El valor preponderante de la educación.

EL VALOR PREPONDERANTE DE LA EDUCACIÓN

Como preámbulo argumentativo a la actividad noble y trascendente de la docencia, se debe tener en consideración un primer acercamiento axiológico por razones metodológicas, a cuál es verdaderamente el objetivo primordial de los educadores o aquellas personas que se dedican a tutelar y propagar el conocimiento. La problemática filosófica del tópico antes mencionado tiene que ver con la finalidad teleológica de transmitir todo arte o ciencia que se tiene en mente, y que es en cierta forma el crecer como personas. No hay otro eje vertebral que se figure más representativo y toral para el aspecto educacional de un maestro que el formar progresivamente pero en un pro del humanismo, de la mutidisciplinariedad, de los valores escindidos y que se reprochan urgentes en ésta problemática social de siglo XXI cada vez más dañosa y preocupante. Ya desde la antigüedad en los tiempos griegos por citar un ejemplo, la dualidad alumno- maestro era vista tan necesaria para el fiel desarrollo de la persona tendiente a lo denominado como el pathos o el fuero interior que se desarrolla en cada uno de nosotros, ya que la actividad orientada a la transmisión del conocimiento traía aparejado una conservación y ampliación de lo que significaba ser hombre. Así, desde tiempos inmemorables se le dio la potestad a los educadores de instruir y despejar a sus pupilos una cantidad considerable de elementos que los llevaran a un mejor desenvolvimiento en lo práctico y en lo social, pues desde etapas históricas se tuvo conciencia que a mayor dominio y maestría en determinada ciencia, el individuo podía alcanzar mayor dicha y felicidad ya en su vida, con su familia, traspasando incluso a la misma sociedad. Efectivamente, el maestro tiene el deber de combatir y apoyar la causa de que se figura en el país y que es ciertamente la ignorancia y la mediocridad; un desconocimiento que abarca todos los estratos sociales y que se puede observar en cualquier ámbito, ya sea en el plano público (el Estado ante la incapacidad de hacerle frente a la inseguridad, el déficit económico, las revueltas sociales causadas por la falta de recursos justos y equitativos, las leyes que atentan contra la persona y la capacidad adquisitiva plena y constante, etcétera; en el plano privado también se fragua un declive de lo educacional pues son pocas las instituciones que pueden solventar un trabajo organizativo elemental orientado a la gestión escolar, a la comunidad, a un trabajo administrativo profundo y que abarque materias que coloquen al alumno en un plano realmente formativo; en el “yo” o interior de cada una de las personas también se señala un derrocamiento de la cultura y lo crítico, pues son pocos los individuos que tienen el privilegio de crecer o conocer una multiplicidad de conocimientos que ejercerán, de facto, un poder avasallador de estímulos que los hacen vivir y disfrutar la vida en todo su esplendor, ya que la ignorancia y el desconocimiento de las causas en toda la naturaleza es lo que genera miseria, religión, misticismo, pobreza, suicidios, por citar algunos ejemplos. O dicho en pocas palabras, el espectro educativo flaquea y es pusilánime en cualquier estructura que nos gobierna actualmente y no ha cumplido las expectativas y requisitos educacionales que necesariamente se debe aplicar a fin de alcanzar unos resultados favorables.

Una vez expuesto y contextualizado la anterior premisa o problemática social que impera en la República Mexicana, es menester entonces caer en la conclusión que la práctica docente debe ser sumamente robusta y completa para hacerle frente a esos problemas que se deben erradicar, o hablando en términos realistas y factibles, hacerlos cada vez más pequeños y controlables. Se debe partir de una súper estructura que rija y gobierne el tópico educacional como lo hacen los países desarrollados y complejos que los hacen competitivos y dignos de una calidad de vida plena y saludable. El gobierno mexicano decidió, primeramente, desterrar del mando educacional a Elba Esther Gordillo, pues la misma dirigía y tenía en una merma aberrante toda la red de conocimiento en el país en virtud del cargo importante que ostentaba; luego, y como segunda actividad necesaria a efecto de materializar el cambio que necesitaba la demarcación nacional, Enrique Peña Nieto emprendió una serie de “reformas estructurales” a las que iba dirigido un cambio sustancial, tales como en materia energética, en materia fiscal o tributaria, de telecomunicaciones, en lo laboral, la de amparo como recurso último de los justiciables; empero, la que es necesario mencionar por ser la materia que se vincula con la presente investigación, es la concerniente a la reforma educativa, que, grosso modo, estriba en una seria de cambios tendientes a modernizar la educación en cuanto a la currícula o asignaturas que son necesarias actualizar a través de una serie de exámenes que se le harán a los maestros a efecto de medir su capacidad apta y total de ser las personas más indicadas al momento de impartir clases; el mando educacional por ser los entes o personas los encargados de impartir un conocimiento total y exhaustivo; la gestión escolar como tópico administrativo que debe regir y estructurar cualquier plantel educativo, etcétera.

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