ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El círculo Creativo

lowo22 de Marzo de 2012

3.913 Palabras (16 Páginas)539 Visitas

Página 1 de 16

El círculo Creativo. Esbozo históriconatural de la reflexividad*.

Por Francisco Varela

Una mano se alza de papel y se eleva hacia un mundo más vasto. Cuando pensamos que ha abandonado definitivamente al plano de origen, recae nuevamente en é1 y dibuja su propio relieve en el blanco papel. Un círculo se cierra y al mismo tiempo dos pianos coinciden, se superponen, se confunden. En esta coincidencia se observa que lo que deseábamos mantener en planos separados es inseparable. Nuestro sentido de orientación y nuestros sentimientos hacia aquello que forma la base empiezan a tambalearse y tenemos la impresión de encontrarnos ante una paradoja.

Este tipo de fenómenos circulares solían llamarse usualmente círculos del diablo {círculos viciosos) y eran la encamación de aquello que debía evitarse. Por mi parte recomendaría denominarlos "Circuli virtuosi" círculos creativos. Su notoria curiosidad oculta una clave para la comprensión de sistemas naturales y sus fenómenos cognoscitivos, como así también el rico mundo de sus formas. Me propongo bosquejar aquí este mundo de los círculos peculiares desde tres puntos de vista fundamentales: 1) el empírico, 2) el estructural, 3) el de la teoría del conocimiento.

La perspectiva empírica

En el dibujo de Escher observamos que ambas manos se dibujan mutuamente. Esto implica que establecen recíprocamente sus condiciones de creación. Se extraen mutuamente con medios propios, fuera del grabado, crean una identidad propia. Más precisamente, su determinación recíproca las extrae del resto del dibujo permitiéndoles conformar una "unidad". Dicho de otra manera: su operación (su mutuo dibujarse), establece las condiciones bajo las cuales pueden ser diferenciadas al tiempo que las destaca sobre un fondo.

(M. C. Escher, Zeichnen)

Figura 22

El hecho de que una unidad se destaque de un fondo, como consecuencia de la operación, es una experiencia cotidiana que podemos asociar normalmente con los seres vivientes. Desde la Antigüedad se ha dado en dar a esta experiencia el nombre de "autonomía". Cuando observo a un perro que camina por la calle, que cambia repentinamente de dirección y se dirige hacia mí es muy común que adjudique al perro la intención de saludarme. Determinar si esta adjudicación de un proceso mental está justificada o no, es menos importante para mí que el hecho de que resulta tentador hacerlo en base al comportamiento del perro. Dicho de otra manera: el comportamiento del perro es muy difícil de explicar a menos que suponga que el perro no reacciona ante el mundo que lo rodea, es decir, como si recibiera instrucciones que apuntan a determinados resultados, sino más bien como si se tratara de perturbaciones que el perro interpreta de acuerdo con sus propios mecanismos de regulación y balance. Esta es, nuevamente, la cualidad tan peculiar a la que denominamos autonomía. Si mi auto no arranca mañana, efectivamente estaría tentado de decir que está enojado conmigo, pero dado que soy un individuo instruido, sé que una subordinación de este tipo no es posible, ya que nosotros mismos construimos la máquina.

Precisamente aquí comienzan las dificultades: Nosotros no creamos el perro y tampoco pareciera existir para un fin específico sobre el cual pudiéramos ponernos de acuerdo. La clara contraposición entre sistemas vivos, en quienes se advierte la idea de autonomía, y los muchos otros sistemas naturales y artefactos creados por el hombre, fueron fascinantes para la biología desde Aristóteles hasta entrado el siglo XIX, y en un grado solamente comparable a la atracción ejercida por la diversidad de los seres vivos.*

Resulta interesante comprobar que el tema de la autonomía desapareció graduadamente del discurso científico al comenzar el desarrollo de la genética y la biología molecular, a comienzos de siglo. Paralela y rápidamente la técnica y la mecánica hicieron rápidos progresos y se orientaron hacia la cibernética y la teoría de control. Este es el motivo por el cual hoy en día no pensamos en autonomía en el área de los sistemas naturales, sino que simplemente lo pasamos por alto sin considerar que se pueda hablar de autonomía de manera precisa. La contrapartida de la autonomía, el control, puede precisarse en cambio sin inconvenientes.

Naturalmente que no existe nada más misterioso en la autonomía que lo que pueda haber en el control. Lo decisivo radica en considerar a la autonomía como la expresión de un tipo de proceso que aparece por doquier en la naturaleza y en numerosas formas concretas.* Este tipo de proceso es exactamente lo que Escher presentó. (Las partes se especifican mutuamente y se fijan entre sí.)

