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: Entre la Historia y la Historia del Arte: las imágenes como fuentes para la investigación en Ciencias Sociales..


Enviado por   •  2 de Marzo de 2016  •  Trabajo  •  3.728 Palabras (15 Páginas)  •  381 Visitas

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SEMINARIO: Entre la Historia y la Historia del Arte: las imágenes como fuentes para la investigación en Ciencias Sociales.

Profesora:Dra. Patricia Fogelman

Alumno: Hernan Chaves

  1. El poder de las imágenes según Freedberg consiste en tener en cuenta la eficacia de las imágenes, porque en definitiva lo que interesa es si son eficaces y esto se puede ver a través de la identificación con ellas. La eficacia de las imágenes se advierte a través del uso frecuente.

Una de las ideas más importantes sostenidas por Freedberg plantea que el significado de la imagen es común, universal y transversal a pesar del tiempo y la distancia, por ende se encontraría inmóvil en el inconsciente de todos y por lo tanto seria común. Es decir intenta encontrar una idea de respuesta primitiva universal. Sin embargo las imágenes tienden a escaparse de las generalizaciones que proponen los conceptos y suele resultar complicado pretender limitar su interpretación.

En realidad la imagen es un símbolo cargado de significado y desencadena una respuesta. La imagen tiene sentido desde que es hecha, pero tiene la complejidad de ser polisémica, es decir poseer más de una función y un sentido. La opacidad de las imágenes permite que todos entendamos algo diferente de ellas. De esta forma hay imágenes que nos hacen llorar; otras que tienen la capacidad de hacernos estremecer de emoción y ternura; algunas pueden lograr que exclamemos, y otras, directamente, consiguen que apartemos la vista. Las imágenes nos provocan, despiertan reacciones, nos golpean; y eso sucede porque tienen poder.

Son como unos lentes que intensifican la experiencia e iluminan realidades que de otro modo pasarían inadvertidas. Las imágenes son poderosos vehículos de transmisión de ideas, valores, emociones. Y cumplen muchas funciones: generan adhesión o rechazo, movilizan afectos, proporcionan sensaciones, generan placer o disfrute. Lo que le otorga primacía a las imágenes es el poder de activar la atención y las emociones.

En consonancia con lo expresado y con una visión más biológica, Freedberg plantea el cruce de la historia de las imágenes con la psicología y con la neurociencia, porque ambas disciplinas tienen instrumentos para complejizar y poder leer una imagen de manera más completa.

  1. Jean-Claude Schmitt sostiene que las imágenes crean realidad, son reales y transforman la realidad. Por eso plantea vincular la imagen con lo real. No aislar la imagen, porque la imagen tiene existencia. Desde esta perspectiva propone analizar la totalidad de la forma de la imagen, ver su estructura, su funcionalidad y sus funciones; poniendo especial énfasis en esto último. La intencionalidad puesta por el artista o hacedor de la imagen es de suma importancia porque va a expresar su intención o la de su mandatario. Desde este punto de vista Schmitt sostiene que la imagen es siempre un espacio construido, con una disposición particular y nunca neutral, de esta forma las figuras expresan y producen al mismo tiempo una clasificación de valores, jerarquías, función social, opciones ideológicas y lo competente a la obra en si el uso de los planos, la perspectiva y los colores.

Así pues, un hacedor de imágenes no deja al azar la elección de formas y temas. Cada decisión es tomada cuidadosamente, teniendo en cuenta la posición de la imagen y las diferentes funciones que van a cumplir. En resumen Jean-Claude Schmitt, señala que “en la relación entre la forma y la función de la imagen se expresa la intención del artista, del promotor y de todo el grupo social que ha llevado la obra a su realización; en la obra se inscriben por adelantado la mirada de los destinatarios y los usos […] de la imagen”.[1]

  1. Para Schmitt la imagen no es la expresión de un significado cultural, religioso o ideológico, como si este la precediera sino que hay que pensarla en un área cultural es decir en un contexto más amplio. Las imágenes expresan y crean, representan la verdad y crean realidad. Las imágenes interfieren el mundo de lo real provocan cambios y transforman la realidad. Por eso plantea vincular la imagen con lo real. De alguna manera la historia de las representaciones, es una perspectiva cultural que nos hace pensar e indagar sobre la realidad del presente y el pasado, por lo tanto la realidad es algo que se estudia a partir de la imagen que también es real y que a la vez produce realidad. La imagen es real, esta, tiene existencia ya sea en el interior de la cabeza o en sueños, de cualquier forma todo lo que vemos es parte de la realidad, no es una ilusión, ni una forma sin contenido.

