Educacion

La enseñanza del diseño debe ser una actividad agradable. Y más aún si se presenta desde el punto de vista de una formación profesional; es decir, a personas con un nivel de madurez, que han decidido libremente hacer del diseño su trabajo.

La dinámica de clase, por ello, debe ser rápida y basarse en la práctica. Sin olvidar que hay que explicar con claridad el contexto y la metodología de proyecto de todos los trabajos.

El error más frecuente que suele cometerse en relación con la dinámica de trabajo tiene que ver con la inspiración.

En términos generales no debemos esperar a que la "inspiración" llegue al alumno: es necesario salir a buscarla. Es decir: no puede asumirse que los trabajos no se cumplan porque "cuesta" encontrar las soluciones. Al contrario: cuando la solución definitiva no llega, hay que hacer veinte soluciones posibles, aunque ninguna de ellas sea totalmente perfecta. Porque sólo al que trabaja le llegan las ideas.

Otra manera de enfocar el problema es advirtiendo de que el diseño de un producto o de un impreso no puede convertirse en una charla de café: "no estoy inspirado", "no tengo el día bueno", etc.

El no hacer y el no encontrar son el origen del desánimo. De la misma manera que el trabajo a ritmo es la mejor fuente de inspiración.

Una buena dinámica es aquella en la cual los alumnos no dejan de trabajar nunca en un proyecto, sabiendo que tienen otro en la puerta. Es decir: hay que trabajar con un calendario de proyectos que conozca el alumno desde el primer día. Y tratar de que el calendario se cumpla.

Habrá que explicar a los alumnos que es necesaria una cierta tensión creativa para que los proyectos cuajen. Y que no hay nada peor que la calma chicha para avanzar en una idea.

Dichas así las cosas, pueden parecer duras. Pero esta dureza durará sólo unos días si al cabo de ellos se obtienen frutos. Porque un alumno que percibe y prueba su capacidad para crear productos con un nivel contrastado es un alumno nuevo, que trabajará en casa y "echará horas" si el profesor le apoya dirigiéndole con eficacia y escuchando y analizando sus ideas.

En resumen: es mejor marcar un ritmo algo rápido que algo lento. Como sucede en música, aunque lo ignoren los ajenos al oficio, suele resultar más difícil seguir un tempo lento que un allegro. Y quien pierde el ritmo pierde el tiempo.

Sin agotar, pero teniendo siempre por delante el calendario.

Informando al alumno de todas las fechas de entrega desde el primer día de proyecto.

Siguiendo la secuencia de avance de todos los proyectos

Guiando de la manera más cercana posible

De manera invariable, cuando se trabaja a ritmo, las musas -y no las musarañas- se pasean con

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