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El Cuerpo De Los Condenados


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2012  •  5.491 Palabras (22 Páginas)  •  1.407 Visitas

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MichelFoucault describe el caso de un hombre acusado de regicidio (mató al rey) y parricidio (mató al padre de la patria) y cuyo castigo fue la tortura, la misma es descrita con escalofriantes detalles, para luego ser contrastada con un reglamento para un reformatorio de París, en el cual las tareas eran estrictamente separadas en tiempo por el ruido de tambores: un suplicio y un empleo del tiempo. Es entonces cuando se dan diversas modificaciones; una de ellas es la desaparición de los suplicios, aquí se hace referencia a los cambios en los castigos a los cuerpos de los condenados. Se habla de una humanización, desapareciendo el cuerpo como blanco mayor de la represión penal.

El escritor suele comparar el suplicio con un espectáculo, explica que a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX desaparece el espectáculo punitivo, el castigo ha cesado poco a poco de ser teatro y tenderá, pues, a convertirse en la parte más oculta del proceso penal. Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar. Foucault pretende presentar al castigo del delincuente como la marca que le deja frente a los demás su propia condena, que al mismo tiempo a la justicia le avergüenza poner; explica que el principal objetivo del castigo es corregir, reformar, curar y no castigar; pero que además, las prácticas punitivas se habían vuelto púdicas. Se quiere castigar algo que no es el cuerpo mismo, pero utilizándolo como intermediario para privar al individuo de su libertad.

El castigo ha pasado de un arte de las sensaciones insoportables a una economía de los derechos suspendidos, he aquí la utopía del poder judicial: quitar la existencia evitando sentir el daño, privar de todos los derechos sin hacer sufrir, imponer penas liberadas de dolor. Hacia fines del siglo XVIII un nuevo castigo habría de surgir a todo condenado a muerte; se le cortará la cabeza, siendo esta una muerte igual para todos; casi sin tocar el cuerpo, la guillotina suprime la vida, del mismo modo que la prisión quita la libertad, junto a estos cambios en el castigo al cuerpo de los condenados, también hay cambios en cuanto la exposición de los mismos; el condenado no tiene ya que ser visto cuando son conducidos al patíbulo.

A comienzos del siglo XIX, el gran espectáculo de la pena física se disimula, se excluye del castigo el aparato teatral del sufrimiento se entra en la era de la sobriedad punitiva; se considera que entre los años 1830-48 se consiguió dicha desaparición de los suplicios. Foucault dice que la pena ha dejado definitivamente de estar centrada en el suplicio como técnica de sufrimiento, tomando como objetivo principal la pérdida de un bien o un derecho. Por otro lado, asegura que un castigo como los trabajos forzados o incluso como la prisión, no ha funcionado jamás sin cierto suplemento punitivo que concierne realmente al cuerpo mismo es justo que un condenado sufra físicamente más que los otros hombres.

En este sentido, se explica que junto con la forma de castigar, también se ha modificado profundamente el objeto a castigar se siguen juzgando efectivamente objetos jurídicos definidos por el código, pero se juzga a la vez pasiones, instintos, anomalías, achanques, inadaptaciones, efectos de miedo o de herencia. Es decir que a la hora de condenar a un individuo se tienen en cuenta distintos factores influyentes. Son ellas, esas sombras detrás de los elementos de la causa, las efectivamente juzgadas y castigadas; es así que los jueces se han puesto a juzgar el alma de los delincuentes y junto a este juicio, han florecido diversas cuestiones sobre el origen del crimen en el ser del criminal, lo que verdaderamente es este individuo, lo que será y lo que podría llegar a ser, y cómo actuar frente al delito cometido, más allá de determinar qué ley sanciona esta infracción; todo un conjunto de juicios apreciativos, diagnósticos, pronósticos, normativos, referentes al individuo delincuente.

A lo largo de tantos cambios, transformaciones, procesos y progresos, se dio un hecho significativo; la manera en que la cuestión de la locura ha evolucionado en la práctica penal. Al principio, la locura era un freno para la sentencia, era imposible ser declarado culpable y loco al mismo tiempo. Sin embargo, más adelante han admitido que se podía ser culpable y loco; tanto menos culpable cuanto un poco más loco; culpable indudablemente, pero para encerrarlo y cuidarlo más que para castigarlo. Como consecuencia, el juez hace algo muy distinto que juzgar y no es el único que juzga; se han multiplicado justicias menores y jueces paralelos que se dividen el poder legal de castigar; ¿cuál es la función de estos elementos y personajes extrajurídicos? según el autor es una sola: evitar que esta operación sea pura y exclusivamente un castigo penal; es para disculpar al juez de ser pura y simplemente el que castiga porque es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar.

Foucault presenta su obra después de una breve reseña sobre el nacimiento de la prisión, introduciendo su objetivo: una historia correlativa del alma moderna y de un nuevo poder de juzgar. Luego explica de forma concreta las cuatro reglas generales en las que se basa su estudio. Éstas son; considerar el castigo como una función social compleja; adoptar en cuanto a los castigos la perspectiva de la táctica política; situar la tecnología del poder en el principio tanto de la humanización de la penalidad como del conocimiento del hombre; y examinar si esta entrada del alma en la escena de la justicia penal, y con ella la inserción en la práctica judicial de todo un saber científico no será el efecto de una transformación en la manera en que el cuerpo mismo está investido por las relaciones de poder.

El autor describe lo que llama la tecnología política del cuerpo en la que afirma que “puede existir un saber del cuerpo que no es exactamente la fuerza de su funcionamiento, y un dominio de sus fuerzas que es más que la capacidad de vencerlas.” Así, Foucault introduce el tema de poder y saber, una compleja relación de dependencia. El poder produce saber; que poder y saber se implican directamente el uno al otro. El poder-saber, los procesos y las luchas que lo atraviesan y que lo constituyen, son los que determinan las formas, así como también los dominios posibles del conocimiento; se considera el regreso a las técnicas punitivas.

MichelFoucault describe el caso de un hombre acusado de regicidio (mató al rey) y parricidio (mató al padre de la patria) y cuyo castigo fue la tortura, la misma es descrita con escalofriantes detalles, para luego ser contrastada con un reglamento para un reformatorio de París, en el cual las tareas eran estrictamente separadas en tiempo por el ruido de tambores: un

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