La vida se caracteriza por esta forma de vinculación con el ámbito molecular, adquiriendo su cualidad de autónoma. De esta "sopa" de moléculas se destaca una cé1ula, porque define y fija fronteras que la separaran de todo aquello que no es ella. Esta determinación de fronteras se cumple sin embargo mediante producciones moleculares que por su parte, sólo fueron posibilitadas por esas fronteras. Las transformaciones químicas y los límites físicos se condicionan mutuamente: la célula se destaca de un entorno homogéneo. Si este proceso de autocreación se interrumpe, la unidad celular deja de formar una unidad y se deshace hasta formar poco a poco la sopa molecular.7

La esencia de la organización celular se puede representar de la siguiente manera:

Esta configuración es determinante: las operaciones conforman un circuito cerrado, motivo por el cual los productos se encuentran en el mismo plano que los procesos de producción, Dentro de esta organizaci6n pierden sentido las diferenciaciones usuales entre productor y producto, entre comienzo y final o entre "input" y "output". Poco podemos decir sobre el origen de las células, pero los resultados de las últimas investigaciones concuerdan sustancialmente con la idea de que el cierre de un circuito generacional como el que acabamos de bosquejar resulta una condición indispensable.2 Una vez que existen tales unidades autónomas surgen toda un nuevo dominio: La vida, como la conocemos hoy. Este tema fundamental de la interacción de los circuitos de procesos de producción molecular admite numerosas variaciones, así como también muchas materializaciones especificas que dan como resultado una infinidad de células distintas.

Es posible que las células modernas sean el fruto de una simbiosis de unidades, originariamente autónomas. Tal es el caso de las mitocondrias, cloroplastos y otros organismos celulares, los cuales hoy en día conservan solamente vagos vestigios de su autonomía original.5 Incluso en nuestros días, encontramos algas y hongos que conforman sus cambiantes recíprocamente y suministrándose alimentos. Por consiguiente, las células pueden interactuar formando nuevas unidades autónomas. Todos los organismos multicelulares fueron creados en similares circunstancias.

El fenómeno básico es en todos estos casos, el mismo: Elementos de diversos pianos se reúnen operacionalmente y forman una unidad a raíz de su interacción circular. Si este proceso se interrumpe, se destruye esta unidad. La autonomía nace en esta intersección. El surgimiento de la vida no es un mal ejemplo para esta ley general.

La perspectiva estructural

"Esta frase es falsa si la añade a sí misma entre comillas", es falsa cuando se la añade a si misma. Este Koan de Quine8 es una expresión jocosa de una dificultad a la cual se enfrentan hace largo tiempo la lingüística y la matemática. A partir de que al cretense Epiménides se le ocurrió decir aquello de que "Todos los cretenses son mentirosos", la singular cualidad humana de la reflexividad (autorreferencia) fue la causa de permanentes dolores de cabeza.* Esta singular cualidad reposa sobre un postulado que determina que las afirmaciones sobre algo no deben ser elemento constitutivo de ese algo.

Afirmaciones como la de Epiménides y Quine lesionan obviamente este postulado.

En todos los casos similares en los que existen confusiones lingüísticas es evidente cierto parecido familiar con el grabado de Escher, así como con la formación de las células y la autonomía. En todos los casos se trata de movimientos con los cuales aquello que debería quedar separado se entrecruza (en el caso de Quine y de Epiménides serían los planos de significación), de manera que dos planos se confunden en uno solo y a pesar de todo siguen siendo diferenciables.

Sin embargo resulta interesante comprobar que aquello que en el ámbito molecular aparece como complejo pero entendible, adquiere en el ámbito lingüístico la significación más profunda de una paradoja. Es más difícil saltar fuera de la necesidad de permanecer en un determinado plano de significación y considerar sencillamente toda la oración como una unidad. Una paradoja es exactamente esto, lo que permanece incomprensible si no lo examinamos saliendo de ambos planos mezclados en la estructura de la paradoja. Quine y Epiménides siguen siendo paradójicos en la medida en que no estoy dispuesto a abandonar la necesidad de elegir entre lo verdadero y lo falso, así como a reconocer en la reflexividad de la premisa una forma determinada de fijación de su significado. Esto implica que la frase existe dentro de un ámbito más amplio y só1o se toma paradójica en la medida en que se la proyecte sobre un ámbito más restringido, en el cual debe ser obligatoriamente verdadera o falsa.

Este es, según supongo, el motivo por el cual aparece la paradoja en situaciones como

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (24 Kb)
Leer 15 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com