Errores De La Literatura
Enviado por rustud • 27 de Mayo de 2012 • 7.610 Palabras (31 Páginas) • 567 Visitas
Diez errores o mentiras frecuentes sobre literatura y cultura en América Latina
Eduardo Galeano
Eduardo Galeano:
Escritor y periodista uruguayo. Autor de numerosos artículos y ensayos publicados en la prensa mundial. Entre sus principales obras publicada se cuentan: "Las Venas Abiertas de América Latina", "Guatemala, país ocupado"," La Canción de Nosotros".
1. Hacer literatura consiste en escribir libros
Escritor es quien escribe libros, dice el pensamiento burgués, que descuartiza lo que toca. La compartimentación de la actividad creadora tiene ideólogos especializados en levantar murallas y cavar fosas. Hasta aquí, se nos dice, llega el género novela; este es el límite del ensayo; allá comienza la poesía. Y sobre todo no con-fundirse: he ahí la frontera que separa la literatura de sus bajos fondos, los géneros menores, el periodismo, la canción, los guiones de cine, televisión o radio. La literatura abarca, sin embargo, el conjunto de los mensajes escritos que integran una determinada cultura, al margen del juicio de valor que por su calidad merezcan. Un artículo, una copla o un guión son también literatura, mediocre o brillante, alienante o liberadora, como bueno o malo puede ser, al fin y al cabo, cualquier libro. En el esquema de estos trituradores del alma, no habría lugar para muchas de las realizaciones literarias de mayor eficacia y más alta belleza en América Latina. La obra del cubano José Martí, por ejemplo, fue sobre todo realizada para publicación en periódicos, y el paso del tiempo demostró que pertenecía a un instante y además pertenecía a la historia. El argentino Roberto Walsh, uno de los escritores más valiosos de su generación, desarrolló la mayor parte de su obra en el medio periodístico y a través de sus reportajes dio incansable testimonio de la infamia y la esperanza de su país. La carta abierta que Walsh dirigió a la dictadura argentina en su primer cumpleaños, constituye un gran documento de la historia latinoamericana de nuestro tiempo. Fue lo único que escribió. Al día siguiente, la dictadura lo secuestró y lo desapareció.
Yo me pregunto, en tren de citar ejemplos, si la obra de Chico Buarque de Holanda carece de valor literario porque está escrita para ser cantada. ¿La popularidad es un delito de lesa literatura? El hecho de que los poemas de Chico Buarque, quizás el mejor poeta joven del Brasil, anden de boca en boca, tarareados por las calles, ¿disminuye su mérito y rebaja su categoría? ¿La poesía sólo vale la pena cuando se edita, aunque sea en tirajes de mil ejemplares? La mejor poesía uruguaya del siglo pasado - los "cielitos", de Bartolomé Hidalgo - nació para que la acompañaran las guitarras, y sigue viva en el repertorio de los trovadores populares. Me consta que Mario Benedetti no cree que sus poemas para ser cantados son menos "literarios "que sus poemas para ser leídos. Los poemas de Juan Gelman, que no imitan al tango porque lo contienen, no pierden nada de su belleza cuando en tango se convierten. Lo mismo ocurre con Nicolás Guillén. ¿Acaso el "son", su fórmula poética más característica, no proviene de la música popular afrocubana? En un sistema social tan excluyente como el que rige en la mayoría de los países de América Latina, los escritores estamos obligados a utilizar todos los medios de ex-presión posibles. Con imaginación y astucia, siempre es posible ir abriendo fisuras en los muros de la ciudadela que nos condena a la incomunicación y nos hace difícil o imposible el acceso a las multitudes. En los años de la segunda guerra mundial, Alejo Carpentier escribía dramatizaciones radiales muy populares en toda Cuba y uno de los mejores narradores venezolanos de la actualidad, Salvador Garmendia, escribe telenovelas en Caracas. Julio Cortázar armó uno de sus últimos libros, "Fantasmas contra las multinacionales", sobre la base de una historieta, y como historieta se vendió en los kioscos de México. Lejos está de mi intención negar el valor del libro como medio de expresión literaria. Simplemente creo que convendría empezar a cuestionar su monopolio. Y esto nos lleva de la mano a otra concepción que me parece errónea y que no es menos frecuente.
2. Por cultura se entiende la producción y el consumo de libros y otras obras de arte
Las más de las veces, esta definición no osa decirse; pero implícita existe por todas partes. Se queda, creo, muy corta. En primer lugar porque excluye a la ciencia, todo el inmenso espacio del conocimiento científico que integra la cultura y que es sistemáticamente ninguneado por los intelectuales consagrados a las artes. Además, porque reduce la cultura a términos de industria, una industria de artículos de lujo, ignorando a la llamada "cultura de masas" que es la industria cultural por excelencia, internacionalmente montada para la captura de los mercados masivos. Y por último, pero no menos importante: esta definición de la cultura hace de cuenta que no existen las expresiones espontáneas y valiosas de la cultura popular. La primera omisión, el ninguneo de la ciencia como trabajo cultural, parece inexplicable a la luz de la historia latinoamericana más reciente. La marea de dictaduras de la década del setenta no se ha llevado por delante solamente a los escritores peligrosos, los teatreros subversivos, los músicos respondones, los dibujantes desobedientes y los profesores que entendían la enseñanza como creación de hombres libres. También las dictaduras han arremetido contra los proyectos científicos libera-dores. Y con razón, desde su punto de vista: las víctimas del sistema suelen con-fundirse; pero los dueños, no. El monopolio de la tecnología es una clave de dominio en el mundo contemporáneo y las dictaduras latinoamericanas - partido político de las corporaciones multinacionales - cumplen su función: arrasan los escasos centros de investigación científica de vocación nacional, para que nuestros países continúen condenados al consumo de la tecnología extrajera, controlada por el amo. Como los escritores, los científicos nunca son inocentes: hay un modo de hacer ciencia que con sólo existir acusa a los dueños de un sistema enemigo del país y del pueblo .Sobre la segunda omisión, ¿quien podría negar la influencia de la llamada "cultura de masas" sobre las multitudes latinoamericanas, que no necesitan saber leer para escuchar la radio o mirar la televisión? Esa "cultura de masas" Para masas, debe-ría decirse - se fabrica en serie en los grandes centros de poder del mundo capitalista, y sobre todo en los Estados Unidos, y se exporta al mundo entero irradiando modelos de vida en escala universal. El imperialismo cultural actúa a través del aparato educativo, pero sobre todo
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