Historia De Vida
Enviado por Mar77 • 7 de Octubre de 2012 • 1.937 Palabras (8 Páginas) • 525 Visitas
Fuentes primarias y secundarias en la construcción del conocimiento histórico
José Martín Hurtado Galves
Todo conocimiento histórico necesita de la utilización de fuentes, ya sean documentos, testimonios u objetos. Su argumentación se basa en la interpretación de éstas. A diferencia –por ejemplo– del filosófico, que parte de un discurso teórico en el que se debaten las ideas a partir de las ideas. Y no es que en el histórico no se debatan las ideas, sino que éstas son el producto de la interpretación de las fuentes.
La utilización de fuentes en historia tiene tres aspectos: primero, como base desde la que se construye el conocimiento histórico (fundamentación); segundo, como medio por el que se transita para construir dicho conocimiento (demostración); y tercero, como límite, en el sentido de que pone una frontera al historiador, impidiéndole que pueda elucubrar sin argumentos acerca de su tema de investigación (verificación).
El primer aspecto, la fundamentación, se refiere a la fuente histórica de la que parte el investigador. Es el punto prístino de donde surgirá el interés, la idea de conocer y demostrar tal o cual suceso, tradición, comportamiento o idea que se quiera investigar. Puede ser un documento escrito, un objeto o un testimonio oral.
El segundo, la demostración, es el trayecto que se sigue en la investigación. No basta con contar con una base sólida, se necesita desarrollar adecuadamente la investigación. Entiéndase por adecuadamente, la correcta interpretación de las fuentes consultadas. Las aseveraciones que se realicen durante la investigación deben estar sustentadas en la demostración constante. Esto no significa que se necesiten hacer cortes intermedios, con el fin de demostrar lo investigado hasta ese momento; sino que durante la investigación no debe salirse de la correcta interpretación de las fuentes. La capacidad del investigador para observar, es decir, su mirada epistemológica, le permitirá verlas desde diferentes enfoques y con distintas posibilidades de interpretación.
El tercero, la verificación, se refiere a que una vez concluida la investigación histórica deberá ponerse a consideración del lector el lugar exacto de donde se obtuvieron las fuentes consultadas, esto permitirá contar con la confiabilidad necesaria y la suficiente certeza de que los resultados son producto de una investigación seria y científica.
Además de los tres puntos anteriores, hay que tener en cuenta que durante la investigación, el historiador realiza una serie de interpretaciones que le permiten alejarse de la mera repetición o transcripción que se obtienen de las fuentes, al construir un conocimiento que es el producto de sus propias reflexiones.
No se trata de revivir el pasado por medio de traer algunas fuentes al presente, sino de interpretarlas: construir una historia a partir de leer, dialogar y reflexionar con ellas. El pasado no se trae al presente, somos nosotros los que vemos ese pasado desde nuestro presente. Pero lo hacemos con una mirada epistemológica y un discurso actual.
Ahora bien, todas las corrientes historiográficas, aunque difieran en su concepto de historia, así como en la forma en que seleccionan y utilizan sus fuentes, coinciden en algo: se basan en fuentes. La forma en que las seleccionan depende del enfoque que tengan del conocimiento histórico: los que saben que el conocimiento histórico se construye; y los que creen que el conocimiento histórico se reconstruye, trayéndolo del pasado por medio de las fuentes.
Toda fuente le permite al historiador construir un discurso, esto a partir de una mirada epistemológica e histórica. Epistemológica, porque es desde las fuentes que observa con una intencionalidad de construir un logos, hay la necesidad de construir un conocimiento específico. Histórica, porque ubica al sujeto espacial y temporalmente.
Las fuentes son las mismas, no cambian, pero la mirada del historiador no es la misma. Entonces, la información que se pueda obtener de la fuente no se da sólo a partir de ella, sino de la mirada que le da sentido; por ello, al leer los resultados de una investigación, no sólo vemos las fuentes interpretadas, sino la mirada del historiador, su interés o intencionalidad por construir un discurso histórico.
Al final, toda fuente es voz, huella del devenir humano. Por eso, investigar en fuentes resulta, en el fondo, preguntar por el sujeto histórico a través del tiempo. Es observar al pasado desde el discurso histórico del presente; es no dejar el presente desde un estar proyectado hacia una existencialidad que se difumina en el tiempo.
¿Dónde podemos encontrar al ser humano si no es en su propia actividad humana? En este sentido, las fuentes no son más que constancias de que el sujeto estuvo ahí, ocupando un espacio y un tiempo concretamente humanos.
Si no existieran las miradas histórica y epistemológica, no tendría caso utilizar fuentes. Sólo habría una mirada y una sola interpretación histórica unívocas, que agotarían la posibilidad de preguntar por el sujeto histórico. Pero es a partir de dichas miradas diferentes y en movimiento, que las fuentes pueden seguir diciéndonos lo que de antemano, o no, estamos buscando. Solamente la mirada del que inquiere puede obtener una voz, y no un silencio, por respuesta.
Lo material de las fuentes es idea confusa, a pesar de su orden en los archivos. Es dispersión, fuga en tanto que no hay una interpretación de ellas. El sujeto al que aluden es difuso, el hecho de la interpretación no acaba de concretarse, sólo hay referencias espacios en blanco. Pero el historiador ordena, reordena, edifica, construye, interpreta, reinterpreta, resuelve, conecta, le da sentido a lo material para crear una nueva idea a partir de la utilización de fuentes. Su claridad concreta surge de la claridad abstracta de lo material de la fuente. Es entonces que el material histórico, las fuentes, adquieren piel y voz y pueden dialogar con nosotros en un tiempo presente.
Antes de que el historiador utilizara las fuentes, éstas ya estaban “ahí”, pero ese estar ahí era difuso, era el limbo, un laberinto, un caos. Es el historiador quien les da sentido y orden, volviéndolas necesarias.
Por otro lado, la investigación histórica basada en fuentes ayuda al lector, que no hace investigación, a conocer acerca de dichas fuentes sin consultarlas directamente. En el caso de la educación, les permite a profesores y estudiantes contar no sólo con los resultados de la investigación, sino con los lugares específicos de donde se obtuvieron dichos resultados; así como con la posibilidad de revisar dichas
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