Finalmente sostiene que se debe vincular la imagen con lo real, sin aislarlo ni particionarlo es decir analizando la totalidad de la forma de la imagen, su estructura, su funcionamiento, haciendo especial hincapié en sus funciones.

 

  1. Marin sostenía (2009) que el primer efecto del poder de la representación es hacer como si el otro esté presente ahora, no como presencia, sino como efecto de la presencia[2]. De esta manera planteaba que la imagen en tanto representación, por su naturaleza posee una doble dimensión. La denominada transitiva o transparente del enunciado, que alude al objeto ausente (cosa, objeto o persona) de esta forma todo enunciado representa algo, está en el lugar de otra cosa; y la dimensión reflexiva u opacidad enunciativa, toda representación se presenta representando algo, por lo tanto hace referencia a la capacidad de exhibir la propia imagen como presencia.  Por su parte Chartier (1996) toma esta idea de representación poniendo énfasis en la capacidad de algunas expresiones e imágenes de convertirse en acciones y transformar la realidad o el entorno forjando individuos y grupos. Así retoma las diversas relaciones que los individuos y grupos mantienen con el mundo social. De esta forma se abre a una doble vía: una que piensa en la construcción de las identidades sociales, como resultantes siempre de una relación forzada entre las representaciones impuestas por aquellos que poseen el poder y la definición, sumisa o resistente, que cada comunidad produce de sí misma; y otra que considera la división social objetivada como la traducción del crédito acordado a la representación que cada grupo hace de sí mismo, por lo tanto, de su capacidad de hacer reconocer su existencia a partir de una exhibición de unidad. Al trabajar en la confrontacion de representación, cuya postura es el ordenamiento, y por lo tanto la jerarquización de la estructura social en sí, fija su atención sobre las estrategias simbólicas que determinan posiciones y relaciones y que construyen, para cada clase, grupo o medio un ser percibido constitutivo de su identidad.

  1. El modelo de la Eucaristía, permite comprender como funciona la representación del monarca en una sociedad cristiana. En ella se pude apreciar al mismo tiempo, la representación de un cuerpo histórico ausente, la ficción de un cuerpo simbólico y la presencia real de un cuerpo sacramental.

[pic 1]Defensa de la Eucaristía. De cuatro autores anónimos de la Escuela Cuzqueña (siglos XVII y XVIII) [pic 2]

 

  1. En muchas ocasiones sostenemos que hay imágenes que nos dejan mudos o que nos sobrepasan; que las palabras no alcanzan a dar cuenta de lo que una imagen sí puede. Pero también hay situaciones donde las palabras nos auxilian para entender, explicar y hacer hablar a aquellas imágenes que parecen ofrecer resistencia al entendimiento y la comprensión. Las palabras y las imágenes son irreductibles unas a otras pero, al mismo tiempo, están absolutamente intrincadas. Se cruzan, se vinculan, se responden, se desafían, pero nunca se confunden. Ambas se exceden y desbordan, y ahí radica la riqueza de su vínculo. Tanto las imágenes como los textos son maneras de representar irreductibles unas a otras. Una cosa es lo que es mostrado, figurado, representado, puesto en escena y otra es lo que es legible, dicho, enunciado declarado. Chartier (1996) sostiene que  “estos dos registros se cruzan se vinculan, se responden pero nunca se confunden. El cuadro tiene el poder de mostrar lo que la palabra no puede enunciar, lo que ningún texto podrá dar a leer”.[3] 

En definitiva, no cualquier imagen puede ser leída, no cualquier imagen admite traducción, al menos no completamente. La imagen con su carga de emotividad sirve de refuerzo del mensaje ideológico que se transmite a través de las palabras. Las imágenes tienen por sobre las palabras el poder de imaginar, de seducir y además una relación más directa y espontanea con la emoción.

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