Educación intercultural para una inclusión real

Educación intercultural para una inclusión real.

Claudia Rivas Jerez

La globalización trae consigo numerosos cambios, uno de ellos es la multiculturalidad y la necesidad de una educación intercultural.

Entender primero que, cuando hablamos de multiculturalidad nos referimos a cuando varias culturas coexisten, se toleran y respetan. Mientras que la interculturalidad se da en el momento en el que distintas culturas interactúan. Este fenómeno es el que actualmente se vive en las aulas, he aquí que la diversidad cultural que hoy se encuentra presente en los establecimientos educacionales debe ser el motor para comenzar un trabajo que nos lleve hacia una educación intercultural, dejando de lado la visión de extranjeros, de minorías, de necesidades educativas e ir encaminando el quehacer docente bajo la mirada del otro desde su identidad y características.

Por consiguiente, es imperante que la comunidad educativa en su totalidad maneje una postura frente al fenómeno de la interculturalidad. El saber hacer de un establecimiento educativo debe estar enriquecido ante la diversidad que en la actualidad se presenta en la sociedad. En este principio de interculturalidad se presenta la base del modelo inclusivo educacional, aprendemos en comunidad y somos diversidad. Puede sostenerse que, abordar el fenómeno de la interculturalidad, contribuye a una inclusión real en la comunidad educativa.

La interculturalidad en los colegios es una “construcción de normas, estilos de comportamiento y, por supuesto valores, asumidos democráticamente y basados  en el respeto de todos los alumnos, sean         cuales fuesen sus circunstancias” (A. escarbajal, 2013), es decir, una comunidad educativa en la que la interculturalidad está presente en  su quehacer pedagógico, será una comunidad inclusiva, ya que la interculturalidad no debiese estar presente solo en las aulas, sino que debe ser tarea de todos y todas las personas que participen de ella. Un docente que previo a la inclusión estigmatice a sus estudiantes, ya sea de nacionalidad, grupos sociales o necesidades educativas, está negando el derecho a educación de esos estudiantes, entonces para los y las profesores debe ser un deber el tomar el compromiso de abandonar estas visiones segmentativas y asumir este desafío de la interculturalidad aportando a la toma de decisiones que se adopten en su comunidad educativa en el ¿Qué enseñar?, ¿Cómo enseñar? y ¿Cuándo enseñar? Una comunidad educativa, que integre a todos quienes formen parte de ella y que logre esto estará construyendo una inclusión real.

Entonces, si se logra una inclusión real estaremos formando estudiantes autónomos y con pensamiento crítico. Junto con eso y en niveles superiores, estamos logrando que los alumnos y alumnas adquieran competencias interculturales con una visión más amplia y motivados por alcanzar nuevos horizontes, estímulos y saberes. (A. escarbajal, 2013). Frente a esto es importante que la interculturalidad sea acompañada de políticas públicas que puedan destinar todos los recursos posibles a ello y así apoyar el trabajo de cada establecimiento educacional.

        Escarbajal cita a distintos autores para explicar que la interculturalidad conlleva a una inclusión real:

 “Un centro educativo intercultural, inclusivo, es aquel que tiene una visión nueva de las relaciones entre culturas y es capaz de modificar e incluso transformar la estructura misma de la organización y los métodos de formación, las relaciones entre los docentes, los alumnos, las familias…, pero, sobre todo, la perspectiva con que miran los saberes y las disciplinas (Santerini, 2010). Como escribe Casanova (2011), “si las personas diferentes deben vivir y convivir juntas, lo mejor será que se implemente un sistema educativo en el que se eduquen juntas” (p. 95). Este principio es precisamente la base del modelo inclusivo de educación (Ainscow, 2000). La educación inclusiva, su progresión, es como una escalera cuyos peldaños están integrados por culturas inclusivas, políticas inclusivas, prácticas inclusivas, comportamientos inclusivos…Por tanto, la inclusión impregna todos los ámbitos educativos, tanto teóricos como prácticos (Casanova, 2011; Herrán e Izuzquiza, 2010).” (A. escarbajal, 2013, p 35).

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