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Educacion

azaleamargarita9 de Enero de 2012

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Sergio Martín Balderrama Contreras

¡Al Grano !

Con el Plan Estratégico de Transformación Escolar.

Educación Primaria.

Sergio Martín Balderrama Contreras.

INDICE

PRÓLOGO.

A pesar de que en los últimos años se han desarrollado múltiples esfuerzos por mejorar la calidad educativa en América Latina, la realidad plantea que aún existe un importante grupo de limitaciones que la siguen afectando de manera significativa:

• “Si bien en todos los países se ha reducido la proporción de analfabetos absolutos en la población adulta, esto aún representa 41 millones de personas. A esta cifra debemos añadir que aproximadamente 110 millones de jóvenes y adultos no han culminado su educación primaria (…)

• Aunque se ha producido un importante avance en términos de universalización del acceso a la educación primaria, aún un 3 % de los niños en edad de cursarla se encuentra fuera de la escuela (…) En varios países de la región, más del 20 % de los niños que ingresaron en la escuela no llega al sexto grado (…)

• (…) los mejores niveles de aprendizaje son sistemáticamente alcanzados por las escuelas urbanas y, dentro de estas, por las escuelas privadas (…)

• La gestión educativa, siendo mayormente centralizada, no brinda suficientes espacios para que los actores del proceso educativo puedan participar y, consiguientemente, contribuir a que la oferta educativa se aproxime de mejor manera a sus necesidades (…) La descentralización de algunas responsabilidades no ha estado acompañada de (…) un apoyo técnico administrativo y pedagógico que permita crear escuelas autónomas y efectivas.”

De la cita anterior se puede inferir la importancia de encontrar alternativas autóctonas para solucionar desde las propias instituciones educativas las problemáticas que las mismas enfrentan, ante los nuevos retos que tienen los países pobres.

“Los estudiantes pobres también abandonan el sistema escolar mucho antes que los estudiantes de familias de mayores ingresos y la diferencia en los niveles de educación parece estar aumentando (…) la quinta parte más rica de la población entre 21 y 30 años de edad tiene de cinco a siete años más de escolaridad que la quinta parte más pobre. En Bolivia, el promedio de escolaridad de la quinta parte más pobre de la población es de sólo 5,2 años, en contraste con los 12,6 años de la quinta parte de ingresos más altos, lo que representa una diferencia de casi 7,5 años. En la mayoría de países la brecha ha permanecido igual o ha aumentado.”

Precisamente el libro que tengo el placer de prologar, escrito por un gran colega y amigo, educador del Estado de Chihuahua, en México, Sergio Martín Balderrama Contreras, se inserta en la línea de construir propuestas creativas a los problemas de la gestión educativa, desde la propia escuela, con énfasis en esas escuelas de los países pobres latinoamericanos, sin pretender como el propio Balderrama escribiera: La propuesta que se presenta no significa receta alguna , ni exclusividad para algún nivel educativo (…) No se trata de generar seguidores de órdenes e instrucciones porque se corre el riesgo de propiciar una actitud mecánica o desinteresada.

“Las escuelas y las comunidades aún no pueden tomar decisiones claves. La mayoría de las escuelas no puede seleccionar, contratar y administrar su propio personal ni decidir cómo asignar el presupuesto (…). Los maestros suelen tener una autonomía limitada para innovar en sus aulas y escasamente participan en la gestión de las escuelas. Los padres y las comunidades tienen poco que decir sobre la forma en que se manejan las escuelas al nivel local”.

La propuesta del autor persigue el mejoramiento de la calidad educativa, contribuyendo a enseñar a las escuelas a que puedan tomar decisiones claves y es posible de aplicar en otros contextos con características similares al de México, ya que su autor, según mi opinión, reconoce que: “la calidad es accesible a todos, y no un privilegio de las clases con mayor poder adquisitivo, ni un producto de modalidades regulares o de excepción.”

