Importancia del acto de leer
Enviado por karena90 • 7 de Junio de 2021 • Documentos de Investigación • 1.455 Palabras (6 Páginas) • 99 Visitas
Clase N° 3: EL CUADERNO DE REFLEXIÓN (2da. PARTE)
Recapitulando…
Distintos cuadernos, un mismo fin. |
En la última clase los invitamos a escribir un cuaderno de reflexión, para registrar sus pensamientos y experiencias de aprendizaje. Pero dada la situación actual de pandemia, con clases no presenciales, propusimos realizar esa actividad en un archivo de texto para que luego las subieran al drive.
Sin embargo, si retornan las clases presenciales, deberán traer sus cuadernos de bitácora completos, ya no virtuales, sino cuadernos reales, tangibles, como los que usaron en los primeros años de la escuela primaria, de tapa dura, forrados y etiquetados, con apellido y nombre. Podrán usar etiquetas o diseñar tapas personalizadas. En la primera hoja escribirán la carátula: apellido y nombre, materia, curso, docentes a cargo. A partir de la segunda hoja comenzará la escritura de las distintas actividades propuestas, con título, fecha y la consigna de la actividad.
Ahora bien, ¿Cuál es el sentido del cuaderno de bitácora en la formación docente? Para comprenderlo, nos remitiremos a los autores Palomero Pescador y Fernández Dominguez, Rosario (2005).
El cuaderno de bitácora: reflexiones al hilo del EEES· Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado. Sobre El Cuaderno De Bitácora
El diccionario de uso del español define el término bitácora como “(*MARINA). Libro en que se apuntan las incidencias de la navegación” (MARÍA MOLINER, 1981, TOMO I, 812). En efecto, el cuaderno de bitácora, también llamado cuaderno de a bordo, es una herramienta de navegación marítima, utilizada desde hace siglos, que luego pasó a denominarse, por simplificación, bitácora. La bitácora es una especie de armario, situado junto al timón o en el puente de mando de un barco, en el que se guarda la brújula y un cuaderno, el cuaderno de bitácora, en el que el capitán debe anotar diariamente la travesía realizada ese día y las incidencias ocurridas. En los últimos tiempos, este término se ha popularizado gracias a Internet, el espacio virtual que nos permite navegar por la aldea global. Por él circulan bitácoras, blogs o webglobs, descendientes directos de los famosos bitácoras de los marinos, de los diarios de a bordo que narran la vida de los barcos, las incidencias de navegación y las rutinas de los marineros. El término bitácora está, por tanto, intrínsecamente ligado al hecho de navegar.
Desde nuestro contexto docente, utilizamos aquí el término bitácora, tomado en préstamo del mundo marino, para referirnos a una herramienta de navegación por los mares del conocimiento y por las aguas profundas de nuestro propio mundo interior. Como dice DELORS (1996, 95), “la educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas en un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él”. Desde este horizonte, concebimos el cuaderno de bitácora como un diario de a bordo ideado para contribuir a la formación integral de estudiantes universitarios en proceso de formación inicial. Se trata de una herramienta pedagógica con la que se pretende motivar el aprendizaje de contenidos académicos e impulsar, al mismo tiempo, los procesos de desarrollo y crecimiento sociopersonal. Tal y como nosotros lo concebimos, el cuaderno de bitácora es el resultado de una búsqueda a través de libros, lecturas, noticias, aconteceres y experiencias. El testimonio escrito, la expresión personal y vital, de una aventura de navegación por el mundo del conocimiento y de la vida, y también por la conciencia profunda, por el mundo interior, cuyos resultados se transcriben en una serie de textos cortos, redactados al estilo de un diario personal. Un diario que luego se enriquece con el trabajo de grupo, con las aportaciones y comentarios de los compañeros de clase y del profesor, que, tras navegar por la misma o similares rutas, terminan descubriendo juntos, de forma dialéctica y experiencial, nuevos rumbos.
El cuaderno de bitácora no es, por tanto, una carpeta docente (CANO E IMBERNÓN, 2003) o teaching portafolio, tal como lo conciben LEE SHULMAN (1999) y sus colaboradores de la Universidad de Stanford, ni tampoco un diario de clase orientado a la formación permanente de docentes (ZABALZA, 2004), aunque todas estas técnicas se pueden complementar entre sí. El portafolios implica un registro sostenido y de larga duración que pone, además, el acento en la descripción de la propia práctica y la reflexión sobre ella (VAÍN, 2003, 61), como sucede también en el caso de los diarios de clase. Mientras tanto, el cuaderno de bitácora, o “diario académico” según la denominación de VAÍN, puede desarrollarse en un tiempo más corto, admitiendo además trabajar con un conjunto de materiales surgidos de la realidad, tomados de la actividad preprofesional o de la vida cotidiana, que pueden ser sometidos al análisis crítico y reflexivo. Situados en esta perspectiva, nosotros utilizamos como material de partida, para la construcción de estos bitácoras, diferentes recursos, en general de fácil acceso para los estudiantes, tales como noticias de prensa, programas de radio y televisión, páginas web, películas, artículos y libros, cuentos, historias de vida de profesionales de la educación narradas en vivo por sus protagonistas, o las vivencias y experiencias de los propios estudiantes y del profesor. Se trata en todo caso de una herramienta versátil y con muchas posibilidades. Favorece la reflexión significativa y vivencial. Recoge informaciones, observaciones, hipótesis, pensamientos, explicaciones, sentimientos, reacciones e interpretaciones. Proporciona información sobre la vida mental y emocional. Contribuye al desarrollo sociopersonal y profesional.
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