secreto ver la desigualdad social que impera a nivel mundial y en los microcosmos también. El explotador y el explotado, el desarrollado y el subdesarrollado, el intelectual y el ignorante, el prepotente y el marginado, en fin una desigualdad tan abismal que hace imposible siquiera concebir esa tan anhelada “igualdad entre los hombres”

Sin ir tan lejos, la desigualdad racial entre y al interior de los pueblos marca una gran diferencia, el género que a lo largo de la historia ha marcado y llevado a la mujer a ser sujeto de violencia, maltrato, y desconocimiento social, laboral, económico.

Cuando nos referimos a  “ la dignidad humana, a la tan anhelada paz, a la equidad, justicia social, libertad, solidaridad, transformación social Ellas representan también las vidas de cientos que han dado su lucha no solo en los campos de las grandes guerras de la vida o la muerte sino en los campos de las batallas cotidianas por la sobrevivencia. Son palabras, en últimas, sobre las que se asientan nuestras biografías de resistencia como sujetos y como pueblos.” (1)

“Oímos hablar de desarrollo en toda clase de discursos. Como sabemos, su semilla germinó durante la segunda post-guerra mundial en los centros mundiales de poder económico y político, anunciando la expansión de un modelo fordista-taylorista de industrialización y modernización de los mercados. A partir de allí no ha habido duda en usarle como sinónimo de crecimiento, progreso, avance; entre otras palabras que agitan las esperanzas de las personas que confían en que algún día estas se materialicen en sus vidas a la manera que se les ha dicho se alcanza el bienestar y la felicidad.”(2)

Y es precisamente en este contexto donde nace “El enfoque de la Educación para el Desarrollo, es cuando América Latina, África y Asia pasaron a ser concebidos como países subdesarrollados” (3) y los países desarrollados desarrollan un enfoque desarrollista con tintes altruistas de cooperación para apoyar lo que ellos bautizaron como “tercer mundo.”

Es mucho lo que se ha dicho sobre el desarrollo, y cada cosa que se dice tiene su base filosófica, su ideología. Tenemos por un lado el Conservatismo que apunta a que el hombre es solo un actor más dentro del contexto creado por Dios, por ende toda desigualdad social lo ve como algo inherente al sistema y sus propuestas están demarcadas por la tradición moral y religiosa.

Por otro lado esta le Liberalismo que aboga por la libertad, la igualdad de derechos del hombre, su bandera de lucha fue la igualdad de oportunidades para todos los que no pertenecían a la nobleza, pero teniendo como base la libre circulación del capital para incrementar sus riquezas, y para ello la política seria el mejor medio para mantener ese orden social y económico.

El “Neoliberalismo que es la maximización de las ideas liberales en el ámbito de la globalización, así se pretende la reducción progresiva de los Estados Nación, en virtud de que según sus principales pensadores esta institución no debe ser benefactora sino garante de los derechos básicos para que un mercado regule las relaciones entre los seres humanos. Además se pretende que exista a nivel mundial libre competencia económica, y eliminación de aranceles, lo que redundaría en procesos de comercio internacional más fluidos “4

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