Hoy cualquier transformación seria en las políticas educativas, deberán ofrecerle a la escuela la posibilidad de intervenir en las decisiones acerca del proceso educativo que en ella se desarrolla. Pero sugeriría transitar hacia una nueva manera de Gestión escolar, del modo que Balderrama nos sugiere en este libro: explotar en el buen sentido de la palabra la oportunidad de pertenecer a un Sistema Educativo Nacional que impulsa un modelo descentralizado en educación básica, en cual se considera que la escuela llegará a ser, primordialmente “unidad educativa,” en tanto que los cambios en su interior se reflejan en más y mayor decisión sobre el ejercicio de acciones educativas con sentido estratégico para favorecer la calidad en su comunidad.

Infiero de la lectura del C. Balderrama, que él propone - lo que comparto totalmente - que la transformación dirigida a elevar la autogestión de la escuela, no deberá ocurrir en detrimento de la unidad nacional, ni que signifique la pérdida o privatización de nuestros Sistemas Educativos Nacionales, lo cual considero sería un grave error, para la América Latina, en general, ya que la inmensa mayoría de sus hijas e hijos pobres no tendrían acceso a la educación.

En los años sesenta del pasado siglo en México, así como en la mayoría de los países latinoamericanos la denominada administración educativa y escolar, concebía como su tarea primordial ejecutar las políticas plateadas por niveles centralizados y prevalecía la creencia de que siempre los órganos planificadores debían estar en un nivel por encima de la administración del sistema y de las propias escuelas, las que “solamente debían realizar o ejecutar los objetivos, metas y acciones previstas en los planes generales.”

Con el Plan Nacional de Educación (1977-1982) en la República Mexicana se comenzó la reforma de la planeación por parte de las autoridades educativas superiores e intermedias y se hicieron diferentes procesos de descentralización (1978-1982 y 1982-1988). Estos procesos “se han concentrado en la planeación y puesta en marcha de medidas encaminadas a elevar la calidad de la educación de forma progresiva, sostenida y equitativa para que cada estudiante tenga las mismas oportunidades de aprendizaje (…)”

En 1992 se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y un año más tarde fue aprobada la Ley General de Educación que reconoce en su Artículo 21 que “El educador es promotor, coordinador y agente directo del proceso educativo.”

Para dar cumplimiento a la referida Ley, desde mi punto de vista se han desarrollado diferentes programas y alternativas tendientes a que el educador y como tal la escuela mexicana sean sujetos activos del proceso educativo que se desarrolla en cada institución; así por ejemplo, el Programa Nacional de Educación 2001-2006 (PRONAE) señala un importante nivel en el que deberá transformarse la gestión educativa, - para mi, el esencial, - el cambio de lugar del proceso educativo, el aula y la escuela como organización con vida propia, que llegue a adquirir una cultura del diagnóstico y la evaluación como fórmula para el mejoramiento de la calidad.

La evaluación de la gestión educativa y el diagnóstico deben verse como un “proceso con carácter instrumental, que permite recopilar información para la evaluación-intervención, en función de transformar o modificar algo, desde un estadio inicial hacia uno potencial, lo que garantiza una atención diferenciada (…) debe hacerse a partir de determinar los indicadores macro y micro que permitan evaluarla y estos deben estar al alcance de los docentes y cuando requiera el apoyo de fuentes externas para aplicarlos, debe ser capaz de interpretarlos.”

Hoy en México dentro de las alternativas para el perfeccionamiento de la gestión escolar se aprecia el impacto que está logrando el Programa de Escuelas de Calidad (PEC), que tuvo quizás sus antecedentes más directos, a mi juicio uno de los Programas compensatorios, el Programa para Abatir el Rezago Educativo en Educación Inicial y Básica (PAREIB-CONAFE), antes denominado PIARE (1993-1994).

Un elemento esencial y renovador para la escuela mexicana, introducido por el PEC, lo que es sin dudas el de dirigir la mirada a que la gestión institucional se realice desde la propia escuela, para aumentar las decisiones desde ella misma, con la intervención de directivos, docentes, estudiantes y la familia.

Los cambios que se requieren en la gestión de esta escuela del siglo XXI, no pueden ocurrir sin los actores de esa segunda institución socializadora por excelencia (la primera la considero la familia), no transforman su cultura relativa a la manera de actuar en la misma, “el principal problema al cual se enfrenta cualquier innovación cultural desde adentro, está constituido por la capacidad

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