Educar En Virtudes
Enviado por mimartinez • 26 de Mayo de 2013 • 3.916 Palabras (16 Páginas) • 356 Visitas
Parte Primera “A”
Educar en Virtudes
Capítulo I: Educar en Virtudes
Una persona es generosa cuando da algo suyo o cuando se da ella misma a otra persona para procurarle un bien y lo hace desinteresadamente, sin buscar ningún beneficio propio.
La generosidad es una virtud que perfecciona a la persona. Es dar, darse a alguien, es amarle.
Para que un acto sea generoso debe tener dos condiciones: Que le cueste esfuerzo a la persona que lo hace y que lo haga en beneficio de la otra persona.
El acto de generosidad que nos cuesta poco esfuerzo es poco generoso.
El vivir con la conciencia de entrega a los demás, nos ayuda a descubrir lo útiles que podemos ser en la vida de nuestros semejantes, alcanzado la verdadera alegría.
Toda nuestra actitud debe ser de agradecimiento hacia Dios, él nos ha creado para servir.
La generosidad con Dios es amar a Dios. Jesucristo nos dio el ejemplo más grande de generosidad, sufriendo y muriendo en la cruz.
Debemos aprender a ser generosos dando de nuestro tiempo para rezar, para hablar con Dios, con la Virgen.
Cuando una persona no es generosa, se siente triste.
El egoísmo lo llevamos todos dentro, se manifiesta cuando solo vemos nuestros propios intereses y a nosotros mismos antes que los demás, es entonces, cuando debemos luchar para poder darnos a los demás.
Cuando tenemos hijos egoístas debemos hacérselo notar, ayudándolos a elaborar planes de acción para corregir el egoísmo y resaltar su generosidad felicitándolos y animándolos a ser mejores.
El dar las gracias por un beneficio o favor concedido, así como el pedir perdón por nuestras acciones que han podido molestar a los demás, son algunas de las buenas costumbres que a veces olvidamos poner en práctica. Ser agradecidos es deber de justicia, es generosidad.
Cuando no podemos ser agradecidos con las, menos podemos ser agradecidos con Dios, que nos ha dado todo, comenzando por la vida.
Saber escuchar es dejar de escucharse uno mismo para poder escuchar al otro. Es una actitud difícil porque implica atención hacia lo que nos dice la otra persona, esfuerzo por captar su mensaje y comprensión del mismo.
La generosidad debe empezar con las personas que tienes a lado, con los padres, con los hijos etc…
Cuando una persona es generosa libremente esta siendo realmente así, en cambio cuando la obligan esta haciendo actos de aparente generosidad, lo cual no le enseña a ser realmente generoso.
Capítulo II: Educar en la Virtudes humanas
La Virtud nos orienta al bien, a la perfección moral de la persona que actúa. Para llegar a las virtudes tiene que existir el valor como hábito adquirido en la persona. La virtud permite al hombre hacer una obra moral perfecta y le hace perfecto a él mismo.
Adquirir un hábito supone un esfuerzo. La repetición de actos no es suficiente para adquirir un hábito, es necesario que la persona que los hace quiera hacer esos actos. Esto representa la necesidad de educar hijos en la libertad y responsabilidad.
Los hábitos que se adquieren en los primeros años se van adaptando a la personalidad de cada uno, convirtiéndose así en valiosos recursos de identidad personal.
Los hábitos morales dejan huella, adquirirlos en el Período Sensitivo, será más fácil.
Un conjunto de hábitos buenos conseguidos después de haber repetido muchos actos en la misma dirección o habitualmente, usando para ello en muchos casos la "fuerza de voluntad", conduce a las virtudes éticas que hace al hombre moral y lo dispone a la felicidad.
No se es moral por conocer intelectualmente los valores, sino por mantener una postura coherente con ellos, es decir por realizar actos virtuosos y realizarlo de manera habitual.
Se debe lograr un autocontrol en los diferentes lugares en que no están los padres de familia.
Es necesario que la voluntad se disponga a conseguir los bienes que, por experiencia sabemos que cuestan.
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. Cuando los hijos adquieren buenos hábitos, bastará que las intenciones sean buenas para que se conviertan en virtudes.
La fuerza de voluntad es muy importante para la autoestima de los hijos, ayuda a que sean capaces de lograr las metas que aspiran.
Nos ayuda afianzar una virtud, un ambiente familiar de respeto y diálogo, donde los miembros respetan el derecho de los demás y tienen la libertad de elección.
Existe un principio de armonía de virtudes por el cual todas están relacionadas y por lo tanto cuando se mejora en una se mejora en todas, para ello tendremos en cuenta:
Se consideran Representa disposiciones humanas
Autodominio-orden Para
Trabajo-esfuerzo Enfrentar la vida obrar en el mundo
Generosidad –solidaridad
Responsabilidad Amar a Dios sobre todas las cosas
El autodominio, es la capacidad de ser uno mismo para darse al mundo exterior.
El trabajo, es la proyección de la persona que usa las cosas y las perfecciona según sus necesidades, participando de la obra de Dios.
La solidaridad, consiste en aceptar y realizar lo que a uno le corresponde como miembro de un grupo.
La responsabilidad, refleja la madurez de la persona, que vive en libertad y compromete su vida con la verdad y asume las consecuencias de los hechos.
Es importante recordar que lo que se haga o deje de hacer en la infancia influye directamente en cómo se enfrentarán los hijos a la vida cuando sean mayores.
Los esfuerzos por educar a los hijos deben tender a que quieran ser: ordenados, trabajadores, generosos, responsables, verdaderos hijos de Dios donde su meta sea ganarse el cielo.
En la etapa de 3 a 6 años, cabe hablarles de hábitos buenos, que serán sus valores cuando afiance la razón y su espíritu critico. Aquí la enseñanza es por imitación y repetición. Es importante que los hijos vean que los padres hacen lo que
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