Filosofia
Enviado por Andree_ • 5 de Abril de 2013 • 487 Palabras (2 Páginas) • 207 Visitas
Se refiere a la influencia deliberada y sistemática ejercida por una persona madura sobre la inmadura, por medio de la introducción, la disciplina y el desarrollo armónico de todas las facultades: Físicas, sociales, intelectuales, morales, estéticas y espirituales del ser humano, de acuerdo con la jerarquía esencial de las mismas, para la utilidad individual y social, Cuyo fin último es la felicidad perfecta, es decir, la educación debe ser orientada a lo que es el Sumo Bien, la filosofía de la educación tiene como finalidad ayudar al maestro a encontrarse a sí mismo y adquirir una visión cimentada en bases racionales sobre el sentido de su vida. Eso contribuye en la formación y en la orientación de los alumnos. Las prácticas y experiencias que la educación ha ido llevando ha generado que se enriquezca el concepto filosófico.
3.- LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN Y SU RELACIÓN CON LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
La filosofía tiene como tarea propia posibilitar una respuesta a este interrogante. Y ahí está su especificidad en relación a las ciencias de la educación. Ella asume al respecto una doble función de interrogación y de integración. Por lo tanto se la puede considerar, con G. Mialaret, como "una epistemología de las ciencias de la educación".
La filosofía interroga cada ciencia sobre el estatuto y sobre el alcance de sus afirmaciones, corriendo el riesgo de detectar un cierto dogmatismo detrás de la objetividad aparente de los enunciados y nociones. Pues, cuando el economista habla de “capital humano”, el historiador de “progreso”, el psiquiatra de “regresión”, el sociólogo de “normal”, el psicólogo de “equilibrio”, se trata de nociones normativas que implican una finalidad. Así, el “equilibrio” no es (sólo o absolutamente) lo que existe, sino lo que debe ser. Ahora bien, sucede que las ciencias plantean sus finalidades como objetos observables y mensurables –si bien lo son en ciertos aspectos- pero sin preguntarse por qué son finalidades, en otras palabras por qué deber ser alcanzados. ¿Por qué el equilibrio es más deseable que el desequilibrio? Resumiendo, la tarea del filósofo es de preguntarse sobre las finalidades de la educación. Su campo no es el “cómo” –y los objetivos pedagógicos jamás son los “cómo”- sino el “por qué”.
Las finalidades de la educación conciernen al hombre en su totalidad. “Saber el inglés” es una finalidad si se trata de mi carrera, o de mi cultura o de mi felicidad o en todo caso de mí mismo. Esta simple constatación tiene un alcance no sólo pedagógico –mostrar al alumno que “se trata de él”- sino también epistemológico. En nuestros días, las ciencias, aun las de la educación, son cada vez más numerosas y especializadas; recordemos que hoy en este campo, no se dice “sabio” sino “especialista”.
Frente a esta fragmentación,
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